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La negociación entre Esquerra y el PSC por la investidura de Illa entra en sus horas decisivas

Los republicanos avisan de que quedan "más que flecos" para cerrar un preacuerdo que aspiran a presentar a su militancia antes de que acabe julio.

Pedro Sánchez se reúne con Pere Aragonès en Cataluña.
Pedro Sánchez se reúne con Pere Aragonès en Cataluña.
Eric Renom/LaPresse

Las negociaciones entre Esquerra y el PSC para investir al socialista Salvador Illa han entrado en sus horas decisivas. De salir adelante, implicaría que, por primera vez desde 2010, Cataluña no tendría un presidente de la Generalitat secesionista. Cuando falta hoy justo un mes para que venza el plazo para evitar una repetición electoral, los republicanos buscan zanjar un preacuerdo para presentarlo en votación ante sus bases, como muy tarde, antes de que finalice julio.

En medio de la discreción en la que ambos partidos están desarrollando las conversaciones, la portavoz de la formación, Raquel Sans, aseguró este jueves que el pacto podría ser "inminente". Aunque también advirtió, a modo de matización, que aún quedan "más que flecos" por resolver por "falta el entendimiento" en la cuestión de la financiación, pues los republicanos siguen instalados en la exigencia de máximos.

La cuestión es modular el alcance del texto que deberán dejar en manos de los alrededor de 8.500 militantes con los que cuentan los soberanistas, que esperan una cesión poderosa por parte del Gobierno central para decantarse por ratificar la investidura de el exmnistro de Sanidad. Especialmente, en lo referente a la "singularidad" del modelo de financiación catalán. "La carpeta de la hacienda propia aún la estamos negociando. Es el concierto económico al que se le pueden poner matices, pero que al final es tener la llave de la caja, que al final es recaudar el 100% de los impuestos. Vemos avances, pero déjenme que le transmita esa sensación de desconfianza hacia un PSOE que promete y que muchas veces no acaba cumpliendo", especificó Sanz.

La portavoz habló de avances, como la inversión anunciada por el Gobierno en Cercanías, becas e investigación por valor de más de 1.500 millones o el traspaso del ingreso mínimo vital, formalizado el miércoles en la reunión que mantuvieron en el Palau de la Generalitat Pedro Sánchez y Pere Aragonès. ERC lleva semanas presionando a los socialistas -que este jueves votaron junto a Junts en el Parlament para permitir que Carles Puigdemont pueda votar telemáticamente- para que el acuerdo pueda cerrarse la semana que viene. Si no es así, la secretaria general, Marta Rovira, amenazó con levantarse de la mesa.

Una posibilidad con la que Junts ha empezado a coquetear, sobre todo desde que el martes lanzaron un aviso al Gobierno durante el 'superpleno' del Congreso, cuando su grupo parlamentario tumbó, por sorpresa, el techo de gasto propuesto por el Ministerio de Hacienda, y que es clave para los Presupuestos de 2025. Ahora, tanto el PSC como ERC esperan que la formación de Puigdemont trate de elevar la presión para hacer descarrilar la investidura de Illa.

Manifestación de la Diada

Paralelamente, el independentismo presentó este jueves la manifestación de este año para la Diada del 11-S. Por primera vez, la organización de la protesta corre a cargo de todas las entidades nacionalistas. No solo de la ANC, única encargada estos últimos años de la Diada, que contaba con la colaboración de Òmnium Cultural y la AMI. En esta ocasión, son todas las plataformas las organizadoras. "Queremos ejemplificar con nuestra unidad la necesaria unidad del independentismo", aseguró el presidente de la ANC, Lluís Llach. Una unidad que también ha reclamado a los partidos soberanistas.

Llach hace frente común con Carles Puigdemont para tratar también de reventar la investidura de Illa. En la rueda de prensa de este jueves evitó referencias a la negociación entre el PSC y ERC para poner el foco únicamente en la convocatoria de la protesta, pero Llach se opone enérgicamente a que el líder del PSC sea investido por un partido independentista.

La otra novedad de la Diada de este año es que la ANC y las otras entidades han levantado el veto a los partidos políticos. Las formaciones políticas siempre han podido participar en la Diada, pero la ANC no les permitía marchar en la cabecera de la protesta. Cada partido, ocupaba un lugar secundario en las manifestaciones. La deriva crítica de la Asamblea con ERC y el Govern provocó que los republicanos se ausentaran de las últimas ediciones. Si Esquerra inviste a Illa, la marcha de este año puede convertirse en un clamor contra los republicanos.

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