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Radiografía de los 8.500 militantes de Esquerra de los que dependerá la investidura

En 2006, las bases republicanas forzaron a la dirección a pedir el voto en contra al Estatut

La secretaria general de ERC, Marta Rovira.
La secretaria general de ERC, Marta Rovira.
Kike Rincón

Dicen quienes conocen desde dentro a la militancia de ERC que lleva un tiempo algo adormecida, aceptando casi sin rechistar la línea que marca la dirección, pero que está con ganas de hacerse oír. Cuando las cosas van bien para el partido desde el punto de vista electoral, todo es una balsa de aceite. Cuando vienen las derrotas, empiezan los malos rollos. 

Desde su regreso hace algo más de una semana a Barcelona tras seis años huida en Ginebra, la secretaria general del partido, Marta Rovira, ha participado en varias asambleas territoriales para tomar la temperatura a las bases. Lo que se ha encontrado es que la militancia está guerrera y no por la labor de aceptar la investidura de Illa salvo que la contrapartida sea generosa; aunque algunos ni en el caso de que el PSOE ponga un referéndum encima de la mesa.

Si el PSC y ERC son capaces de llegar a un acuerdo, la militancia republicana será llamada a votar en una consulta para decidir si avala o no el pacto. Un total de 8.500 simpatizantes republicanos tendrán en sus manos la investidura de Illa. 

Semanas atrás, las bases de ERC reventaron la asamblea que el partido había organizado para ratificar la entrada del partido en el Gobierno socialista de Jaume Collboni en el Ayuntamiento de Barcelona. Los contrarios al acuerdo se movilizaron, la dirección no calibró el cabreo y Esquerra sigue fuera del Ejecutivo municipal. Fue un aperitivo de lo que puede pasar con la investidura de Illa, al que no se le perdona su pasado como manifestante de Sociedad Civil Catalana contra el 'procés' y junto a Vox, PP y Ciudadanos.

En los últimos años, las bases de ERC han avalado dos veces el apoyo del partido a la elección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. El año pasado, la participación apenas superó el 43% en el plebiscito partidario. El sí a Sánchez ganó con el 89%. En 2019, el respaldo llegó al 94%, con una abstención de solo el 30%. Pero en ambos casos, los socialistas cedieron: con la mesa de diálogo y los indultos en la primera legislatura y con la amnistía en el presente mandato.

De 2006 es el antecedente más claro de la fuerza que tiene las bases republicanas y de lo complicado que le resulta a la dirección intentar controlarlas. Fue a cuenta del referéndum sobre el Estatuto, por el que trabajó ERC. Tras el 'cepillado' del texto en el Congreso, Josep Lluís Carod-Rovira y Joan Puigcercós apostaron por una abstención crítica o por el voto nulo: no querían votar a favor tras el recorte ni en contra, pues al fin y al cabo ese Estatuto era en parte obra suya. La militancia exigió el no y la dirección tuvo que rectificar. Esa negativa supuso el fin del primer tripartito.

Según el último CEO, los votantes republicanos tienen la misma simpatía (poco más de un 5) por Puigdemont que por Illa. Son independentistas, pero en estos momentos, creen que las relación de Cataluña con el resto de España es el cuarto problema, tras la insatisfacción por la política, el acceso a la vivienda y la sanidad. Entre los temas prioritarios para el nuevo Gobierno, sitúan la desigualdad en primer lugar, la economía, el cambio climático y la seguridad, con el 'procés' en quinto lugar. En el eje social, están ubicados en la izquierda entre la CUP y el PSC, mientras que en el eje nacional se sitúan por debajo de la CUP y Junts. El 55% son secesionistas, el 28% se declaran federalistas y el 11%, autonomistas. El 66% del electorado republicano está a favor de la independencia si es pactada y el 8% aboga por la vía unilateral. Y apenas ve o escucha radios o televisiones de ámbito estatal.

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