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Rovira reclama a Sánchez una cita cara a cara para desencallar la investidura de Illa

Puigdemont está decidido a regresar a Cataluña aun a riesgo de ser detenido: quiere presionar a ERC y a sus bases.

Rovira se reencuentra con la militancia de ERC en Barcelona ESPAÑA AMNISTÍA
Rovira se reencuentra con la militancia de ERC en Barcelona ESPAÑA AMNISTÍA
Siu Wu

El regreso de Marta Rovira debería servir para allanar la investidura de Salvador Illa, pues -según mantiene el PSC- supone un paso hacia la normalización política de Cataluña, a pesar de que no tenga que ver con la ley de amnistía y sí con un error del juez del 'caso Tsunami Democràtic'. Rovira evitó referencias a las negociaciones el viernes, día de su retorno desde Ginebra, en el que se centró más en los mensajes en clave interna para cerrar la crisis en su partido y tratar de calmar a las bases republicanas, que son las que tendrán que decidir a la postre sobre la investidura.

Pero este sábado, la secretaria general y presidenta en funciones de Esquerra cogió el toro por los cuernos y reclamó en una entrevista en Naciodigital una reunión cara a cara con Pedro Sánchez. Los republicanos creen que el presidente del Gobierno aún se tiene que mover más en la cuestión de la financiación singular de Cataluña. ERC exige un concierto económico a la vasca y salir del régimen común, mientras que los socialistas intentan seducir con un consorcio tributario participado por el Estado y la Generalitat que ya está previsto en el Estatuto. Fuentes de ERC señalan que sus bases difícilmente avalarán un pacto a la baja. En Esquerra han llegado a la conclusión de que no quieren ni oír hablar de elecciones anticipada, por lo que su única baza es apretar a Sánchez.

Puigdemont, mientras, intenta pescar en río revuelto. Fuentes de su entorno insisten en que está decidido a cumplir su palabra de volver. Y que su regreso no será una balsa de aceite como el de Rovira. Hace semanas que la ANC alimenta una especie de movilización multitudinaria en torno al expresidente para intentar evitar o al menos dificultar su detención. En Junts admiten la dificultad de una operación de este tipo. Pero Jordi Turull, días atrás, llamó a la "reacción del país" ante el arresto de su líder, que no ha sido amnistiado por el Supremo del delito de malversación. Apelaba a la movilización ciudadana y también a los dirigentes de ERC, que deberán decidir si apoyan la investidura de Illa con Puigdemont, quizás, entre rejas.

En Junts creen que el acuerdo entre el PSC y ERC está encarrilado, pero cabe la posibilidad de que encalle. En ese caso, Puigdemont, que prepara dos actos en el sur de Francia el 20 y el 27 de julio para escenificar que está listo para su regreso, intentará ser el candidato a la presidencia de la Generalitat. Solo puede salir elegido con una abstención del PSC, extremo que hoy parece imposible. Su vuelta y detención serían entonces el primer acto de campaña ante una eventual repetición de las autonómicas el 13 de octubre.

Victoria a medias

El independentismo ha celebrado el regreso de Marta Rovira y los otros cuatro huidos en Ginebra como una victoria contra el "Estado opresor", pero siempre añadiendo el matiz de que se trata de un triunfo incompleto pues aún faltan Puigdemont, Lluís Puig y Toni Comín, todo ellos en Bruselas desde octubre de 2017. Falta el retorno del presidente legítimo de Cataluña, según defienden los seguidores del líder de Junts. La situación legal de los tres dirigentes postconvergentes es distinta. El Supremo ya les ha cerrado la puerta a pesar de la amnistía y les ha advertido de que, si ponen un pie en suelo español, serán detenidos y puede que también enviados a prisión. Puigdemont, aun así, insiste en que volverá para la investidura. Sea Illa el candidato o él mismo.

Sectores del independentismo, como la ANC que encabeza el cantautor Lluís Llach, trabajan por que ERC no pacte con el PSC y por que el secesionismo vuelva a cohesionarse. Los partidarios de la unidad nacionalista han dado algunos pasos en este sentido: Puigdemont y Junqueras volvieron a verse cara a cara siete años después y todos los actores del movimiento celebraron una cumbre en Waterloo hace una semana. Junts y ERC pactaron además la presidencia del Parlament. Pero de momento, los republicanos siguen sentados en la mesa de negociación con los socialistas para investir a Illa. No solo eso: esta semana han asegurado que las conversaciones van bien y avanzan a buen ritmo, aunque estas palabras hay que cogerlas con pinzas dado que intentaban tapar las vergüenzas del 'caso Maragall', que amenaza con salpicar a la propia Rovira. 

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