La reacción al atentado contra Trump deja solo a Vox en plena ruptura con el PP

Abascal dice que el Gobierno "lamenta" que el tirador fallara, mientras Feijóo y Sánchez alertan del riesgo del "odio" para la democracia.

El líder de Vox, Santiago Abascal, atiende a los medios ESPAÑA CONGRESO PLENO
El líder de Vox, Santiago Abascal, atiende a los medios ESPAÑA CONGRESO PLENO
Fernando Villar

El atentado contra Donald Trump, que ha conmocionado a una comunidad internacional fuertemente sacudida ya por las guerras en Ucrania y en Gaza y convulsionado la carrera electoral, también de alto voltaje, hacia la presidencia de Estados Unidos, se ha proyectado sobre un escenario político nacional marcado esta semana por la ruptura de Vox, la formación que explícitamente ha abrazado el 'trumpismo' en España, con el PP en los gobiernos autonómicos que compartían. Aunque la disyuntiva de fondo -cómo encarar y combatir la violencia de inspiración u objetivo político- se reaviva periódicamente en un país que soportó durante décadas el impacto del terrorismo etarra entreverado de otras vulneraciones de derechos contra el adversario.

La reacción del Gobierno de Sánchez y de los partidos del arco parlamentario trazó este domingo, horas después de que un joven de apenas 20 años, simpatías republicanas y armado con un rifle pusiera en riesgo la vida del expresidente estadounidense y candidato a la reelección, un mapa revelador de las posiciones ante el atentado contra un Trump que aquí no despierta más adhesiones que la de Vox. En esta ocasión, no hubo fricciones ni entre los socios del Ejecutivo -PSOE y Sumar- ni de estos con el PP de Alberto Núñez Feijóo, cuyo pronunciamiento, en contraste con el de Santiago Abascal, subrayó la falla entre ambos. El soberanismo vasco, con la incomodidad que la denuncia de la violencia política sigue induciendo en la izquierda abertzale, y el catalán optaron por el mutismo con excepción de Carles Puigdemont. El expresident sí se refirió al intento de magnicidio, aunque para especular sobre sus eventuales consecuencias para el futuro de EE UU.

La salida resuelta el jueves por la noche por Vox de los ejecutivos de Castilla y León, la Comunidad Valenciana, Extremadura, Murcia y Aragón, después de que las comunidades del PP desoyeran su ultimátum y asumieran la acogida solidaria de 347 menores inmigrantes no acompañados hacinados en Canarias, ha librado en buena medida a Feijóo y los suyos del mal trago de tener que afrontar, como socios, la estridente retórica con la que la extrema derecha vinculó este domingo el atentado contra Trump y el Gobierno de Sánchez. Porque lo único que Santiago Abascal compartió con el presidente, Yolanda Díaz y el líder del PP fue la condena del ataque en el mitin de Pensilvania.

A partir de ahí, y tras dar "gracias a Dios" por que Trump continúe con vida, el jefe de filas de Vox enmarcó su repulsa, difundida a través de las redes sociales, en una atribución de culpas a "la izquierda globalista", a la que llamó a "detener" porque "está sembrando el odio, la ruina y la guerra". Lo "terrible", remató, es que "la peor versión" de esa izquierda es la gobierna ahora España y cuyo repudio del atentado puso en duda al sostener, incluso, que Sánchez y su Ejecutivo "estarán lamentando íntimamente que el asesino haya fallado".

Nadie dio réplica a la invectiva, que corona diez días en los que Vox ha acerado sus posiciones tras incorporarse al grupo de nueva creación liderado por el húngaro Viktor Orbán en el Parlamento Europeo y propiciar una ruptura de los pactos con el PP que ha sido recibida con disensiones en el partido e indisimulada satisfacción entre los populares. Pero el mero contraste de la reacción de Abascal con la de Feijóo ahondó la distancia entre ambos. En otro mensaje también en la red social X, el presidente de los populares describió el ataque contra Trump como la evidencia de lo que implica "alimentar el odio hacia quien piensa diferente".

"Preferir disparar a votar"

"Reivindico la moderación, lamento que haya quien prefiera disparar a votar para defender su ideología", aseveró Feijóo, quien deseó una pronta recuperación al candidato republicano a la Casa Blanca. Fue el mismo deseo que trasladó el presidente Sánchez, quien también recalcó que "la violencia y el odio no tienen cabida en una democracia", preludio de lo que el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, transmitió a la diplomacia estadounidense. Violencia y democracia son "incompatibles", remachó la vicepresidenta Díaz tras oponerse "rotundamente" a lo ocurrido en Pensilvania.

Más críptica fue la respuesta de Puigdemont. El expresidente catalán constató que pocos magnicidios están "exentos de especulaciones y conspiraciones", con mención expresa al asesinato de John F. Kennedy, así que cabe aguardar un nuevo "efecto político" aunque este pueda no acabar en la dirección que pretenderían "sus autores"; entre ellos, incluyó potencialmente a quienes "fabrican rumores como arma de guerra". "Hoy todo el mundo da por hecho que esto le ayudará mucho (a Trump) en su carrera a la presidencia. Veremos", concluyó el líder de Junts.

'Au-dessus de la mêlée' partidaria, el Rey envió un escrito oficial al expresidente de EE UU para arroparle con su "estima personal", su "solidaridad y alivio". Felipe VI expresó su "más enérgica condena ante cualquier acto de violencia, más aún cuando se dirige contra los valores de la democracia". 

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