El Congreso investigará si hubo un fallo en la seguridad de Trump

La Cámara de Representantes cita a la directora del Servicio Secreto y al FBI mientras los republicanos denuncian cómo un tirador, al que varios testigos dijeron ver en un tejado, pudo burlar el sistema de protección 

Donald Trum tras ser disparado
EFE

La Cámara de Representantes de Estados Unidos ha convocado a declarar al jefe del Servicio Secreto y a varios agentes del FBI presentes en el mitin de Butler (Pensilvania) para averiguar si se produjo un fallo de seguridad durante el discurso en el que Donald Trump resultó herido por un pistolero. Un grupo de legisladores, sobre todo del sector republicano, ha exigido la puesta en marcha de una comisión de investigación ante la extrañeza causada por el hecho de que un joven armado con un fusil lograse superar la vigilancia, trepar a un tejado y disparar contra el expresidente a menos de 400 metros de distancia del cordón de protección.

Hay un hecho ciertamente revelador. Un testigo ha relatado cómo él y sus acompañantes vieron perfectamente las evoluciones del agresor y cómo escalaba al tejadillo de un cobertizo situado a unos treinta metros de donde ellos se encontraban. "Notamos al tipo arrastrándose, como un oso, por el techo del edificio que estaba a nuestro lado,", ha descrito a The Telegraph. Según su versión, al individuo se le podía ver "claramente con un rifle" y le estuvieron señalando con las manos durante "dos o tres minutos" mientras alertaban a unos policías apostados a la entrada del recinto del mitin.

"Les dijimos: 'Oye, hombre, hay un tipo en el tejado con el rifle'". Un agente respondió: "'¿Qué?". Y de nuevo el testigo replicó: "Aquí mismo en el tejado, podemos verlo desde aquí'". Siempre según su versión, varios miembros del Servicio Secreto les miraron y desviaron su atención hacia el tejadillo, Otro testigo aseguró percibir movimientos súbitos entre los francotiradores de las fuerzas de seguridad.

Instantes después sonaron las detonaciones. Expertos en armas han calculado por el ruido que el tirador, un joven de 20 años vecino de una localidad situada a una hora en coche de Butler, efectuó dos rondas de disparos. Entre cinco y ocho. Los francotiradores de las fuerzas de seguridad replicaron al fuego. "Le volaron la cabeza. Subieron, se aseguraron de que estaba muerto y bien muerto y ahí finalizó todo", cuenta el primer testigo, quien aseguró que todo transcurrió en "tres o cuatro minutos" en los que él llegó a pensar: "¿Por qué Trump sigue hablando y no le han sacado del escenario?" La investigación policial deberá ahora dilucidar si este relato se ajusta a los hechos.

La secuencia del atentado está siendo revisada este domingo por los agentes federales. Han recogido numerosos testimonios y disponen además de un número ingente de grabaciones en vídeo. Una secuencia en la que aparece un individuo tendido sobre un tejadillo se ha filtrado a los medios, pero no hay confirmación de que se trate del tirador o un montaje.

Audiencia en la Cámara

El presidente del comité de supervisión de la Cámara de Representantes, James Comer, anunció este domingo que ya se ha puesto en contacto "con el Servicio Secreto para solicitar una reunión informativa". También llamó a la directora de este departamento, Kimberly Cheatle, para que se presente a una audiencia. "Mis oraciones están con el presidente Trump y las víctimas del intento de asesinato en el mitin de Pensilvania. Agradezco a los valientes miembros del Servicio Secreto que arriesgaron sus vidas para proteger al presidente Trump y a los patriotas estadounidenses entre el público que ayudaron a otros que resultaron heridos", declaró Comer.

Varios líderes republicanos han expresado su alarma por la facilidad aparente con la que Trump se convirtió en objetivo de un pistolero. "¿Qué seguridad tienen nuestros representantes y, más aún, un presidente, al que le han podido quitar la vida en medio de un acto público con suma facilidad?", se preguntaba en las redes un senador conservador. No obstante, los líderes críticos han elogiado a los agentes del Servicio Secreto que se arrojaron sobre Trump y le protegieron de las balas con sus propios cuerpos.

"El pueblo estadounidense merece saber la verdad. Haremos que la directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, y otros funcionarios pertinentes del DHS (Departamento de Seguridad Nacional) y del FBI comparezcan ante nuestros comités lo antes posible", exclamó el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson. Por su parte, Kevin Rojek, el responsable de la oficina de campo del FBI en Pittsburgh, a la qu pertenece la demarcación de Butler, ha explicado que los federales realizan en estos momentos una "evaluación" de los hecho, aunque reconoce que "resulta sorprendente" que el pistolero pudiera siquiera llegar a abrir fuego. sobre Trump.

Entre las incógnitas clave figuran el lapso de tres o cuatro minutos que supuestamente dispuso el agresor para apuntar y apretar el gatillo -siempre según los testimonios públicos- y cómo ningún observador de las fuerzas de seguridad se percató de su presencia antes del instante fatal. Supuestamente, se hallaba prácticamente al descubierto y los francotiradores no tuvieron problemas en localizarle en cuanto se desencadenó el ataque.

Thomas Matthew Crooks es un enigma. Nadie sabe qué tipo de preparación había realizado para cometer el atentado, pero sí resultó lo suficientemente hábil, o arriesgado, como para burlar la teórica seguridad del mitin con la versión doméstica de un fusil de asalto cargada a su espalda. Tampoco es desdeñable su puntería. La bala que disparó a cientos de metros se dirigía directamente a la cabeza del expresidente. Trump hablaba en ese momento sobre uno de sus temas preferidos, recurrente en todos sus discursos, la migración ilegal, y esquivó milagosamente el proyectil porque giró el rostro hacia un panel plagado de datos junto a su estrado.

"Lo primero que pensé fue: 'Estados Unidos está bajo ataque'", relató un miembro del comité republicano de Pensilvania, llamado Corey Check, a The Washington Post. "Agarré las manos de un par de personas que ni siquiera conocía. Rezamos el Padrenuestro".

Mientras el Servicio Secreto les ordenaba mantenerse tumbados en el suelo, los simpatizantes lloraban, gritaban o esperaban estoicamente a que pasara el peligro. Las autoridades han mostrado su agradecimiento a los numerosos asistentes que, en vez de huir del lugar, no dudaron en quedarse en el recinto para ayudar a evacuar a los niños y las personas mayores.

Sangre en la camisa

Sid Miller, comisionado del Departamento de Agricultura de Texas, contó que se giró y vio a una persona detrás de él que sangraba profusamente. Su camisa se tiñó de sangre mientras era asistido. Otro espectador situado justo en las gradas ubicadas detrás del escenario presentaba una herida de bala en la cabeza.

La mayoría del público se fijó en Trump y cómo los escoltas lo levantaban del suelo. Hubo quienes pensaron de inmediato en un desenlace fatal. "Creí que acababa de ver al presidente morir frente a mis narices", admitió el joven Eduardo Vargas. Entonces, el candidato republicano levantó el puño y pidió a sus seguidores: "Luchad". Nely Randall, una vecina de Pensilvania que se autodeclaraba trumpista ferviente, respiró tranquila. "He ahí mi chico", exclamó y alzó también su puño.

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