gastronomía

Dasbur, 50 años manteniendo la esencia en Zaragoza con sus hamburguesas y salchichas

Era 1974 cuando Fernando García y sus hermanos fundaron este establecimiento de referencia para varias generaciones.

Las camareras Janina Galati y Ana dos Santos, en Dasbur
Las camareras Janina Galati y Ana dos Santos, en Dasbur
A. Toquero

En pleno ‘boom’ de aperturas de nuevas hamburgueserías –una moda que no parece tener fin– hay una que este año cumple medio siglo de vida en Zaragoza. Es Dasbur, sí, la del nombre tan difícil de pronunciar y de quedarse con él, pero que tanta gente conoce, aunque sea como el amarillo, el de madera o el mostaza de Bretón.

Esta veterana hamburguesería/salchichería celebra un cumpleaños redondo. Fernando García y sus hermanos ya detectaron en 1974 que había un nicho de mercado por cubrir alrededor de estas elaboraciones y así es como nació ‘Das-Wurst’ en el número 23 de la calle de San Antonio María Claret. Duró poco ese nombre, hasta la modernización del local.

Lo que no ha cambiado desde entonces es el tipo de hamburguesa y de salchicha que se ofrece. Primero con un obrador propio para trabajar la carne, y algunos años después con un carnicero de confianza que emplea el porcentaje de ternera y de cerdo con el que consigue siempre el mismo resultado.

La de Dasbur no es una hamburguesa ni gruesa ni grande. Lleva 130 gramos de carne y se asemeja mucho a la ‘smash’ aplastada que está tan de moda en la actualidad. "La preparamos así desde hace 50 años, así que durante todo este tiempo hemos marcado tendencia", sonríe Fernando.

Pero no solo de ‘burgers’ vive Dasbur. El otro punto fuerte desde el minuto uno de su andadura han sido las salchichas bratwurst, cervela o berlinesa embutidas en tripa natural, elaboradas con un método artesanal y ahumadas con madera de haya. "Al principio le dimos un aire muy alemán al local con la cocina a la vista, las jarras de cerveza de cerámica y la música tirolesa sonando todo el día; aquello fue un exitazo, pero luego las cosas cambiaron y hubo que dar otro giro", prosigue el propietario.

Eso sí, sin cambiar apenas la esencia. La carta mantiene los argumentos originales pero se han añadido una buena colección de sándwiches, tostadas y varios pinchos y montaditos que acompañan a otro histórico, el pincho gigante, con una maceración de la carne de cerdo que lleva más de 20 especias. Y qué decir de las patatas fritas. Sorprende que se pidan en tantas mesas aunque no haya nada más para comer, con la imprescindible compañía de la mayonesa casera y su toque especial que el dueño mantiene en secreto.

En fin, que la de Dasbur sigue siendo una visita imprescindible 50 años después. Eso es lo que también piensan hasta tres generaciones de unas cuantas familias que acuden con asiduidad.

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