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La tienda de Salou que resiste medio siglo: "Mi padre vino de Toledo a ver a un amigo y se quedó"

En el municipio costero todavía quedan comercios para perderse y recorrer la historia del turismo a través de sus 'souvenirs'.

Tienda Souvenirs Margarita en Salou (Tarragona).
Tienda Souvenirs Margarita en Salou (Tarragona).
R. Laporta

Entre la marabunta de tiendas típicamente playeras que asoman por las calles comerciales de Salou hay pocas que puedan decir que han visto casi nacer este enclave turístico de la provincia de Tarragona  tan visitado por los aragoneses. Junto a las cadenas internacionales que proliferan, al igual que en otras ciudades, resisten algunas tiendas típicas de recuerdos o 'souvenirs', que empiezan a ser una especie en extinción. Entrar en ellas supone casi viajar en el tiempo a la historia del turismo en la costa, además de perderse entre un catálogo sin fin de regalos que se salen de lo que nos tiene acostumbrado la uniformidad de las franquicias.

La familia de Pablo Payo llegó desde Toledo hace 49 años. "Mi padre era guía, vino a ver a un amigo, le gustó y montó aquí el negocio", recuerda desde el establecimiento Souvenirs Margarita, situado en uno de los ejes comerciales del municipio, la calle Bilbao, perpendicular al paseo marítimo Jaume I. Su especialidad es la artesanía toledana "panoplia, guerreros, joyas con incrustados en acero y oro". Aunque ha ido introduciendo unos productos y abandonando otros, se mantiene fiel a la esencia del negocio familiar. "Toda la vida he vendido lo mismo, joyas y manteles, porque los toledanos somos de ese gremio", afirma entre un mar de telas bordadas, vitrinas con anillos, colgantes y joyas de todo tipo, un tipo de recuerdos de España que proliferaba en las maletas de los turistas, sobre todo, extranjeros, de los años sesenta y setenta.

Entre la exposición de mantelerías se pueden ver desde bordados tradicionales a otros que incluyen dibujos 'typical Spanish' y los más modernos antimanchas que copan ahora los hogares. "Los mantones los compran mucho los nacionales también. Mira qué bonitos son abiertos, a 15 euros", cuenta sobre este otro 'souvenir' tan español. "Compro a Toledo, Málaga, Alicante, producto nacional", afirma tras el mostrador, donde se pueden ver varios retratos familiares a carboncillo enmarcados en molduras doradas y con fotos sobrepuestas en las esquinas de varias épocas, tanto de su padre como de sus hijos. Mirándolos recuerda que el nombre de la tienda se puso en honor a su abuela paterna. 

Compradores extranjeros

Demuestra sus habilidades como vendedor  y su pasado en varios países cuando asoma una pareja de turistas jubilados entre la cortina que forman las mantelerías colgadas en la zona exterior de la tienda y él adivina casi sin oírlos hablar de qué nacionalidad son. Su familia vivió en Alemania, como emigrantes.  "Nosotros hablamos muchos idiomas", asegura. Por la localidad ha habido muchos visitantes alemanes, holandeses y belgas. Entre la lista de idiomas en los que se desenvuelve en su negocio, y que están enumerados en el cartel de la tienda, se encuentra el alemán, holandés, flamenco e inglés. "Yo tengo de clientela española un 15% y el 85% es extranjera", calcula. No faltan zaragozanos entre sus clientes.

Los mejores años del negocio coincidieorn con los del 'boom' turístico extranjero. "En Salou ha cambiado mucho la calidad del turismo extranjero, no es el que venía antes, no tiene el dinero que tenía antes", considera. "También se ha puesto todo más caro, sobre todo, desde el euro", reconoce. Desde la crisis financiera asegura que no se ha vuelto a recuperar la actividad. En los buenos años han llegado a trabajar cinco dependientes en su pequeño establecimiento  y ahora se organizan para atenderlo él y su mujer. 

Hoy en día asegura que son varias generaciones de compradores las que acuden, aunque ya no venda como antes. "Vienen los hijos y dicen que su madre ya no puede venir y que le ha encargado que le lleve un mantel".

Tienda Souvenirs Margarita en Salou (Tarragona).
Tienda Souvenirs Margarita en Salou (Tarragona).
R. Laporta

El establecimiento permanece abierto solo los meses de actividad comercial. "Trabajamos ocho meses al año, hasta final de octubre y luego en Semana Santa empezamos otra vez, como todo Salou", dice. El resto de meses asegura que "Salou está muerto, aunque hace buen tiempo, pero Salou siempre ha funcionado así". 

Confiesa que hay mañanas que piensa en jubilarse, pero se le pasa pronto. Aguanta porque no tiene que pagar alquiler. Los costes fijos han lastrado a otros negocios de su quinta. Y allí sigue a pie de paseo, casi congelado en el tiempo, aportando un poco de historia a un mundo que cambia muy rápido, salvo en rincones como este.

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