Economía
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Borja Oyarzábal: "La empresas españolas tienen unos techos de cristal enormes para crecer"

Cambió su carrera científica, forjada en Zaragoza, por el mundo de las finanzas, donde ha triunfado con el fondo Tresmares Capital, que gestiona 3.600 millones de inversión. Apuesta por la gestión de datos porque "el mejor inversor es el más informado".

Borja Oyarzábal, en la sede de Tresmares Capital en Madrid
Borja Oyarzábal, en la sede de Tresmares Capital en Madrid
Enrique Cidoncha

Pasó de ser ingeniero industrial, especializado en termodinámica teórica, a uno de los inversores de mayor éxito. ¿Le sirvió su formación para triunfar en las finanzas?
Muchísimo, hasta tal punto que cuando emprendí mi carrera como inversor, desarrollé modelos de negocio nuevos basados en métodos científicos. La inversión es una mezcla de arte y ciencia. Esa aproximación científica de las cosas condicionó mis modelos de negocio y Tresmares a día de hoy es reconocido como un inversor que ha innovado en ese campo.

¿Su misión va más allá de ganar dinero? 
Nosotros pensamos que las empresas de inversión tienen una vocación de servicio. Yo siempre digo que las gallinas ponen huevos y no saben si están financiadas. Es decir, tienes que ayudar a las empresas a desarrollarse. La visión de Tresmares es el desarrollo del tejido empresarial de allí donde operamos, principalmente España, donde no tenemos un problema en el talento y el desarrollo inicial del negocio, pero sí empresas con unos techos de cristal enormes para crecer. 

¿Faltan grandes empresas?
En España hay 700.000 empresas y no llegan a 400 las que superan lo 50 millones de EBITDA. Es un número pequeñísimo. Hay un estudio sobre los ‘campeones ocultos’ que habla de las compañías pequeñas, familiares, que han llegado a liderar su segmento a nivel global. Hay unas 2.500. La mitad son alemanas, solo once españolas. La vocación de Tresmares es poner por primera vez un vehículo con la capacidad financiera para ayudar a las empresas a romper ese techo de cristal. 

¿Cómo se identifica al caballo ganador? 
Estamos especializados en un momento donde la empresa no es una ‘startup’ ni está perdiendo dinero, sino que empieza a ser un negocio rentable y tiene que crecer, muchas veces en mercados internacionales, donde tiene un millón o dos de beneficio y queremos que tenga 10, 15 o 20 millones. ¿Eso es un arte o una ciencia? Hay una parte científica que es en la identificación de las corrientes de la economía. Tenemos 24 personas de datos que solo se dedican a eso, a generar inteligencia de mercado para entender en qué segmentos es más factible desarrollar esos campeones y en cuáles es más difícil. Pero luego hay un arte. Y es que al final las empresas son personas, y el trato con ellas no lo puedes parametrizar en un algoritmo.

¿Se han subido al tren de la inteligencia artificial (IA)?
Junto con la disponibilidad de datos, la IA va a permitir generar mejores decisiones de inversión. Y esa dinámica está ahora en un punto de inflexión. Dentro de diez años, el mejor inversor no va a ser el que tenga más dinero, sino mejor información.

Y un punto de suerte... 
En todo esto siempre hay un punto de suerte. Evidentemente, por estadística, si haces tu trabajo bien vas a tender a acertar. Pero eso se va a componer de aciertos y de fracasos. 

¿Cómo gestiona ese fracaso ante los inversores? 
Aprender a invertir es aprender a ganar y a perder. Una de las cosas que más me ha marcado son las dos veces que hemos perdido en más de 100 compras que hemos realizado, pero sin pasar por esos trances no vas a llegar al éxito. Esa cultura financiera ya está muy arraigada. 

¿Cuáles son los nichos más atractivos actualmente? 
Muchas tendencias son globales pero cada economía tienen particularidades. Nosotros tenemos una presencia en Reino Unido grande, allí hay una economía de servicios. Ahora estamos analizando Alemania, que es más industrial. España tiene un sector tremendamente desarrollado, que es el turismo. Pero es poco conocido que España tiene sectores incipientes donde tiene un posicionamiento fuerte, como la bioestimulación, el análisis genético, el mundo de los nanomateriales... Nuestro pecado no es un mal posicionamiento de nuestras empresas, donde fallamos es en escalarlas a nivel internacional. 

¿Soluciones?
Ya se ha ido cambiando poco a poco, pero requiere de muchos factores. No se trata del esfuerzo relativo de una sola empresa, sino de un conjunto de empresas generando un conocimiento específico que sea mejor al de otros países con los que competimos. También políticas públicas a largo plazo para desarrollar colaboraciones público-privadas, investigación con la universidad... Luego, disponibilidad de capital. El recorrido todavía es formidable. Para darte un dato, el mercado de inversión alternativa es en Reino Unido siete veces más grande que en España.

¿Aragón está en esa pelea? 
Aragón ha hecho muchas cosas bien y está consiguiendo grandes logros de inversión. Ha acertado en el posicionamiento como un hub logístico. Dos de las inversiones más relevantes que tenemos son en Aragón. Dicho esto, hay una realidad: cerca del 80% de las empresas de alto crecimiento del país se sitúan en Barcelona, Madrid y Levante. Aragón está luchando por unirse a esos polos.

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