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El Real Zaragoza acaba el año en los huesos y empata contra el Albacete (1-1)

El equipo aragonés tampoco es capaz de ganar en casa a un Albacete de vacaciones y cierra la temporada con una nueva decepción, con un empate tras otro partido gris. Mouriño fue el autor del gol local.

El equipo aragonés cierra la temporada este domingo (21.00) en La Romareda con la permanencia ya asegurada.
El equipo aragonés cierra la temporada este domingo (21.00) en La Romareda con la permanencia ya asegurada.
Toni Galán

Frente a un Albacete en son de paz y poblado de secundarios, el Real Zaragoza tampoco encontró la fórmula de la victoria y cerró la temporada con un partido almidonado y desustanciado, jugado con ánimo vacacional y descansado. Tuvo cerca la victoria gracias al brío de Mouriño en un saque de esquina, pero una carambola provocó un autogol de Francés para un empate, amarga guinda final de una temporada para el olvido: 51 puntos. Sobran las palabras porque el número dice tanto que duele. El Zaragoza ha acabado el curso tieso, en los huesos, con escasos gramos de fútbol. Ni siquiera se le dio a La Romareda ni a su Grada Sur un resultado a la altura, mientras la grada parecía olvidar, entre olas y festejos, que hace una semana el verdugo aún estaba en el rellano de casa. Solo al final despertaron los pitos y el hartazgo, en una noche en la que al único que se le cantó que se quedara fue a Badía. A nadie más.

Víctor Fernández le conservó el cuerpo al equipo, obviando rotaciones, sacudidas de nombres, oportunidades a los más jóvenes que tanto han ayudado en un tiempo en el que se ha desabastecido al filial y su técnico en su momento cumbre de la temporada… Aunque se anunció a Toni Moya en las alineaciones, acabó saltando Aguado al campo. La principal nota de novedad la compuso Fran Gámez recorriendo el lateral izquierdo del 4-2-3-1 con el que se organizó el conjunto aragonés. Y vaya si lo recorrió. En su último partido en el Zaragoza salvo sorpresa, pues la grada reclamó su renovación, Gámez fue la catapulta desde la que salieron las mejores pelotas de gol. Sus centros, a pie cambiado, y la motivación de quien se va en paz consigo mismo, convirtieron al jilguero valenciano en el mejor hombre de una primera mitad en la que se jugó bajo la descompresión y la trivialidad de quien se ha quitado los miedos de encima. Tanto Zaragoza como Albacete se enfrentaron con los fantasmas de una temporada recién enterrados, y eso se trasladó a un fútbol relajado y destensado, pudo ser una noche de piscina y barbacoa, o una fiesta de pijamas, pero era un partido entre dos rivales que apenas se enseñaron los colmillos.

El Zaragoza puso sus cartas sobre la mesa cuando pudo hacer lo que mejor ha hecho en los dos últimos meses: correr, conectar con Liso o Azón. A ellos, se les reunió, como daga profunda, Fran Gámez. De ese lado trató de suministrarse el Zaragoza, pero Mollejo y Azón no acertaron a los centros del lateral valenciano: si no sumó alguna asistencia más a las quince repartidas en las últimas tres temporadas, fue porque el potencial de fuego del Zaragoza no fue certero.

Además de los centros sin colofón de Gámez, el equipo aragonés tuvo una ocasión limpia y fácil en una cabalgada de Santiago Mouriño en el costado derecho. Su pase, tirándose el uruguayo al suelo como una segadora, lo cogió mal, al bote, sin acomodar bien su anatomía ni medir la trayectoria del pase en condiciones, Maikel Mesa. Le pegó a ningún sitio cuando tenía el rectángulo de la portería delante para pegarle el bocado donde quisiera.

El Albacete, plagado de suplentes, se armó con un 4-4-2 con el que defendía arriba y se mezclaba con un dinámico y vivo rombo de cuatro medios cuando atacaba, en esa región central se asociaba, tocaba, jugaba al tercer hombre y acumulaba gente por dentro, un elevado tráfico que generó problemas al Zaragoza, especialmente en los aclarados por fuera, con las subidas de Álvaro y Silva. Juanma no se esperó un balón filtrado cuando pudo quedarse solo delante de Badía. Una mala salida de Grau apunto estuvo de costar cara. Y un desajuste de Mouriño -uno de tantos cuando lo ponen en el lateral derecho- dio pase libre a Silva, aunque su pase raso y tenso no lo pudo domar Rai Marchan ante la oposición de Francés, siempre puntual, en esa y otras, al corte y la intuición defensiva. Con poca continuidad, poco poso y poco fuego, el Zaragoza no terminó de imponer su dominio territorial ni decidir con precisión.

En el segundo acto, el Zaragoza se subió a los hombros de Liso, el electrón libre, un masa de músculos, fibras y potencia que trituró al Albacete en unos minutos de inspiración. Sus botas se convirtieron en un volcán. Mollejo y Maikel Mesa anunciaron lo que venía: el gol de Mouriño. En un saque de esquina, la pelota se perdió en busca de un dueño, y el uruguayo, a quien le faltan cosas pero no ímpetu, se lanzó a por ella como si la vida le fuera en ello. Mouriño, quien será un notable central y puede que sobresaliente en ciertos contextos, se despidió así del Zaragoza con un gol.

Liso siguió a lo suyo, torturando a Álvaro Rodríguez. Lo culebreó en una, y su zarpazo se fue muy desviado en lo que pudo ser el segundo. El Albacete metió un triple cambio que niveló las cosas. Higinio y Fidel metieron una marcha más, y el Zaragoza comenzó a recular. A Higinio se le anuló un gol por fuera de juego: faltó un pelo. Agus Medina se sacó un mortero que Badía neutralizó con el vuelo de un ángel. La Romareda le pidió que se quedara, como a Mollejo, relevado por Juan Sebastián, debutante en liga, en un cambio para fortalecer las defensas y conjurar el peligro que estaba llevando el Albacete. Pero no pudo. Este tipo de giros, suelen acabar así: el Albacete castigó el ataque de pánico de Víctor Fernández y en un rebote empató el partido. Y pudo ganarlo, porque se apropió de la historia hasta que el tiempo llegó a su final. El partido, la temporada, y la decepción: La Romareda silbó y cerró la puerta.

Ficha técnica: 

Real Zaragoza: Edgar Badía; Mouriño, Francés, Jair, Fran Gámez; Jaume Grau, Marc Aguado (Terrer, 60); Mollejo (Juan Sebastián, 83), Maikel Mesa (Manu Vallejo, 60), Liso; y Azón (Sergi Enrich, 46).

Albacete: Altube; Álvaro Rodríguez (Carlos Isaac, 69), Djetei, Ros (Manu Fuster, 87), Jonathan Silva, Agus Medina, Pacheco (Higinio, 69), Rai Marchan, Olaetxea (Fidel, 69); Quiles y Juanma (Pedro Benito, 87).

Goles: 1-0, min. 60: Mouriño. 1-1, min, 89: Francés, en propia puerta.

Árbitro: López Toca (Comité de Cantabria) Mostró amarillas a Álvaro Rodríguez (15’), Jaume Grau (70’), Fidel (94’)

Incidencias: Partido de la jornada 42 de liga jugado en La Romareda, ante 18.000 espectadores. Césped en buenas condiciones. Ramón Vila, primer goleador en La Romareda en 1957, realizó el saque de honor de un partido marcado por los actos de homenaje a la Grada Sur del estadio zaragocista, a punto de ser demolida para iniciar la construcción del nuevo campo de fútbol de la capital aragonesa.

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