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Jesse Owens, el atleta que humilló a Hitler

Sus cuatro medallas de oro en los Juegos de Berlín 1936 arruinó la propaganda nazi, que intentaba convencer a todo el mundo de la supremacía de la raza aria.

Jesse Owens, en el centro, acompañado en el podio por Luz Long y Naoto Tajima.
AP Photo/File

Las medallas de los atletas afroamericanos y judíos le sacaron de quicio. Adolf Hitler no podía entender cómo en el Berlín de 1936, cuando el régimen nazi había preparado todo para convencer a todo el mundo de la supremacía de la raza aria, hubo algunos deportistas de color que se alzaron con el oro. El más destacado fue el estadounidense Jesse Owens, que obtuvo cuatro medallas de oro, pero hasta 18 atletas afroamericanos se subieron al podio e hicieron que el ego del Führer se tambaleara. 

Los nazi idearon sus Juegos Olímpicos como un arma de propaganda más. Hitler quiso presentar una Alemania tolerante y pacífica, bajo el disfraz de cooperación internacional que brindaban las Olimpiadas.

En los meses previos se llevó a cabo una fuerte campaña propagandística del régimen, combinada con un reclutamiento de jóvenes atletas germanos como fuente de abastecimiento del ejército ario. Carteles coloridos aderezados con sutiles connotaciones racistas ilustraban el fuerte sentimiento olímpico-patriótico, que dejaba entrever la superioridad de la cultura alemana como la mejor heredera de la excelencia de la Grecia Clásica.

Y a punto estuvo Hitler de perder sus ansiadas Olimpiadas con la prohibición de admitir a atletas judíos para competir en el seno del equipo alemán. Un gran movimiento internacional de boicot se levantó contra el Führer, que finalmente se disolvió con las palabras apaciguadoras del entonces presidente del Comité Olímpico de EE. UU., Avery Brundage.

No obstante, cientos de familias de raza gitana fueron "limpiadas de las calles de Berlín", según órdenes de las autoridades del país, y recluidas en campos de internamiento de los suburbios de la ciudad, como el centro de Marzahn. También se intentó poner cortapisas a los deportistas judíos de los equipos de Estados Unidos, Bélgica, Hungría, Austria, Canadá y Polonia. Por cierto, que en el equipo germano sí hubo una excepción: Helene Mayer fue la única representante judía del equipo nazi.

Una vida de película

La vida de Jesse Owens, hijo de un granjero, nieto de un esclavo y séptimo de once hermanos, pasó a la historia por las gestas que protagonizó en un par de años. En 1935 dejó para siempre una de las actuaciones más increíbles en la historia del atletismo con cuatro récords del mundo en 45 minutos. Pero la historia le tenía reservado un hueco 15 meses después: entre la grandilocuente fanfarria de Hitler, se convirtió en la estrella en el corazón de Alemania. Los 110.000 espectadores aclamaron al prodigioso atleta afroamericano que ganó el oro en cuatro pruebas. Hitler le negó el saludo pero Owens estaba acostumbrado a la indiferencia por el color de su piel.