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El niño zaragozano que vivió el gol de Oyarzabal en el baño del Olímpico de Berlín

Decenas de aragoneses vivieron la final de la Eurocopa en directo y dejaron historias de todo tipo.

Hugo y Jaime Escribano, Sonia Beltrán y Óliver Montes, en el Olímpico de Berlín.
Hugo y Jaime Escribano, Sonia Beltrán y Óliver Montes, en el Olímpico de Berlín.
Heraldo

Camisetas, bufandas, banderas, pañuelos… Las gradas del Olímpico de Berlín acogieron a decenas de aficionados aragoneses que se aventuraron a viajar hasta allí para vivir un momento histórico y que mostraron con orgullo su lugar de procedencia. Todos ellos disfrutaron de una experiencia inolvidable, que recordarán para siempre, y que les dejó a cada uno un buen puñado de anécdotas y momentos irrepetibles.

Desde Zaragoza a Berlín viajaron en coche Hugo Escribano y su hijo Jaime (11 años), junto a Óliver Montes -amigo de Jaime de su misma edad- y su madre, Sonia Beltrán. “Cuando vi que España llegaba a la final buscamos opciones y compañía, y nos decidimos a irnos los cuatro en coche”, cuenta Hugo. Salieron el viernes, durmieron en Tours (Francia) y el sábado llegaron hasta Leipzig. Ya el domingo llegaron con sus camisetas de España a Berlín, escenario del encuentro. “Disfrutamos del buen ambiente de los españoles, cantando y con la música que había por allí. A las 17.00 fuimos al estadio cantando y animando. En el estadio nos mezclamos con los ingleses, pero con deportividad y buen ambiente”, señala Hugo, quien recuerda que “la entrada al estadio fue tremenda” porque es un campo “impresionante”. “Lo cierto es que la afición inglesa nos ganaba por goleada por cantidad, pero hicimos todo lo posible por no quedarnos atrás”, relata.

Su hijo Jaime recuerda como muy especial el gol de Nico. “Como yo juego de medio me fijé en el pase de Lamine, que fue muy bueno... Cuando marcó Nico me sentí eufórico y me fui a celebrarlo con mi amigo Óliver”.

Hugo y Jaime Escribano, Sonia Beltrán y Óliver Montes, en el ambiente previo a la final de la Eurocopa.
Hugo y Jaime Escribano, Sonia Beltrán y Óliver Montes, en el ambiente previo a la final de la Eurocopa.
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El propio Óliver tuvo una experiencia curiosa con el segundo gol de España, el que dio la victoria al equipo nacional: “Justo antes tenía que ir al baño y fui con mi madre. Al salir, mi madre me dijo que me tenía que lavar las manos, así que volví a entrar y oí un ruido tremendo. Salí y vi a unos de rojo gritando, así que empecé a gritar yo también, le dije a mi madre que teníamos que volver al campo y allí nos pusimos a celebrarlo como locos”.

Hugo Escribano recuerda el sufrimiento de los minutos finales, con la triple ocasión clarísima que tuvo Inglaterra para mandar el partido a la prórroga: “Casi nos da un vuelco al corazón cuando Olmo sacó ese balón en la línea de gol… pero después ya veíamos que nos íbamos a casa con la copa”. “Teníamos mucha ilusión, vivimos muchas emociones y lo pasamos muy bien. La gran felicidad que sentimos hace que todo haya merecido la pena”, concluye. Su hijo Jaime disfrutó de la marcha hacia el campo, del partido, “y de un amigo, Dani”, que hicieron en las calles de Berlín.

El París de la Recopa al Berlín de la ‘Euro’

Esperanza Martínez tampoco se lo pensó cuando vio que España avanzaba firme en su camino hacia la Eurocopa. Junto con su familia y amigos, vivieron las semifinales y no se quisieron perder la final. Miembros de la peña Marea Roja, única de la selección y con mucha raigambre zaragozana, pudieron estar en el momento y el lugar en el que España hizo historia.

Junto con los miembros de la peña, estuvieron cantando y animando durante todo el día. “Comimos todos juntos en un típico restaurante alemán, de esos que te dan codillo, jarras… Luego la policía nos escoltó hasta el tren, y allí tuvimos cuidado, porque estábamos mezclados con los ingleses, el tren lleno… Pero no hubo ningún problema”, cuenta Esperanza.

De izquierda a derecha Diego, José Manuel, Marcos, Esperanza y Ester
De izquierda a derecha Diego, José Manuel, Marcos, Esperanza y Ester
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En Berlín estuvieron con muchos aficionados españoles pero también “alemanes hijos de emigrantes españoles. Uno de ellos se nos echó a llorar porque su padre había fallecido y le dimos un cachirulo de recuerdo”.

Ya en el campo, estuvieron situados en la parte alta del estadio, y Esperanza recuerda con especial emoción “cuando apareció Manolo del Bombo”, que arrastra problemas de salud y se había perdido todos los partidos de la Eurocopa. “Fue un subidón”, señala.

Luego, el partido fue un baile de emociones, con momentos en los que España se veía campeona, otros en los que la cosa se puso cruda… y la alegría final del gol de Oyarzabal: “Con el primer gol nos abrazamos, nos pusimos a cantar más fuerte, animamnos… Cuando ves que te empatan, te vienes abajo. La verdad es que me esperaba la prórroga y de pronto, en una jugada, llegó ese momento increíble... Saltamos, nos abrazamos con todo el mundo sin conocernos de nada, nos cayó cerveza por encima… fue una pasada”, señala esta aficionada al fútbol.

Tanto lo es que el partido de ayer le recordó a otro gran recuerdo que acumula en su cabeza: “Estuve en la final de la Recopa y fue muy parecido, porque nos adelantamos, nos empataron, el gol al final… Nayim nos hizo sufrir un poco más, eso sí. Ayer, cuando pusieron el ‘We are de Champions, me acordé de cuando lo pusieron en el Parque de los Príncipes”.

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