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Unas heridas en la boca son las que hacen que se baraje que la niña ahogada en Ateca pudo ser asesinada

Según el informe preliminar de la autopsia, la bebé hacía al menos una hora y media que había muerto cuando su padre la llevó al centro de salud.

Agentes de la Guardia Civil, en las puertas del centro de salud de Ateca.
Agentes de la Guardia Civil, en las puertas del centro de salud de Ateca.
Jorge Zorraquín

El informe preliminar de la autopsia de la niña ahogada en su casa de Ateca el miércoles de la semana pasada apoya la investigación llevada a cabo por la Guardia Civil, desacredita la versión ofrecida por los padres y pone sobre la mesa la opción de que la muerte fuese intencionada y no por un descuido. Las médicos forenses que exploraron el cuerpo de la niña de 14 meses encontraron en la cara interior de los labios superior e inferior derechos una serie de marcas y laceraciones que, según apuntan en su escrito, les impiden descartar “tajantemente” la existencia de un mecanismo de sofocación que causase el fallecimiento. Es decir, que éste fuese provocado. Esta circunstancia es uno de los motivos que ha hecho que la titular del Juzgado Mixto número 2 de Calatayud, que el viernes decretó prisión provisional para los progenitores, todavía no haya decidido si aprecia en lo ocurrido un delito de homicidio imprudente o de asesinato. La diferencia en cuanto a penas en el caso de ser condenados es importante. El homicidio imprudente se castiga con entre 1 y 4 años de cárcel, mientras que el asesinato podría conllevar incluso la prisión permanente revisable.

La jueza sí que tiene claro en su auto que los padres llevaron a cabo “un desamparo absoluto” de su hija y habla de “dejadez” de sus funciones paternofiliales. Para ello se basa en buena medida en las conclusiones de las forenses que apuntan a que el fallecimiento se produjo bastante tiempo antes de que la trasladasen al centro de salud de Ateca. De hecho, desde el deceso hasta que fue atendida por los sanitarios pasó al menos una hora y media. En el centro médico entró a las 15.35 y las responsables de la autopsia sitúan en cambio la muerte entre las 11.00 y las 14.00. En el momento en el que el personal sanitario pudo atenderla ya no tenía pulso, respiración ni signos vitales. A pesar de ello, durante una hora se intentó reanimarla hasta que a las 16.39 se decretó su fallecimiento.

La defensa de los progenitores, que ha sido asumida por el abogado Juan Manuel Martín Calvente, descarta completamente que la muerte de la niña fuese intencionada y entiende que en el caso de imputarse un homicidio imprudente el grado del mismo estaría pendiente de las pruebas que aún se deben practicar. El letrado considera también que la prisión provisional decretada para sus representados no es una medida proporcionada y destaca de ellos que son una familia integrada. Al respecto, el padre, I. A., de 37 años, lleva 26 residiendo en España y como la madre, O. A., de 35 años, no cuenta con antecedentes penales. El matrimonio, que había llegado a Ateca desde Baleares hace menos de un año, tiene otros tres hijos de 3, 10 y 13 años que en el momento de los hechos estaban en la casa y de los que por el momento se han hecho cargo sus familiares.

El relato de los hechos expuesto por los progenitores es coincidente. Según contaron, en un descuido la niña entró en una habitación contigua al salón en la que tienen instalada una piscina hinchable y se metió en ella. La madre sostiene que a las 15.00 vio a la pequeña en el salón con su padre y veinte minutos después fue cuando se la encontró dentro del agua. El padre afirmó en su declaración judicial que había sido la bebé, la cual según el mismo manifestó se movía a gatas y solo caminaba con ayuda, la que, sin que el hombre se diese cuenta, había abierto la puerta de la estancia en la que estaba la pileta y había llegado hasta ella.

Siguiendo su relato, ante la alarma dada por su mujer, I. A. tomó en brazos a la pequeña y marchó caminando al centro de salud. A pesar de los 400 metros de distancia que debía cubrir, rechazó la ayuda de un vecino que se ofreció a llevarle en coche y que incluso le siguió montado en el automóvil.

Las jueza considera que lo expuesto por los progenitores es “inverosímil”. Siguiendo las conclusiones del atestado policial, destaca en su auto que “un bebé de 14 meses que no camina no tiene ni fuerza ni capacidad de abrir una puerta y cerrarla”. Destaca al respecto, que esa puerta en concreto, según comprobaron los investigadores, queda encajada con fuerza en el marco y requiere ejercer presión para su apertura. Además, por altura, la niña no alcanzaría el manubrio.

La piscina en la que murió ahogada la bebé mide 50 centímetros de alto y contenía 16 centímetros de agua. En su interior había varios juguetes como unas bolas y un flotador en el que el niño que lo emplea queda asegurado al introducir las piernas por unos agujeros. Las marcas que tenía la pequeña en su cuerpo coinciden con esas aberturas, por lo que la investigación infiere que lo llevaba puesto cuando murió y descarta que ella misma fuese capaz de colocárselo. De ahí que el informe forense apunte a que la niña estaba colocada dentro de la piscina con el flotador puesto cuando su cabeza quedó sumergida en el agua.

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