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La víctima del crimen de la calle de Lastanosa recibió 102 navajazos

La acusación en nombre de la familia califica como asesinato el hecho, ocurrido el pasado marzo, mientras que la defensa del detenido alega que actuó movido por un intenso miedo.

La vivienda donde ocurrieron los hechos, precintada por el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional.
La vivienda donde ocurrieron los hechos, precintada por el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional.
Guillermo Mestre

El gran número de pinchazos, cortes y golpes presentes en su cuerpo reflejan la extrema violencia que alcanzó la pelea que acabó con su vida. La autopsia practicada en el Instituto de Medicina Legal de Aragón a José Luis E. B., la víctima del crimen cometido en un piso del número 23 de la calle Lastanosa de Zaragoza el pasado marzo, detalla 110 heridas diferentes de las que 102 las habría ocasionado un arma blanca cuyas características encajan con la navaja ensangrentada que la Policía encontró junto a su cadáver. Sufrió lesiones en los brazos y una pierna, pero especialmente llamativas son las 80 recibidas en la cabeza, 9 de ellas en la cara y 71 en el cráneo y la nuca, todas estando aún vivo. El informe forense destaca cinco como las que causaron más daño e incide en una que califica de mortal: una puñalada en la mejilla que seccionó la vena facial izquierda y alcanzó la yugular.

El cuerpo sin vida de José Luis E. B., de 63 años, fue hallado en su propio domicilio el 5 de marzo. En el piso se encontraba también Tomás Jesús I. L., de 58 años, que fue trasladado al Hospital Clínico con una herida punzante en la cabeza, cortes en los brazos y golpes por todo el cuerpo. Posteriormente, la titular del Juzgado de Instrucción número 2 en funciones de guardia decretó su ingreso en prisión, tras interrogarlo en el centro hospitalario, como presunto autor de homicidio.

La imputación definitiva por parte de la Fiscalía, no obstante, está pendiente de concretarse en breve de acuerdo con el trámite de la Ley del Jurado. La acusación particular, ejercida por el abogado José Luis Melguizo en nombre de la familia, tiene la intención de calificar el hecho como asesinato con la agravante de ensañamiento. Sin embargo, la defensa mantendrá que su representado actuó en legítima defensa ofuscado por el intenso miedo que sintió a perder la vida tras recibir una cuchillada en el cráneo.

Lo cierto es que cuando ambos hombres fueron encontrados presentaban las típicas heridas de protección que se producen en los brazos cuando se trata de repeler una agresión con arma blanca. Además, en la escena del crimen solo se encontró una navaja cuya propiedad el detenido atribuye al fallecido. Pero serán las pruebas policiales y forenses las que determinen cómo y en qué secuencia se produjo el enfrentamiento.

Según las manifestaciones del detenido, el origen de la discusión parece encontrarse en un malestar que este sentía por unas llamadas telefónicas que José Luis E. B. había hecho recientemente a miembros de su familia, concretamente a su hija y a su mujer. Ambos hombres se conocían de tiempo atrás porque Tomás Jesús I. L. había llegado a trabajar como camarero para José Luis E. B. cuando este regentaba el bar Los Pajaritos en Las Delicias, pero hacía mucho que no tenían relación, siempre según la versión del investigado.

La Policía cree que fue el domingo 3 de marzo, sobre las 20.00, cuando Tomás Jesús I. L. se presentó en casa de José Luis E. B. con la intención de pedirle que dejara en paz a su familia. La víctima le franqueó la entrada, fueron al salón de la casa y en un momento dado, entre las 22.00 de ese día y las 2.00 del siguiente, comenzaron a discutir. El detenido asegura que fue José Luis E. B. quien de pronto sacó una navaja y lo atacó con ella y luego él se la quitó y se defendió. El enfrentamiento comenzó estando los dos hombres de pie y uno frente a otro y terminó con ambos en el suelo cuerpo a cuerpo.

El detenido contó que estuvo en el suelo "horas", ya que perdió el conocimiento y luego no se podía levantar por las heridas y porque tiene graves problemas en las lumbares que le limitan la movilidad y le causan una discapacidad del 45%. En cualquier caso, desde que los forenses datan la hora de la muerte de José Luis E. B. hasta que el cadáver fue descubierto a raíz de que el homicida llamara a su hija para decirle dónde estaba pasaron unas 36 horas. En ese tiempo, Jesús Tomás I. L. se llegó a incorporar ya que había rastros de sangre en el pasillo, el baño, el dormitorio y sobre todo en el salón, donde se halló el cadáver de la víctima y claros signos de una violenta lucha.

Los agentes encontraron una caja metálica con varias papelinas de droga. Pero lo que más les llamó la atención fue una caja fuerte en la que había guardados cientos de miles de euros y una importante cantidad de cocaína. En el dormitorio había restos de sangre sobre las sábanas, billetes de 5 y 10 euros dispersos entre las mismas, numerosas prendas de ropa tiradas en el suelo y un bote en una mesilla con sustancia blanquecina.

Por esta razón, la principal hipótesis del móvil del crimen que manejó la Policía está relacionada con el tráfico de drogas. De hecho, el detenido fue enviado a prisión provisional como presunto autor de delitos de homicidio, robo con violencia y un tercero contra la salud púbica.

Los diferentes análisis practicados al fallecido, tanto de sangre, orina como de humor vítreo, indicaron que no había presencia ni de cocaína ni de alcohol. No obstante, la de cabello reveló que había tenido un consumo reciente. El detenido, por el contrario, sí dio positivo a tóxicos.

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