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45 niños saharauis pasarán el verano en Zaragoza: "La primera vez que vio salir agua del grifo alucinaba"

Las familias aragonesas acogerán en total a 120 como parte del proyecto Vacaciones en Paz. Este lunes han sido recibidos en el Ayuntamiento. 

Zaragoza recibe en el Ayuntamiento a los niños y niñas saharauis de Vacaciones en Paz
David Vicente, junto a Hafdala, que pasará dos meses con su familia, en el salón de plenos del Ayuntamiento de Zaragoza.
Oliver Duch

La primera vez que Hafdala vio cómo caía agua del grifo del que iba a ser, durante dos meses, su hogar en Zaragoza, casi no se lo podía creer. David Vicente, que sería durante todo ese tiempo su "padre de verano", fue en ese momento más consciente aún si cabe de la importancia que tenía su participación en el proyecto Vacaciones en Paz, por las condiciones tan extremas que son el duro día a día de los niños que viajan hasta España dentro de esta iniciativa. El agua ha marcado mucho la experiencia del niño en la capital aragonesa: fue "piscina" la primera palabra que aprendió en castellano y es uno de los lugares en los que más disfruta, aunque solo con ver la bañera de su casa ya estaba entusiasmado. 

Tres años después, Hafdala y David han vuelto a reencontrarse, como cada verano desde entonces, para pasar en familia los meses de julio y agosto. Es uno de los 45 niños, de 8 a 10 años, que vienen a Zaragoza procedentes de los campamentos de refugiados de Tindouf (Argelia) y de los 120 que, en total, se quedan en Aragón. Este lunes ambos han asistido a un desayuno organizado en el salón de recepciones del Ayuntamiento, donde la alcaldesa, Natalia Chueca, ha dado la bienvenida a los chavales y ha agradecido a las familias su "hospitalidad". 

Su participación en el proyecto, que se lleva a cabo desde 1995, es vital. Ojalá no lo fuera, recalca el técnico de la entidad coordinadora Arapaz, Oriol Gavín, porque eso significaría que se ha solucionado el conflicto del Sáhara Occidental. Por desgracia no es así, y alrededor de 200.000 personas viven en estos campamentos. En primer lugar, durante el tiempo que pasan en España, los niños saharauis pasan a formar parte de la tarjeta sanitaria de la familia de acogida y logran acceder a un sistema sanitario que nada tiene que ver con el servicio del que disponen allí. También, explica, aprovechan para ir al dentista, a la óptica o realizarse revisiones auditivas. 

Por otro lado, está el aspecto nutricional. "Ellos allí viven básicamente de la ayuda humanitaria internacional, que ha ido disminuyendo en estos últimos años y la alimentación es mucho más precaria de lo que tenemos aquí", apunta Gavín. Aunque lo ideal, claro, sería que pudieran comer adecuadamente todo el año, esos dos meses en los que pueden acceder a una dieta equilibrada son "muy importantes para su desarrollo posterior". Además, el proyecto tiene la función de sensibilizar a la sociedad y a los propios niños sobre el conflicto saharaui, de que aprendan otro idioma y que puedan conocer otras realidades fuera del campamento en el que han nacido. 

Además de Arapaz, participan en Vacaciones por la Paz Umdraiga, Alouda (Amigos del Pueblo Saharaui del Alto Aragón) y Lestfta (Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Teruel). El Ayuntamiento de Zaragoza aporta 30.000 euros al programa con cargo al presupuesto de Cooperación al Desarrollo. Muchos de los participantes, como David Vicente, repiten cada año y establecen lazos tanto con los niños que acogen como con sus familias, con las que están en contacto diariamente a través de videollamada cuando Hafdala está en Zaragoza. No hablan con su padre, que está en la guerra, pero sí con su madre y una tía que también participó de pequeña en el programa y habla español. 

También mantienen en contacto el resto del año, y colaboran haciéndole llegar material escolar o incluso productos de limpieza. Hace poco, cuenta Vicente, también le enviaron una bicicleta, que el niño quería desde hace tiempo. La cara de ilusión que ponía en las fotos que le enviaron de vuelta, dice, lo valían todo. "La experiencia es maravillosa, tanto para nosotros como para él y nuestros hijos, que tendrán unos valores y unas convicciones de vida gracias a esto que son diferentes a si no lo realizas -sentencia-. Les enseñas el idioma, tus costumbres, son unos niños encantadores, trabajadores, te ayudan en todo, es una pasada, cosa que los de aquí a veces no". 

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