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Vecinos de Torralba tras la tormenta: "Parecía que se acababa el mundo"

La localidad del Ribota fue epicentro de la afección por la granizada de este miércoles, que dejó afecciones en el casco urbano y especialmente en el campo.

Alberges (albaricoques) todavía con días por madurar con daños por el pedrisco
Alberges (albaricoques) todavía con días por madurar con daños por el pedrisco
J.Z.

Casi un día después de la intensa tormenta de granizo que descargó este miércoles en Torralba de Ribota todavía quedan algunos rastros de la virulencia y la intensidad con la que el frente pasó por la localidad. En las inmediaciones del casco urbano, fincas de cereal sin cosechar, viñas y almendros sirven de testigos, con espigas tumbadas o destrozadas, granos de uva en plena formación teñidos de marrón y bayos con marcas. Dentro del propio pueblo de la Comunidad de Calatayud, la pista de pádel es el ejemplo palmario: hojas por la zona de juego y en una de las esquinas pequeñas ramas y una placa de hielo todavía por derretir.

"Parecía que se acababa el mundo". Es el resumen de la tromba de 20 litros por metro cuadrado y mucha piedra que hace a media mañana Pedro Ibáñez, de 84 años, tras presenciar las fuertes rachas de viento, la cascada de agua y el intenso ruido del pedrisco. Para atestiguar lo que dice, se encamina a la parra de un vecino, donde las hojas han sido barridas a una esquina, pero donde el fruto sigue rajado junto a las pocas pepitas que se han podido librar aparentemente. Su hortal tampoco se ha librado y en los campos que trabaja su hijo tampoco hay mejor impresión: "Mira qué bocados llevan estos alberges", dice con las piezas en la mano.

A estos albaricoques, todavía con diez o doce días de maduración por delante, los daños los han destrozado. Para su mujer, Consuelo Marco, lo ocurrido este miércoles no tenía precedentes: "He visto granizadas, pero de esta manera nunca lo había conocido". Escoba y recogedor en mano, y con sus años a la espalda, se lamenta de que "el hortal estaba bien hermoso y lo ha dejado destrozado, no hay remedio". "Donde ha cogido, no se ha salvado nada", detalla Luis Ángel Ibáñez, hijo de ambos y que ayer se dio una vuelta por el término para ver el alcance, que sitúa desde zonas de la sierra de Armantes hasta casi Viver de la Sierra.

"Fue una franja y hay daños en hortales, con tomates que ha dejado para tirar, daños en olivos, albaricoques, almendros. La cereza ya casi no quedaba, pero lo peor es para la viña, que estaba ya el fruto fraguado y hay cepas peladas completamente", describía con pesar en la voz. "Lo que ha cogido lo ha machado", insiste, y también apunta al daño que han causado las fuertes rachas de viento, que ya venían advertidas en la alerta que emitió la Agencia Estatal de Meteorología. En su caso, puntualiza que el daño no se puede apreciar en toda su dimensión a día de hoy: "Ayer se veía cómo estaba. Hoy se verá más y en tres días, más todavía".

Como ejemplo pone una finca de almendros jóvenes, de unos tres años, que tiene cerca del pueblo. "Tienen muchas heridas y eso hace que la planta se pare, que la savia no circule. Así que para ver cómo le va a afectar hay que esperar más tiempo", advierte. Además, como teniente de alcalde, subraya que hace 15 días acabaron de limpiar varios barrancos, lo que ha podido aminorar los daños: "Si no podría haber sido una destroza mayor". Lo confirma también el propio alcalde, Diego Percebal, que desde ayer por la tarde no da abasto con el teléfono a cuestas: "Es un no parar", sintetiza a las puertas de la casa consistorial.

Desde allí señala los perjuicios que la tormenta ha dejado: "Principalmente en los campos. En el pueblo lo habitual de una tromba así: aleros levantados, tejas caídas… Y a quien se le cegaron los sumideros por el granizo y las hojas, pues tuvo algún susto con el agua en su casa o en el garaje", indica. En las instalaciones municipales, además de la pista de pádel, también ha salido esquilmada la piscina: "Ha dejado mucho daño en los árboles". En algunas fachadas llegó incluso a levantar la pintura y en otras a hacer que se cayeran algunos zócalos. "A mi me dejó un palmo de granizo en el balcón", señala Presentación Lasa.

Para otros, como Sebastián Grande, que llegaron ayer por la tarde desde Zaragoza, la suerte era dispar. "En el huerto algo de barro y alguna cosa tumbada, pero poco más. El problema han sido las tejas, que se han caído y que si llegan a coger un coche o la cabeza de alguien…", señala volviendo la puerta de la cochera en la que va a meter su furgoneta. A pesar de los esfuerzos por devolver la normalidad, todavía se aprecian algunas barranqueras de tierra, en la carretera de entrada principalmente, y todavía el susto de lo que pasó en menos de media hora.

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