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Un destierro incumplido y un crimen por encargo, a juicio en la Audiencia de Zaragoza

Una septuagenaria, dos de sus nietos, la pareja de uno de ellos y un supuesto sicario toxicómano están acusados de tentativa de homicidio.

Dolores H. J., en agosto de 2020, cuando fue detenida por la Guardia Civil.
Dolores H. J., en agosto de 2020, cuando fue detenida por la Guardia Civil.
Guardia Civil

A sus 72 años, Dolores H. J. se enfrenta este lunes a su tercer juicio en menos de tres meses. Uno de ellos lo solventó hace escasamente diez días con una multa de 1.080 euros. El anterior, celebrado el 12 de febrero, está pendiente de una sentencia que puede acarrearle una condena de cuatro años de cárcel por un delito de tráfico de drogas si se prueba que era la dueña de un paquete con 400 gramos de heroína que ella misma tiró por la ventanilla de un coche cuando se le aproximaba una pareja de la Guardia Civil. 

Y el tercero, el más grave por el delito que se le atribuye y la pena que se solicita, es el que deberá aclarar si en julio de 2020 encargó a un drogadicto que causara el “mayor daño posible” a una mujer de 41 años, actual pareja de su exmarido, patriarca del clan, septuagenario como ella, padre de sus once hijos y que no ha cumplido la ley de su etnia: el destierro de Zaragoza por separarse y juntarse con otra. La multa que pagó hace diez días fue precisamente por encararse con la víctima el pasado mes de febrero. Ambas coincidieron de visita en la cárcel de Zuera y Dolores H. J. Le soltó: “No te conocía, pero ahora que te conozco me cago en tu puta madre”.

Salvo que alegue (y demuestre) problemas de salud, Dolores H. J. se sentará este lunes en el banquillo de los acusados para responder por un homicidio en grado de tentativa por el que la Fiscalía pide 9 años de prisión. Alternativamente, califica el delito de lesiones con uso de instrumento peligroso y plantea una pena de 4 años. Independientemente de cómo se considere al final, añade además dos delitos de amenazas y solicita tres años más de prisión.

Dolores H. J. estará acompañada en el banquillo por sus nietos Ricardo F. H., de 36 años, Epifanio J. H., de similar edad, y la mujer de este último, María de los Ángeles R. G., de 27, que se enfrentan a penas de entre tres años y medio y siete. La Fiscalía mantiene que ayudaron a su abuela a planear su venganza y a buscar a la mano ejecutora: David P. M., un hombre de 43 años adicto a las drogas y que por poco dinero se prestó, según confesaría él mismo a la Guardia Civil, a llevar a cabo la agresión. El Ministerio Público pide para él penas similares a los anteriores ya que, a pesar de ser quien golpeó a la víctima con la pata de una mesa vieja en la cara y la cabeza, le ha aplicado la atenuante de alteración de sus facultades mentales por toxicomanía.

“Es a mí a quién le toca sacarle los ojos; ya la engancharé. Y a ti te buscaré la ruina más grande del mundo”.

El escarmiento comenzó a fraguarse en el verano de 2020. Dolores H. J. no terminaba de encajar que su marido, con quien había tenido once hijos, la hubiera abandonado tres años antes para irse con una mujer mucho más joven e incluso con algún lazo familiar entre ellos. A su exmarido, Ricardo H. J., condenado varias veces por tráfico de heroína, ya se lo había advertido por mensajes de Whatsapp: “Es a mí a quién le toca sacarle los ojos; ya la engancharé. Y a ti te buscaré la ruina más grande del mundo”.

La Guardia Civil recuperó el arma usada en el ataque, una pata de una vieja mesa de madera.
La Guardia Civil recuperó el arma usada en el ataque, una pata de una vieja mesa de madera.
Guardia Civil

Los acusados estuvieron dando vueltas al asunto sobre qué método podía ser el más adecuado, si una pistola (que llegaron a comprar), ácido u otras. Al final determinaron que lo mejor sería proporcionar al sicario la pata de madera de una mesa vieja. Dolores H. le encomendó que hiciera “todo el daño que pudiera” y le dejó claro que le era indiferente si la llegaba a matar. David P. M. reconoció a los investigadores que durante el mes de julio de 2020 estuvo vigilando y estudiando los movimientos de la potencial víctima, que residía en La Muela. Y acordaron que la fecha sería el 6 de agosto.

Sobre las 20.30 de la calurosa tarde veraniega todos, salvo Ricardo F. H., se presentaron en la localidad zaragozana en un Opel Corsa y, cuando localizaron a la víctima caminando cerca de la plaza del Corazón de Jesús, enviaron a David P. M. armado con la pata de madera y la atacó con ella en la cabeza. La mujer se protegió con los brazos y cayó al suelo, donde también la golpeó.

Afortunadamente, varios ciudadanos salieron en defensa de la herida y aunque los acusados le habían asegurado a David P. M. que le esperaban con el coche dos calles más abajo, cuando vieron que los vecinos lo perseguían abandonaron el lugar sin esperarlo. El agresor fue retenido hasta que llegó la Guardia Civil y se lo llevó al cuartel. El resto de los implicados fueron detenidos unos días después. El presunto sicario pasó siete meses en prisión provisional y Dolores H. J., tres.

Las lesiones de la víctima consistieron en un traumatismo craneoencefálico leve, una herida inciso contusa en forma de 7 en la frente, otras dos en el ojo derecho y en el párpado superior, así como hematomas en un brazo y contusiones en las rodillas. La Fiscalía reclama por ellas una compensación de 7.500 euros.

Los abogados de los acusados, José Cabrejas, Juan José Serra, Marina Ons o Soraya Laborda, niegan que los hechos sucedieran así y, en todo caso, serían constitutivos de un delito de lesiones atribuible exclusivamente al autor material de la agresión, por esa razón solicitan la absolución, mientras que la acusación particular, Olga Oseira, pide la condena por tentativa de homicidio. 

 

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