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Los reflejos de seis 'ángeles' ayudaron a salvar la vida de la mujer acuchillada en Zaragoza

Un profesor de la Universidad San Jorge fue el primero en poner en alerta a la central del 112. Un médico que paseaba por la zona le taponó las heridas más graves.

Acuchilla a una mujer en Zaragoza.
Acuchilla a una mujer en Zaragoza.
Víctor Meneses

Nadie sale de casa pensando que va a salvar una vida, pero este domingo hubo seis personas que claramente contribuyeron a evitar un final  trágico en Zaragoza: el de la mujer de 47 años a la que un joven de 25 apuñaló por sorpresa junto al Canal Imperial de Aragón, en la trasera del Parque Grande José Antonio Labordeta. De no ser por ellas, posiblemente el agresor hubiera huido y lo que es peor, la víctima no estaría ahora recuperándose en la uci del Hospital Miguel Servet. Pero reaccionaron pronto y de la mejor manera. Y por ello es justo reconocerlo.

El primero en activar la ‘maquinaria’ de rescate fue un profesor de la Universidad San Jorge que acababa de hacer un par de horas de marcha nórdica. “Estaba contestando varios mensajes de Whatsapp junto al coche cuando escuché gritar a una mujer. Me giré y vi a un joven encapuchado saliendo del Canal con una navaja en la mano. Lo tendría a escasos cinco metros. Justo detrás estaba la mujer pidiendo ayuda. El agua le llegaba a la cintura y tenía un círculo de sangre alrededor”, cuenta el testigo.

Como llevaba el móvil en la mano, lo primero que hizo fue marcar el 112. En el registro de llamadas del terminal consta que lo hizo a las 12.33. “Rápido, rápido. Envíen una ambulancia y avisen a la Policía. Acaban de apuñalar a una mujer y el agresor todavía está aquí”, explicó al operador sin perder tiempo. Este le dijo que era el primer aviso que recibían, por lo que pidió al testigo una ubicación exacta para agilizar lo máximo posible el rescate. Y lo cierto es que los sanitarios tardaron menos de diez minutos en acudir. Pero menos aún tardó la Policía Local, que tenía una patrulla en las inmediaciones.

El profesor es montañero y confesaba este lunes a HERALDO que estuvo a punto de sacar el piolet que tenía en el maletero del coche para hacer frente al autor de las cuchilladas. “Pero justo después de hablar con el 112 me di cuenta de que un hombre que caminaba con su perro junto al Canal lo había visto también todo y estaba tratando de reducir al agresor con ayuda del animal”, contaba. Según este, el atacante -que llevaba puesta una sudadera, un pantalón de chándal y unas zapatillas negras- se mostró al principio “dubitativo, como desubicado”, pero terminó hincando la rodilla en el suelo. Instantes después, se presentaron dos agentes de la Policía Local. Uno se fue directo a por la víctima y el otro se encargó de esposar y detener al agresor.

Como consecuencia de los navajazos, la mujer había perdido bastante sangre, por lo que el policía tuvo que ayudarla a llegar hasta la orilla. Por fortuna, un médico que se encontraba en la zona presenció la escena y acudió veloz a auxiliar a la acuchillada. Lo primero que hizo fue abrirle la blusa para localizar los cortes e intentar taponar los más graves. La Policía Local tenía un botiquín en el coche patrulla, por lo que fueron veloces a buscar material de primeros auxilios. Mientras asistían a la víctima, otra viandante se encargó de mantenerle las piernas en alto.

El que tampoco se apartó en ningún momento de la víctima fue su perro. “Era pequeño pero no dejaba de ladrar y dar vueltas a su alrededor mientras la atendían. Hasta creo que llegó a morder a una de las personas que la ayudaban”, contaba el profesor de la Universidad San Jorge. No era fácil acceder hasta el lugar del apuñalamiento, pero la ambulancia del 061 llegó a través de un camino en solo nueve minutos. Allí mismo colocaron un gotero a la mujer para estabilizarla y trasladarla después a la uci del hospital Miguel Servet.

El Grupo de Homicidios de la Policía Nacional cree que este apuñalamiento y el de otro hombre, solo un hora y media antes, en el barrio de La Paz de Zaragoza, también cerca del Canal, tendrían el mismo autor. Parece que el detenido, R. C. S., de 25 años, no conocía a las víctimas y podría tener alguna enfermedad o trastorno mental.

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