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Hoy gana lo cotidiano: “Para un niño cualquier objeto puede convertirse en el mejor juego”

Este 17 de mayo, se ha celebrado el Día Internacional del Reciclaje. En Zaragoza son muchos los que apuestan por darle una segunda vida a algunos objetos.

Niños jugando con un puñado de cosas cotidianas transformadas en juguetes.
Niños jugando con un puñado de cosas cotidianas transformadas en juguetes.
C.I.

¿Recuerda cuando cualquier objeto de su entorno era susceptible de convertirse en el tesoro más preciado? Una piña, un palo, un trozo de barro… Imágenes que para muchos ya evocan algo muy lejano y que cada vez resultan más difíciles de ver. Sin embargo, todavía hay quienes, cual reducto de irreductibles galos, se resisten a dejarlo en el pasado.

Es un miércoles cualquiera en la plaza central de Zaragoza Activa donde las fiestas de barrio del Arrabal se han convertido en la excusa perfecta para que un puñado de objetos cotidianos se transformen en los mejores juguetes del mundo. Colocados en forma de isla, en seis estaciones de juego, encontramos desde piñas a piedras, pasando por semillas, plumas, hojas, palos, bloques de barro o madera y tubos de cartón. Elementos reciclados que suelen pasar inadvertidos pero que hoy son los grandes protagonistas de una sesión de juego no estructurado.

¿Qué quiere decir esto? “Que no hay normas, los niños participan en un juego abierto que no tiene un objetivo de aprendizaje específico”, explica Noemí Calvo, de Fabricante de ideas. ¿Otro ingrediente fundamental? La presencia de los padres y madres. “No dan normas ni instrucciones. Tan solo les acompañan y les ayudan a disfrutar de lo sensorial, a improvisar y a descubrir cómo quieren jugar. No debemos olvidar que para un niño cualquier objeto puede convertirse en el mejor juego”, añade.

Sesión de juego no estructurado con objetos reciclados.
Sesión de juego no estructurado con objetos reciclados.
C.I.

Amontonar, estirar, explorar… ¡e incluso lanzar por los aires un puñado de hojas secas como si se tratase de confeti!. Así, un palo se transforma poco a poco en un improvisado bigote, y el barro va dando forma a un nido de pájaros. Sea como sea, hoy las normas las ponen ellos. “La verdad es que esto es una maravilla. Hacía muchos años que no veía uno de estos”, afirma Roberto Ramírez que juega con sus pequeños, Raúl (4) y Laura (6) a construir un castillo con bloques de madera. “Lo hemos visto en el programa de fiestas y nos hemos animado”, afirma, mientras los pequeños se esmeran en construir “una torre muy muy grande”, explica el pequeño.

A su lado, en la estación de juego de al lado, se encuentran Víctor Isa y su pequeño, Bruno, de 4 años. “Nos encanta el juego no estructurado porque fomenta la creatividad y le ayuda a desarrollar una serie de herramientas que de otra forma no conseguiría. Siempre buscamos este tipo de actividades que cada vez son más difíciles de encontrar”, relata. Además, en su caso que acaba de empezar la escolarización, la cosa se complica. “Desde niño ha jugado con cualquier cosa, pero es verdad que ahora va conociendo superhéroes o personajes de moda. Mientras tanto, nosotros intentamos que tenga acceso a todo y que siga disfrutando de la naturaleza y el entorno”, resume.

Y eso que competir con las pantallas y lo tecnológico, muchas veces, se vuelve casi una misión imposible. “La clave es que las familias tengamos la información necesaria para saber cómo influye todo esto en su desarrollo, sin vivir ajenos, pero acompañando y orientando”, advierte Alicia Galve, otra mamá que ha traído a su pequeño, Pablo, de tres años, con el que moldea unas bolas de barro. “Está genial que se promuevan estos espacios en los que jugar con materiales cotidianos. En casa le encanta, aunque también tiene juguetes tradicionales. No todo son pantallas”.

No todo son pantallas

Y qué mejor que reivindicar la importancia de estos elementos reciclados que, sin imaginarlo, se han convertido en juguetes improvisados en el marco de la celebración del Día Internacional del Reciclaje, que se celebra este 17 de mayo, y que arroja luz sobre datos desoladores, como que a día de hoy cada persona en Europa consume 16 toneladas de materiales al año, o que cada año llega a mares y océanos el equivalente en basura de hasta 1.200 veces el peso de la Torre Eiffel.

“Afortunadamente cada vez somos más conscientes. Y aunque no todo depende de los ciudadanos es cierto que cada uno de nosotros tiene que poner el foco en cómo consumimos, qué compramos y tratar de ser más conscientes de que cada acto tiene una repercusión en el medio ambiente”, reivindica Paula Oliver, de Recreando Estudio Creativo, entidad organizadora del evento.

Siete erres para cambiar el mundo

Por eso, desde Recreando Estudio reivindican la importancia de aplicar el modelo que trata de revertir esta realidad, el de las 7 erres, y pasar de lo lineal a lo circular. “La Economía Circular es un modelo de producción y consumo que implica rediseñar, reducir, reutilizar, reparar, renovar, recuperar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido. De esta forma, el ciclo de vida de los productos se extiende”, explica.

Y es que, desde esta cooperativa zaragozana llevan más de una década desarrollando proyectos, talleres y formaciones que promueven este modelo alternativo que nos invita a prestar especial atención a la vida que hay detrás de la materia prima descartada y, en definitiva, a darle una segunda oportunidad mientras se produce el cambio.

Un cambio que se produce lentamente, pero que cada vez parece que va calando un poco más en la sociedad. “Mientras se va fraguando a fuego lento, desde abajo, la ciudadanía, el emprendimiento y las pequeñas empresas y entidades podemos ir haciendo y dando ejemplo”, aseveran.

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