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Silverio Sánchez: "Con 55 años qué voy a hacer. Nos han dejado con una mano delante y otra detrás"

Padre e hijo son trabajadores de Bosal, afectados en este momento por el despido colectivo y el cierre de la planta de Pedrola planteado por la multinacional fabricante de tubos de escape.  

Diego, de 31 años, y su padre Silverio Sánchez, de 55, trabajadores de Bosal, que ha presentado un despido colectivo.
Diego, de 31 años, y su padre Silverio Sánchez, de 55, trabajadores de Bosal, que ha presentado un despido colectivo.
D. S.

"Hemos estado con baches los últimos años, pero nadie se esperaba este golpetazo", reconoce Silverio Sánchez que lleva trabajando para Bosal desde 1991, es decir, los 33 años que hace que esta multinacional belga desembarcó en Aragón. 

"Fuí de los primeros que entraron. No había ni máquinas. Al entrar hice un curso de soldadura y ahora era jefe de soldadura. Me pregunto qué voy a hacer con 55 años y además tengo un hijo, Diego, que después de estar entrando y saliendo con contratos temporales llevaba un año fijo con un contrato de relevo. Se iba a comprar un coche y ahora, van y nos dejan con una mano delante y otra detrás", denuncia. 

Pese a haber perdido el contrato con Volkswagen, indica, "estábamos con un proyecto para hacer tubos de escape para camiones en el que iban a trabajar quince personas por turno y con algún otro proyecto a la vista" por lo que no entiende la decisión del cierre por parte de Bosal salvo que la tuvieran pensada de antemano. 

"Se llevarán este trabajo a otras plantas y a nosotros que nos zurzan", señala, lamentando las circunstancias que van a tener que sufrir él y sus compañeros por una mala gestión. "Las multinacionales hacen los que les da la gana, pero no deberían permitirselo", añade. "Ni siquiera quieren pagar las indemnizaciones". 

A su hijo, Diego, de 31 años, el cierre de Bosal también le ha pillado por sorpresa. "Cuando hace unos años, PSA compró Opel y nos quitaron el Corsa, aún se podía barruntar esto, pero no ahora que teníamos bastante trabajo". Precisamente, recuerda, el pasado 3 de julio, el director de planta comentó los buenos resultados que se estaban teniendo y quince días más tarde, "estaba trabajando, salí al pasillo y todo eran caras largas y al preguntar me dijeron 'nos cierran'".

Este empleado, uno de los más jóvenes de la empresa, reconoce que "ha sido un golpe tremendo: hay mucha gente que por lesiones y toda una vida de trabajo estaba cerca de prejubilarse y ahora les va a tocar volver  a salir al mercado laboral. No van a poder enganchar", advierte. 

En su caso, dice, estudiará oposiciones o tratará de buscarse otro trabajo ya que estudió bachiller y luego hizo un grado superior de programación de desarrollo de soluciones para soldadura. Sin embargo, cree que este cierre podría evitarse aunque Bosal se haya negado en redondo. "Con un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) podríamos aguantar hasta que llegase más carga de trabajo". 

Su madre, Vicky, interviene también, para pedir al Gobierno de Aragón que impida a Bosal cerrar sin que le cueste nada. "Se les da manga ancha a las multinacionales  y eso no puede ser. Tendría que estar penalizado que despidan en estas condiciones, sin pagar nada, tras años de trabajo". "Son 135 familias las que van a dejar en la calle sin un euro".   

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