Una ruptura inédita en la historia del Gobierno de Aragón tras el fin del pacto PP-Vox
La decisión de la ejecutiva nacional de Vox de romper los cinco gobiernos autonómicos ha convertido la coalición con el PP de Jorge Azcón en la más corta de la historia democrática.
En la larga historia de pactos para garantizar la gobernabilidad en Aragón no ha habido ningún precedente de una ruptura entre los socios que haya provocado una crisis en el Ejecutivo autonómico. La decisión de la ejecutiva nacional de Vox de romper los cinco gobiernos autonómicos ha convertido la coalición con el PP de Jorge Azcón en la más corta de la historia democrática. Y hay una larga experiencia de gabinetes compartidos en el Pignatelli.
El único presidente que logró formar su Ejecutivo en solitario fue el socialista Santiago Marraco y todos sus sucesores asumieron el mandato tras cerrar una coalición. La excepción fue José Marco, igualmente del PSOE, que se hizo con el poder en 1993 tras una moción de censura protagonizada por un diputado tránsfuga del PP, Emilio Gomáriz. Duró dos años.
Aunque las relaciones entre los sucesivos socios no estuvieran exentas de lógicas tensiones, siempre se recondujeron y los mandatos acabaron sin grandes sobresaltos. A todo ello ayudó la experiencia del PAR como partido bisagra, que salvo en el paréntesis del primer Ejecutivo de Javier Lambán con CHA (2015-2019) siempre ha gobernado. Yahora, aunque no forma parte del gabinete, está integrado en el segundo de nivel del Gobierno de Azcón con ocho altos cargos.
Para encontrar un antecedente, aunque no sea equiparable, de una ruptura en el Pignatelli hay que remontarse más de dos décadas, al primer gabinete PSOE-PAR presidido por Marcelino Iglesias. Los socios estrenaron en 1999 su idilio de doce años en minoría, con 33 de los 67 diputados e Izquierda Unida les dio la mayoría absoluta al refrendar un pacto de legislatura en el otoño de 2001 entre Iglesias –en su calidad de líder autonómico del PSOE–, el vicepresidente José Ángel Biel –como presidente del PAR– y el entonces coordinador de IU, Luis Laviña.
La formación de izquierdas no llegó a formar parte del gabinete, pero el pacto sí supuso la creación de diez puestos para militantes de IU. Entre ellos, Pedro Olloqui, que asumió la dirección de la Oficina del Plan Integral de Inmigración y que ahora ejerce como director general de Cultura en su vuelta a la política. El acuerdo duró hasta que el Consejo Político de IU le puso fin en junio de 2002, lo que supuso la dimisión de Laviña y la salida de seis de los diez fichajes del Pignatelli. Cuatro se quedaron tras abandonar el partido.
