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García-Castellón: “Es poco oportuno que el fiscal general le quite la instrucción a los jueces y se la pase a los fiscales”

El magistrado de la Audiencia Nacional se jubilará en octubre pero sostiene que su deber con el secreto profesional "es de por vida".

Manuel García-Castellón, juez de la Audiencia Nacional, en el Patio de la Infanta / 17-06-2024 / Foto José Miguel Marco [[[FOTOGRAFOS]]]
Manuel García-Castellón, juez de la Audiencia Nacional, en el Patio de la Infanta.
Jose Miguel Marco

La Fundación Ibercaja ha invitado al magistrado de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón, de 71 años, a dar una conferencia sobre ‘La Audiencia Nacional o la defensa de la democracia’ en el Patio de la Infanta de la Fundación Ibercaja. Lo ha presentado José Luis Rodrigo, director general de la Fundación Ibercaja, y el periodista José Javier Rueda, adjunto a la dirección y jefe de Opinión de HERALDO DE ARAGON. El acto ha estado lleno de público, muy interesado por el juez, quien apenas hace declaraciones públicas. Poco antes de la charla ha concedido una entrevista a este diario en la sede de Ibercaja.

Regresó en 2017 a la Audiencia Nacional, al Juzgado de Instrucción número 6, tras estar 18 o 17 años destinado en el extranjero, en Francia y en Italia. ¿Cómo fueron esas experiencias como juez de enlace en ambos países?

La experiencia de Francia fue muy dolorosa, porque yo me ocupaba de terrorismo, concretamente de ETA, aunque hubo algo de Grapo y, claro, el secuestro de nuestro Publio Cordón. Fue un tiempo muy doloroso porque te encontrabas demasiadas veces con la incomprensión de los otros. En Italia era distinto, se trataba del crimen organizado. En España tenemos muchos residentes pertenecientes a ese crimen y es otra forma de trabajar, pero menos dolorosa que la primera (la de Francia).

¿Qué recuerdos tiene de casos como el de Miguel Ángel Blanco, Mario Conde o el presidente del Atlético de Madrid? En su aterrizaje en la Audiencia Nacional le tocaron bastantes temas complicados. ¿El de Miguel Ángel Blanco le marcó?

Hubo muchos casos, pero, efectivamente, el de Miguel Ángel Blanco fue de los más dolorosos. El problema de estar allí, en esa época, como me ocurría en Francia, es que era muy doloroso. La tensión puede llegar a ser enorme y las decisiones también son muy importantes. Pero, afortunadamente, la Audiencia Nacional tiene algo estupendo, que es muchos colaboradores externos de todo tipo que nos allanan el trabajo y nos lo mastican. Y además tres fiscalías super especializadas, no una sino tres fiscalías distintas. El trabajo gracias a estos compañeros también es más digerible.

Ha venido a Ibercaja a dar una charla sobre la Audiencia Nacional y la democracia. ¿Cómo está este tribunal por donde han pasado casos que han marcado la historia de España en los últimos 40 años? En octubre se jubila, ¿qué balance haría?

¿Me pregunta de la Audiencia Nacional y de la Justicia, en general? Es un poco naif porque cuando te pones a preparar las oposiciones y te pasas años encerrado en una habitación, muchas veces no encuentras el sentido a estar perdiendo tu vida encerrado entre cuatro paredes sin poder salir durante muchas horas al día y muchos años. Encuentras la razón de seguir adelante, piensas, quizás ingenuamente, que puedes mover un grano de arena del mundo. Eliminar aquello que es malo y que no está bien. Cuando piensas en eso, y después, como balance, has visto que lo que has podido hacer es algún granito muy pequeño en algunos temas. Seguramente he fracasado en muchos, no digo que no. Cuando has logrado por lo menos restablecer la justicia de una forma inmediata, que es la gran virtud de ser juez de instrucción, y yo toda mi vida he sido juez de instrucción. Otra cosa es la investigación. Después llegará al juicio pero llegará tarde. Y habrá un recurso, habrá tal y cual, pero aquí puedes hacerlo realmente.

A usted le califican como magistrado de corte conservador, juez mediático y también está usted en la Asociación Profesional de la Magistratura. ¿Qué le suponen estos calificativos?

Me da exactamente igual. No le doy ninguna trascendencia ni importancia, porque naturalmente, en algunas cosas en tu vida eres de una forma de ser y en otras eres de otra. Es decir, no puede ser siempre monovalente. Depende de qué situación tienes un aspecto más importante que otro. En cuanto a lo de mediático, yo nunca he sido mediático. No me ha gustado nunca hacer ninguna entrevista y ésta es una de las escasas que hago, pero yo no tengo la culpa que esos asuntos salgan por ahí. Yo no puedo hacer nada lógicamente.

Usted ha manifestado que le ha gustado la investigación en los juzgados y uno de los casos que le ha parecido más importante en su carrera es el de Miguel Ángel Blanco. Recientemente ha procesado al equipo de la dirección ETA. ¿Se llegará a juicio?

Yo he hecho lo que creía que debía hacer, ahora será la Sala de lo Penal la que haga o deje de hacer.

En la causa de Puigdemont, de Tsunami Democratic, ha habido una batalla judicial y política. Le han acusado miembros del Gobierno de Pedro Sánchez, como la ministra Teresa Ribera, de estar muy decantado hacia un lado. ¿Cómo lleva este proceso?

Los jueces tenemos un problema casi personal en el sentido de que tenemos una mano atada. No podemos opinar y estás a merced de lo que digan otros y no te puedes defender. Si te defiendes y atacas tú también y dices esto no es así, esto es así, el problema es que quedas recusado en ese procedimiento que llevas y te quitan. El tema es que, desgraciadamente, repito, tenemos una mano atada a la espalda. Entonces tienes que comértelo, tienes que asumirlo, saber que es así y aguantarlo. Bueno, ¿es una disfunción del sistema democrático? Totalmente. ¿Me gustaría que tuviéramos un sistema como el anglosajón? Por supuesto, pero no lo tenemos.

Usted ha sacado casos como los de Podemos, Púnica o Lezo, todos marcados por la política: ¿siente que le han llevado los casos de la política o simplemente le han tocado?

Pasaba exactamente igual cuando llegué a la Audiencia Nacional en 1993 a suceder a Baltasar Garzón, que luego volvió enseguida, y lo mismo le decían a él. Como que se quedaba con los casos. No, mire usted. Aquí hay un sistema riguroso de turno y, por lo tanto, no se puede manipular de ninguna de las maneras. Incluso para cosas más sencillas, como son atestados de la Policía, de la Guardia Civil, de la Ertaintza o de los Mossos d’Esquadra. También se reparten. Otra cosa es que un asunto que tú lleves tenga una conexión con otra. Entonces tienes dos procedimientos distintos, y lo lógico es que los lleves tú, pero nada más.

¿Cómo valora el estado de la Justicia en España?

Bueno, digamos que ahora mismo está en estado de obras. Está por en medio el tema de la renovación del Consejo (General del Poder Judicial), la propia situación que tiene y la falta de mecanismos que sufre para poder actuar con más contundencia. El tema de la Fiscalía General, que quieren quitar la instrucción a los jueces de instrucción y pasársela a los fiscales, precisamente en este momento... Para mí lo hace muy poco oportuno. La situación no es buena.

A usted le dieron el premio Puñetas de plata en 2022. ¿Cree que su visión de la Justicia está bien vista por el periodismo y más bien vigilada por la política?

Es lo que decía de tener una mano atada. Sabes dónde te metes y es como el que escribe artículos de opinión en un medio. Ya sabes que va a tener críticas y alabanzas, pero bueno es lo que hay.

¿Considera que los ciudadanos han perdido la confianza en la Justicia?

Sí. Precisamente, el mal no está en el juez concreto sino en la sociedad que lo paga. Lo que hace es aumentar la desconfianza. De hecho, desgraciadamente, los ránquines reflejan que hay falta de confianza en las instituciones y la Justicia no está muy boyante, digamos eso. Esto es lo que me preocupa en realidad. Lo que me preocupa en realidad es lo que ya he dicho, echo de menos un sistema como el anglosajón.

Nació en Valladolid en 1952 y ahora, con 71 años, ¿cómo ve esa despedida? ¿Se va a poner a escribir? 

No creo, porque tienes un deber de secreto profesional toda la vida. No puedes contar cosas que has vivido en el secreto de profesional. Yo creo que en todo tiene que haber un límite. Yo sé que hoy día esto no está muy de moda, pero tiene que ser así.

¿Los jueces están por encima del control de algunos estados?

Esa es la lucha.

¿Está muy vigilado en su trabajo?

Por supuesto, pero cuando he hecho algo que afecte al ministro del Interior y a otros no me han dicho que haya caído en ‘lawfare’ (guerra legal). Entonces, si se dice que existe (el ‘lawfare’) es horrible porque supone que existe premeditación y entonces te tienen que denunciar.

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