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El Banco de Alimentos de Zaragoza sopla 30 velas: "Ha pasado de dar 19.000 kilos de comida al año a 3.237 toneladas"

El próximo reto es crear una plataforma que ponga en contacto a la entidad con las empresas para aprovechar los sobrantes.

Inmaculada Felices lleva dos décadas como voluntaria en el Banco de Alimentos de Zaragoza.
Inmaculada Felices lleva dos décadas como voluntaria en el Banco de Alimentos de Zaragoza.
Toni Galán

Al Banco de Alimentos de Zaragoza le faltan unos días para soplar 30 velas. Cumplirá tres décadas dedicado a facilitar que la comida llegue a la mesa y la nevera de quienes más lo necesitan el próximo 21 de junio. No habrá grandes celebraciones, pero quienes llevan más tiempo trabajando como voluntarios en la entidad echan la vista atrás y ven su gran transformación sin perder su esencia. Inmaculada Felices, coordinadora de las campañas y del voluntariado, lleva dos décadas vinculada a él y lo resume en un dato: “Ha pasado de dar 19.000 kilos de comida al año a 3.237 toneladas”.

Sus orígenes como asociación van ligados a un grupo entusiasta de zaragozanos, dirigidos por el sacerdote José Luis Sauras, que en los primeros momentos almacenaban los productos que les donaban en las estanterías de sus casas. 

"Las personas que iban a pedir aceite lavaban las garrafas en sus casas, fueron unos inicios muy modestos. Todo estaba por hacer"

"El primer año de funcionamiento hubo dos voluntarias que con una ilusión tremenda acudieron a una empresa de huevos a explicar lo que era la iniciativa y les dieron una docena". Es la anécdota que cuenta Felices de aquellos inicios en los que atendía a 35 centros asistenciales entre guarderías infantiles, comedores benéficos, residencias de ancianos y centros de rehabilitación de toxicomanías.

Ana Cendoya, una de las más veteranas, recuerda esos comienzos "en los que todo estaba por hacer" como una de las etapas "más emocionantes". Una empresa de tartas fue de las primeras en donar y aportaba los recortes que solía desechar en el obrador. "Se molestaban en guardarlos cuidadosamente, puede parecer poco, pero les dimos bastante utilidad porque venían muy bien para los desayunos", recuerda. "Las personas que iban a pedir aceite lavaban las garrafas en sus casas porque era la única manera de funcionar, fueron unos inicios muy modestos", comenta.

Así recogía HERALDO el primer aniversario del Banco de Alimentos de Zaragoza en junio de 1996.
Así recogía HERALDO el primer aniversario del Banco de Alimentos de Zaragoza en junio de 1996.
Heraldo

Los 19.091 kilos de productos que logró en 1995 se multiplicaron hasta los 91.000 al año siguiente. Con esas 91 toneladas se llegó a 2.361 personas. Hoy se atiende a 23.780 usuarios a través de 146 entidades y el año pasado salieron de sus naves 3.237.214 kilos, lo que supone 135 kilos por persona y año. El volumen de trabajo obligó en 2008 a crear el banco de Teruel y en 2010 el de Huesca.

Cuando Felices entró en contacto por primera vez con la hoy fundación, esta funcionaba en una nave de 450 metros cuadrados en Mercazaragoza. Antes, había tenido distintas sedes en la ciudad, en las calles Porcell y Ruiz Picasso y en el paseo de la Ribera que se fueron quedando rápidamente pequeñas. En julio de 2015 culminó el traslado a su actual ubicación en el mismo polígono alimentario, en el que ocupan tres naves. Los repartos con furgoneta no llegaron hasta 1999 y hasta entonces utilizaban sus coches particulares. Hoy su flota es de seis vehículos al que en breve se va a sumar un camión frigorífico.

José Ignacio Alfaro, presidente del Banco de Alimentos de Zaragoza, en una de las naves de la institución.
José Ignacio Alfaro, presidente del Banco de Alimentos de Zaragoza, en una de las naves de la institución.
Guillermo Mestre

"Somos ya como una empresa"

Para que a nadie le falte un plato de garbanzos, y hoy segundos a base de carne y pescado congelado, los voluntarios son un eslabón imprescindible en esta cadena solidaria. El medio centenar con que contaban en los primeros años ha dejado paso a un equipo de 140 fijos y casi 6.000 en una base de datos de la que echar mano. "Los voluntarios no cobran, pero no porque lo que hacen no tenga valor, sino porque lo que hacen...¡no tiene precio!". Una frase que le gusta repetir a Felices.

La evolución de su característica gran recogida refleja la nueva etapa que afronta. Los carros y cajas repletas de conservas, palés de leche y aceite, paquetes... han dejado paso a las donaciones económicas en caja.

"Los voluntarios no cobran, pero no porque lo que hacen no tenga valor, sino porque lo que hacen... ¡no tiene precio!"

"En cuanto a organigrama somos ya como una gran empresa, con departamento comercial, contabilidad, proveedores...", resume José Ignacio Alfaro, su presidente. De hecho, está buscando un responsable de recursos humanos y un jefe de administración. Una tarea difícil, reconoce, porque "la gente que ha trabajado de ello prefiere desconectar cuando se jubila y dedicarse a descargar cajas".

La "niña bonita" para 2025 es crear con la Federación Española de Bancos de Alimentos una plataforma que ponga en contacto a las entidades con las empresas interesadas en aprovechar sus sobrantes y lograr el "desperdicio cero", que llegará a ser obligatorio por ley. La entrada de nuevos usuarios no va al alza y se espera llegar a distribuir este año cuatro toneladas de alimentos.

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