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Pembe, gestora del bar de Belmonte de Gracián: "Me gusta atender desde la barra, llevo 10 años haciéndolo"

Esta búlgara de 28 años se ha hecho cargo de comandar el servicio y ha llegado al pueblo con su pareja y sus tres hijos, de 10, 6 y 2 años. "Estamos contentos", sentencia el alcalde. 

Pembe, gestora del bar de Belmonte de Gracián
Pembe, gestora del bar de Belmonte de Gracián
JMACIPE

La ubicación del bar de Belmonte, localidad de la Comunidad de Calatayud enclavada en la ribera del río Perejiles, es privilegiada: una de sus fachadas está orientada a la casa donde nació el ilustre jesuita, escritor y pensador Baltasar Gracián y la entrada está enfrente de la iglesia de San Miguel, en la que destacan los detalles mudéjares de su torre y, especialmente, su imponente ábside. A pesar de ello, las puertas del local estuvieron prácticamente un año cerradas a cal y canto, tras la marcha de los últimos gestores. Desde abril, Pembe, búlgara de 28 años, se ha hecho cargo de comandar el servicio y ha llegado al pueblo con su pareja, Ahmed, y sus tres hijos, de 10, 6 y 2 años.

"Me gusta hacer esto: estar en la barra atendiendo. Es lo que he hecho siempre y es un trabajo con el que estoy contenta", explica esta joven, que lleva ya más de una década en España. Anteriormente, había estado en otros municipios, a caballo entre la comarca bilbilitana y la del Campo de Daroca, como Acered y Alarba y a Belmonte ha llegado porque se lo comentaron dos distribuidores que conocía: "Dijeron que estaba libre y llamé al Ayuntamiento de aquí para ver qué hacía falta". Desde el Consistorio se pusieron en contacto con la Asociación Cultural Grío, por sus años de experiencia en estas lides. Según explica Consuelo Vicente, responsable del programa ‘volveralpueblo.org’ en la zona "el anuncio llevaba un año puesto".

Vicente reconoce que "había más interesados, pero encontrar el perfil de alguien que tenga experiencia y que tenga intención de quedarse es más difícil, por lo que tuvimos que esperar". En poco más de un mes, Pembe ha demostrado, según el alcalde, José Carlos Pérez, que "tiene interés por aprender y que lleva el negocio bien, además de estar limpio y curioso". "Estamos contentos", sentencia. Desde un primer momento, el objetivo del municipio era tener la puerta abierta: "Tuvieron que abonar una fianza y solo pagan la luz. El ayuntamiento no quiere ganar nada".

Para ponerlo más fácil, pusieron a disposición de la nueva gestora una vivienda. "Pagan un alquiler y la casa está completamente reformada", detalla Pérez. La cocina del bar también se encuentra con equipamiento y con nuevos utensilios. "Aquí además de la actividad que puede haber en otros pueblos, todos los días tiene 8 o 9 comidas de los trabajadores de Myta", puntualiza el regidor. A eso, se añade, detalla Pembe, que los fines de semana la actividad se multiplica, especialmente a la hora del vermú, a lo que se añaden almuerzos.

La Asociación Grío, además de facilitar la llegada, ha mantenido el contacto para los trámites burocráticos. "En su caso ha sido sencillo, porque les corresponde el mismo colegio al que iban antes y con el tema sanitario tampoco ha habido mayor problema", indica Consuelo Vicente. Mientras lo dice, el hijo pequeño de Pembe trastea por detrás de la barra, mientras sus hermanas corretean por el salón y por la calle. Para Vicente, su trabajo "busca asentar población, acompañarles, y a veces sigue siendo difícil encontrar viviendas en buenas condiciones, aunque para alquilar es más raro todavía".

 

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