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Víctima de accidente de tráfico: “Hice una promesa, si salía de esa dedicaría mi vida a la causa"

Francisco Ureta lleva 16 años impartiendo cursos de sensibilización vial con el objetivo de conseguir un cambio de actitud en los conductores.

Francisco Ureta, durante una charla.
Francisco Ureta, durante una charla.
H.A.

La vida de Francisco Ureta Torcal cambió radicalmente el 8 de febrero de 2008 cuando un vehículo le arrolló mientras conducía una moto por una rotonda en Zaragoza. Un choque fatal que le condenó a vivir en una silla de ruedas para siempre, pero del que supo reponerse para ayudar a los demás. “Durante los 50 minutos que tardaron en socorrerme, además de despedirme de mis seres queridos, realicé una promesa, que si salía de esa dedicaría mi vida a la causa”. Y así fue. Dieciséis años después, ha impartido infinidad de charlas y cursos de sensibilización vial a más de 160.000 personas.

“Lo primero que tuve que aprender es a perdonar. Y no solo le perdoné, sino que le hubiese ayudado si me hubiesen dejado”, asegura Francisco refiriéndose al conductor que causó el accidente. “Después de una experiencia como la que yo viví, cambias tu perspectiva vital y aprendes a valorar las pequeñas cosas como extraordinarias. Si no perdonas es imposible ser feliz”, destaca.

Francisco imparte una media de diez cursos al mes en centros homologados en los que expone su historia a todas aquellas personas que han cometido imprudencias al volante y que necesitan recuperar puntos de su carné de conducir. Su objetivo es “generar un cambio de conducta”, algo muy complicado en algunos casos debido a la variedad de perfiles y personalidades. “Además de víctimas, somos formadores. Tratamos de hacerles ver que sus actos tienen consecuencias y que da igual de qué trabajen o el dinero que tengan, este es un viaje en el que no hay billete de vuelta”, relata.

Durante sus charlas, Francisco trata de buscar “anclajes emocionales” con la gente para “contar todo lo que hay detrás de un accidente” y mostrar que se convierte en “un terremoto que puede suceder en tu ciudad, en tu comunidad y, en ocasiones, en tu familia”. “La seguridad vial ‘no vende’, pero alguien tiene que hacerlo. Yo estoy dando mi vida por esto y aunque a veces tengo que sacar fuerzas de donde no las hay, creo que merece la pena”, asegura. “Mucha gente me dice ‘ojalá el curso fuera obligatorio’ o ‘si lo hubiese sabido antes no estaría aquí yo’. Eso es lo que me da fuerza para no tirar la toalla”, destaca.

Pero la suya no es una tarea fácil, ya que existen personas con adicciones al alcohol y las drogas, o con serios problemas de conducta a los que ni este tipo de impactos le afectan a la hora de reincidir. “Sé que hay personas que, por mucho que yo haga o les cuente, no voy a poder estimularles, pero yo no me siento un fracasado. Es muy complicado poder hacerles cambiar de opinión, más aún cuando muchos de ellos son enfermos, que lo que necesitan es terapia, o que les quiten el carné directamente”, afirma.

Y es que esas son también algunas de sus reivindicaciones, cambios en la legislación vial que permitan poner solución a situaciones que se repiten una y otra vez. “Creo que debe de haber alguna reforma en el sistema de carné por puntos y que la investigación de un accidente debe ser mucho mayor, tanto para esclarecer la causa como la culpa. Muchos de los que acuden a las charlas están ahí porque los trae tráfico, sino no estarían”, asegura.

Una lotería sin retorno

Según datos de la Dirección General de Tráfico, en España se producen cada año una media de 37 víctimas de tráfico por cada millón de personas. En la provincia de Zaragoza ascienden a 51. “Yo siempre les digo a todos que cuando nos montamos en el coche tenemos cincuenta y una papeletas entre un millón. Si bebemos, metemos otras treinta. Si nos drogamos, otras treinta, si miramos el teléfono, otras treinta. El noventa por ciento de los puntos se quitan por alcohol, drogas, exceso de velocidad y distracciones”, asegura.

Durante la hora de charla, Francisco trata siempre de convencerles de que “tienen un problema, pero que están a tiempo de cambiar”. También imparte ponencias en los cursos “Taseval” y “Proseval”, de 6 y 14 semanas de duración respectivamente, destinados a personas condenadas por delitos contra la seguridad vial, donde el noventa por ciento de ellos ya le conocen. “Si no eres capaz de respetar las normas, estas son las consecuencias”, destaca.

Francisco seguirá trabajando de manera incansable para tratar de abrir los ojos a todos aquellos que cada día al coger el coche ponen en riesgo su vida y la de otros. "Como no hay cura, seguiremos trabajando la prevención", concluye.

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