gastronomía

Alternativas a la 'crisis de la empanadilla' en Aragón

El cese de la producción de una conocida marca de obleas ha generado una 'crisis'. Pero esta popular receta se sigue comiendo en establecimientos aragoneses que la elabora artesanalmente.

Empanadillas de Sophia Bistró, en Zaragoza.
Empanadillas de Sophia Bistró, en Zaragoza.
Francisco Jiménez

Cuenta la historia de la televisión que había una señora de Algete que tenía a dos chicos cumpliendo el servicio militar en Móstoles. O dos empanadillas haciendo la mili, no quedó muy claro en esa llamada con Encarna en la Nochevieja de 1986 con el dúo Martes y Trece. Las empanadillas fueron claras protagonistas de esa velada. La imagen de los comensales desternillados de risa en torno a una mesa de turrones continúa en la memoria de muchos hogares españoles.

Lejos de esa Nochevieja, hace unos días este plato se convirtió en tendencia en las redes sociales y en horror en el hipermercado –como dirían Alaska y Los Pegamoides–. No había obleas para hacerlas en casa. Esos paquetes de una cocinera con bandeja desaparecieron de los lineales y de los mostradores de los ultramarinos. Detrás de esta 'crisis de la empanadilla' –como se ha denominado ya– está la suspensión "temporal" de su fabricación durante tres meses.

"Lamentamos informar que actualmente estamos experimentando una falta de abastecimiento de harina que cumpla con nuestras especificaciones técnicas para garantizar las cualidades de nuestros productos", comunicó Nestlé, la empresa que las elabora. Algún avispado con sorna ha aprovechado la situación y las ofrece por aplicaciones de compra y venta de segunda mano a 999 euros. No obstante, aunque esta es la marca de referencia, en el mercado hay otros fabricantes.

"¿Cómo que la crisis de las empanadillas? No nos hemos enterado de nada"
Empanadillas de Casa das Empanadas, en Zaragoza.
Detalle de una empanadilla de Casa das Empanadas, en Zaragoza.
Mario Giménez

"¿Cómo que la crisis de las empanadillas? No nos hemos enterado de nada", confiesan Mario Giménez y Tania Carbonel, de Casa das Empanadas. En el mostrador de esta tienda del zaragozano Centro Comercial de El Caracol y del Alcampo de Utebo conviven los sabores más clásicos con otros atrevidos. De atún, de cecina con rulo de cabra y cebolla caramelizada, pulpo con queso de tetilla, zamburiñas en salsa de vieiras, carne, pollo... "Y un largo etcétera", completan Giménez y Carbonel.

En su caso no se han visto afectados por el desabastecimiento porque ellos mismos elaboran la masa, que es de pan, de forma artesanal y meticulosa. "Amasamos, cocinamos todos los rellenos, las montamos, las pintamos y las horneamos", describen estos jóvenes aragoneses –él de Albalate del Arzobispo y ella de Utebo–. Mario y Tania se lanzaron a abrir este establecimiento del paseo de la Independencia a raíz de la pandemia, ya que antes él se dedicó a ferias medievales en Lugo. Los clientes las compran para quedadas en sus casas o para comer por la calle.

Las empanadillas también son un clásico de las barras más tradicionales que, como las croquetas, han esquivado cualquier moda y ellas mismas son la tendencia. No son pocos los establecimientos que gozan de éxito por sus empanadillas en todo Aragón. Es algo que gusta, pero que estos días se han resentido. Para aquellos que tengan el antojo y quieran hacerlas en casa, hay solución. "Se puede hacer la masa con harina, bien de trigo o de maíz, arroz o garbanzos, después agua y una pizca de sal", propone el zaragozano Luis Vicente, de El Escondite, en el paseo de Rosales.

"Vienen de propio a por nuestras empanadas"
Griselda Álvares, con sus empanadillas de Sophia Bistró, en Zaragoza.
Griselda Álvares, con sus empanadillas de Sophia Bistró, en Zaragoza.
Francisco Jiménez

Aunque no se quedan en los bares, también han encontrado su hueco en las cartas de coquetos restaurantes. "Vienen de propio a por nuestras empanadas", aseguran Griselda Álvarez y Diego López –tía y sobrino– con acento argentino. Aunque ellos las llamen así, los clientes de Sophia Bistró las piden como "empanadillas".

En Argentina las empanadas se consideran un emblema. No obstante, algunas masas son más gruesas que las que se acostumbra a comer en España. "Desde hace dos o tres generaciones nuestra familia ha sido panadera y estas empanadas están elaboradas con nuestra receta particular", relata Álvarez, que trabaja en la cocina de este local de la calle de Pedro María Ric, también en la capital aragonesa. "En cada región son diferentes, nosotros procedemos de Sauce Viejo, en la provincia de Santa Fe, y es un clima húmedo y caluroso, entre dos ríos, por lo que también influye a la hora de preparar la masa", explica López.

Las empanadas de Griselda no son demasiado picantes, aunque mantienen un sutil toque que persiste en la boca tras degustarlas. "El relleno lleva carne 100% de vacuno, cebolla, pimientos, varias especias... y las frío, pero también se pueden hacer al horno", explica, aunque no quiere terminar la fórmula para conservar el secreto. Sus compañeros de cocina confiesan que han seguido los mismos pasos, han respetado las cantidades de los ingredientes y hasta ha intentado imitar cada uno de los pliegues, pero el resultado no es igual. "Es que tiene mano", le aplauden entre risas.

"A una chica se le saltaban las lágrimas porque le recordó a las que le hacía su abuela"

Para algunos argentinos en Aragón, un mordisco de una de estas empanadas es un viaje a su cuna. "A una chica se le saltaban las lágrimas porque le recordó a las que le hacía su abuela", recuerda Griselda con cariño. Además de servirlas en mesa, también las preparan para llevar.

Noelia Osés, en el nuevo local de empanadas Andes, en el Coso de Zaragoza.
Noelia Osés, en el nuevo local de empanadas Andes, en el Coso de Zaragoza.
Francisco Jiménez

Empanadillas para comer por la calle

Y de los restaurantes, a los comercios más callejeros. Hace poco más de un mes levantó su persiana Andes en el Coso de la capital aragonesa. "La estrella es la empanada repicante", explica Noelia Osés desde el otro lado del mostrador. Entre las más curiosas que propone esta argentina de Rosario está humita, de una receta de maíz con salsa bechamel, o la de fugazzeta, de cebolla caramelizada con tres quesos. A la carta se suman otras menos andinas, como la de pizza, kebab o de hamburguesa de queso. Esto demuestra que este plato no tiene límites. Y tranquilidad, no es el ocaso de las empanadillas. Pero por si acaso, busquen en la nevera algún paquete olvidado.

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