Sociedad
Suscríbete

Tercer Milenio

En colaboración con ITA

bio, bio, ¿qué ves?

¿Podrían los edulcorantes tener un impacto medioambiental?

Una investigación sugiere que la sucralosa, un edulcorante artificial, podría afectar al crecimiento normal de las diatomeas o las cianobacterias

Encyonema, un tipo de diatomea
Encyonema, un tipo de diatomea
Proyecto Agua

A estas alturas, no te cuento nada nuevo si te digo que tu dieta puede tener un gran impacto en tu salud. Muchísimos estudios han analizado el efecto que tiene comer esto o lo otro sobre la posibilidad de desarrollar enfermedades como el cáncer, la demencia o las coronarias. También se ha dedicado mucho tiempo a entender cómo la dieta puede influir sobre el desarrollo de una enfermedad tras el diagnóstico. Gracias a investigaciones como estas se van actualizando las guías de recomendación al paciente y se incluyen consejos como evitar un exceso de sal si tenemos hipertensión, por ejemplo.

Poco a poco, estas investigaciones van cambiando nuestra forma de alimentarnos, ya que tratamos por decantarnos por las opciones más saludables. Últimamente, uno de los alimentos que más nos preocupan es el azúcar, ya que numerosas investigaciones relacionan tomarlo en exceso con un mayor riesgo de desarrollar varias enfermedades, así como de empeorar condiciones clínicas preexistentes. Para tratar de evitarlo, muchas personas optan por reemplazar el azúcar de mesa por edulcorantes. ¿Problema resuelto? Vamos a verlo.

Los receptores del dulce

Un edulcorante es una sustancia con sabor dulce, por lo que puede ser utilizada como sustituto para el azúcar. Se trata de un término paraguas que engloba a distintas clases de moléculas que tienen como rasgo común el dulzor. Algunos edulcorantes, como la clásica sacarina, se sintetizan de forma artificial en un laboratorio, mientras que otros, como los derivados de la estevia, que se pusieron bastante de moda hará un par de años, provienen del mundo vegetal.

Este sabor dulce se debe a que, como el azúcar, los edulcorantes son capaces de interaccionar con los llamados receptores del dulce, unas proteínas que se encuentran en células de la cavidad bucal. La unión del azúcar/edulcorante con estos receptores envía un impulso nervioso de la boca al cerebro, que será el que interpretará que lo que estamos comiendo tiene un sabor dulce. Eso sí, el azúcar no se une exactamente de la misma forma a estos receptores que los edulcorantes, por lo que su sabor no nos resulta idéntico. Esta es la razón por la que muchos productos sin azúcar saben de forma distinta que sus versiones originales con azúcar.

Por lo general, se necesitan cantidades mucho más bajas de edulcorantes que de azúcar para notar ese sabor dulce que nos resulta tan placentero. De ahí que se suela decir que los edulcorantes no aportan calorías, porque la cantidad que contienen los alimentos es tan baja que su aporte energético es despreciable. En muchos casos, además, el cuerpo es incapaz de metabolizar estas moléculas, que atraviesan nuestro tracto digestivo y salen de él tal cual entraron.

Esto es lo que le ocurre a la sucralosa, por ejemplo. Y a un grupo de investigación le ha dado por pensar si esta molécula podría tener algún efecto a nivel medioambiental, ya que de nuestra dieta pasa al baño y, de ahí, al medioambiente.

Sucralosa al agua

Al ser dulces, pero sin calorías, los edulcorantes parecían una buena solución para reducir los estragos que causa el exceso de azúcar en la salud humana. No obstante, antes de aprobar un aditivo alimentario es necesario estudiarlo bien a fondo, no sea que salgamos de Guatemala para meternos en Guatepeor. Estos estudios, si bien son absolutamente necesarios, también pueden crearnos confusión e incluso miedo. ¿O acaso ya nos hemos olvidado de que el año pasado saltaron todas las alarmas cuando la OMS le concedió el título de ‘posible cancerígeno’ al aspartamo?

Que no cunda el pánico. Todos los edulcorantes, así como el resto de productos destinados al consumo que se comercializan en Europa son absolutamente seguros dentro de un consumo adecuado. Como decíamos antes, los alimentos con edulcorantes llevan cantidades muy pequeñas, y, en la mayoría de los casos, estos productos ocupan una fracción muy pequeña de la dieta total. Vamos, que no es que estemos a todas horas tomando cucharadas soperas de edulcorantes. Así que no debemos preocuparnos. 

Estos estudios van más enfocados a la industria alimentaria que al consumidor de a pie, para que cumplan todas las directrices de las autoridades sanitarias y tengamos la garantía de que sus productos son seguros. Otra cosa ya es que, realmente, su consumo tenga algún beneficio para la salud, que eso es algo que sigue en tela de juicio. Pero ese es un melón para abrir en otro momento.

Una vez que queda demostrado que tomar edulcorantes es seguro a corto plazo, cabe preguntarse qué pasa a largo plazo. Por el momento, no tenemos información suficiente como para entender cómo podrían afectar los edulcorantes a la salud después de tomarlos durante mucho, mucho tiempo. Para comprenderlo, muchos grupos de investigación se están centrando precisamente en esto. Seguramente en unos años tendremos más información al respecto. De momento, vamos a quedarnos con que, quien lo desee, puede usarlos como sustitutos del azúcar.

Vale, ya hemos hablado del efecto que tienen sobre nuestra salud, pero, ¿qué pasa con la salud de nuestros ecosistemas? Porque no podemos perder de vista que, al final, estamos lanzando alegremente moléculas nuevas a nuestros ecosistemas, algo que podría no sentarles del todo bien. 

Con el fin de estudiar cómo pueden influir los edulcorantes que no metabolizamos, como la sucralosa, sobre nuestros ecosistemas, un grupo de investigación ha puesto en contacto muestras de tierra y agua con distintas dosis de este edulcorante. Los investigadores observaron que la sucralosa producía un descenso en los niveles de diatomeas, un tipo de microorganismo acuático, mientras que aumentaba la población de cianobacterias, otra clase de microorganismo.

Esta investigación prueba que nuestra dieta podría no solo impactar en nuestra salud individual, sino que puede tener repercusiones en todo el ecosistema. ¿Es este impacto positivo o negativo? Es pronto para decirlo. Se trata de un estudio pionero, así que todavía son necesarios muchos más para poder sacar conclusiones. No obstante, es importante que la comunidad científica se plantee esta clase de preguntas, ya que debemos asegurarnos de que un producto alimenticio es seguro al 100%: para los consumidores principales y para los que puedan venir después, como los microorganismos ambientales.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión