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¿Un pan para asmáticos? Sí, en serio

Una nueva investigación analiza el efecto del pan fermentado con una cepa de la levadura Saccharomyces cerevisiae en un modelo de ratón asmático.

Primeros pasos para desarrollar alimentos funcionales que ayuden al control del asma.
Primeros pasos para desarrollar alimentos funcionales que ayuden al control del asma.
Markus Spiske

La frontera que separa una idea loca de ser brillante y una absoluta revolución de ser una ida de olla que acabará en fracaso es muy fina. Tan fina, que así, de primeras, no es fácil prever en cuál de los dos lados va a caer esa chocante ocurrencia que te acaban de presentar, así que es necesario probarlo de primera mano. Se me ocurre el chocolate con menta como ejemplo de estrambótica idea que podría funcionar o ser un desastre. Hasta que no lo pruebas, el chocolate con menta es como el gato de Schrödinger, no sabes si es delicioso o una porquería. Pero, al primer bocado descubres que es una aberración que hace que el chocolate tenga un extraño regusto a pasta de dientes. Y de esta burra no me bajo.

Hace poco, leyendo sobre los últimos avances en biomedicina, me topé con un artículo que me recordó al chocolate con menta. Una propuesta tan, aparentemente, bizarra, que solo podía ser un éxito o un malgasto de fondos de investigación, no había término medio. Y estoy convencida de que tú has pensado exactamente lo mismo al leer el título de este artículo, que resume lo que yo me encontré al leer ese artículo de investigación. Porque, ¿qué porras es eso de un pan para asmáticos?

El eje pulmón-intestino y su influencia en el asma

Para que podamos juzgar si el pan para asmáticos es una revolución biomédica o un caso de locura transitoria, tenemos que hablar de la relación entre la microbiota intestinal y el asma. Y es que, por sorprendente que pueda parecer, en los últimos años se ha descubierto que los microorganismos de nuestro intestino podrían jugar un papel clave en este trastorno pulmonar.

Todo se remontaría a los primeros años de vida, cuando los distintos microorganismos que conformarán la microbiota intestinal van colonizando nuestro tracto digestivo. Muchos factores van a influir sobre este proceso: si el parto es vaginal o por cesárea, si se toma leche materna o lactancia de fórmula, o si es necesario administrar antibióticos para combatir alguna infección. Si alguna de estas circunstancias altera los niveles de microorganismos beneficiosos para nosotros en detrimento de microorganismos patógenos, se produce un desequilibrio llamado disbiosis. La disbiosis a edades tempranas puede influir sobre la respuesta inmunitaria, iniciando procesos inflamatorios que, a su vez, podrían aumentar el riesgo de sufrir ciertos trastornos en etapas posteriores. Entre ellos, el asma.

En definitiva, parece que lo que ocurre en el intestino puede afectar al pulmón. Así que cabe preguntarse si podríamos actuar sobre el intestino para mejorar la salud pulmonar. Varios grupos de investigación se han centrado en esta tarea, tratando de averiguar si, modificando la composición de la microbiota, podemos mejorar los síntomas del asma. Para ello, han trabajado con probióticos y/o prebióticos. Estos trabajos todavía se encuentran en una etapa demasiado preliminar como para dar nada por sentado, pero se han obtenido resultados bastante interesantes.

Por ejemplo, un grupo de investigación encontró que la cepa UFMG A-905 de la levadura Saccharomyces cerevisiae administrada por vía oral podía mejorar los síntomas del asma en un modelo de ratón. Esta levadura es una vieja amiga de la industria alimentaria, ya que se utiliza en la elaboración de productos como el pan o la cerveza. Animados por estos resultados, este grupo de investigación decidió ir un paso más allá y ver si el pan producido por esta cepa también podría tener efectos beneficiosos para estos ratones asmáticos.

Con las manos en la masa

Un producto alimenticio que ha sido diseñado para que, además de su valor nutricional normal, contenga algún componente que aporte beneficios extra para la salud es lo que llamamos un alimento funcional. Con este término tenemos que tener mucho cuidado, porque siempre debemos ser conscientes de que estos alimentos no son, ni de lejos, una medicina ni deberían reemplazar nunca, jamás de los jamases, a una terapia farmacológica recetada por un médico. Además, muchos de los autoproclamados alimentos funcionales que podemos encontrar en los supermercados no han sido investigados adecuadamente para confirmar que producen ese beneficio sobre la salud del que tanto alardean. Vamos, que en muchos casos son poco menos que una estafa y un sacacuartos.

Tras este jarro de agua fría, es importante aclarar que en universidades y otros centros de investigación sí se trabaja para crear verdaderos alimentos funcionales, siguiendo todos los controles y protocolos adecuados para garantizar su efecto. El caso que nos ocupa, este pan fermentado con S. cerevisiae UFMG A-905, es uno de ellos.

Para llevar a cabo este estudio, los investigadores prepararon tres clases de panes. El primero de ellos, el pan control, se preparó con una S. cerevisiae comercial, la que se usa normalmente para hacer este alimento. Para el segundo se usó la cepa UFMG A-905. 

Un tercer pan se preparó también con esta cepa y, además, se le añadieron microcápsulas de alginato que contenían un extra de esta levadura. ¿Por qué? Pues porque, en su estudio anterior, observaron que la levadura tenía efectos beneficiosos cuando se administraba viva. Es decir, cuando se usaba como probiótico. El problema es que esta levadura no aguanta las altas temperaturas del horneado, así que el pan contiene un total de cero probióticos. Por eso, recurrieron a estas microcápsulas que protegen la levadura y garantizan que sobreviva al horneado y llegue viva al tracto intestinal.

Tras preparar los panes, los dieron de comer a sus ratones asmáticos. El grupo alimentado con el pan normal no mostró cambios en cuanto a los síntomas del asma, pero los otros dos sí. Los ratones que comieron el pan preparado con S. cerevisiae UFMG A-905 experimentaron una reducción de la respuesta inflamatoria. Dado que la levadura, en este caso, estaba muerta, los investigadores atribuyen esta reducción de la inflamación a, o bien algún producto generado durante la fermentación, o a ciertas moléculas presentes en la pared de la levadura. Pero esto, realmente, entra dentro del territorio de las suposiciones.

Por su parte, los ratones que tomaron el tercer pan, el que contenía las microcápsulas probióticas, experimentaron incluso más beneficios que el segundo grupo. No solo se observó una reducción en la inflamación, sino también en la hiperreactividad bronquial, que es la respuesta exagerada de los bronquios a estímulos como el frío o el tabaco que puede derivar en broncospasmo y bronquitis, algo habitual en personas asmáticas. Así que este estudio prueba que es posible desarrollar alimentos funcionales que ayuden al control del asma.

Eso sí, por el momento, esto solo se cumple si eres un ratón. No salgamos a la panadería como locos porque este pan ni está ni estará disponible en mucho, mucho tiempo, que todavía faltan las importantísimas pruebas en voluntarios humanos. Pero anda que no sería bonito que, gracias a una idea aparentemente excéntrica, la tostada del desayuno ayudase a las personas asmáticas a mejorar su calidad de vida.

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