Sociedad

Puntadas con hilo: Lorenzo Caprile levanta el telón de su espectáculo 

Una exposición descubre como diseñador de vestuario al mediático modista de bodas reales, alfombras rojas y programas de televisión.

Figurines de la exposición ‘Lorenzo Caprile. Tras el telón’
Virginia Carrasco

"En este oficio debes perder el miedo a la tijera, a la máquina de coser, a equivocarte, a pincharte con una aguja". Una reflexión del tenaz costurero Lorenzo Caprile (Madrid, 1967) grabada en uno de los muros de la exposición sobre su obra en el Centro de Arte Alcobendas (Madrid). Una larga y prestigiosa trayectoria que no se nutre solamente de bodas reales, alfombras rojas o campanadas de fin de año. Su labor 'esconde' "la de vestir el mundo del espectáculo: teatro, danza, ópera, ballet, televisión y cine", explica José Luis Massó, comisario de la exposición 'Tras el telón'.

Massó, actor, escenógrafo y director teatral, conoció a Caprile cuando apareció en la Compañía Nacional de Teatro Clásico con un porfolio repleto de figurines bajo el brazo. "Todo el mundo sabía quién era pero se ciñó al mismo proceso de selección que los demás", recuerda el comisario. Una humildad que no quedó ahí. "Hablaba con las sastras de la compañía para entender lo que era el teatro. Y lo sigue haciendo porque es muy consciente de que está al servicio de un texto y un director, lo que es mucho más restrictivo a la hora de diseñar".

Desde que comenzó su idilio con el teatro en 2006 con un 'Don Gil de las calzas verdes' del que considera su mentor, Eduardo Vasco, se ha movido Caprile entre el barroco o el estilo más austero sin pestañear. Es el vestuario aparentemente más sencillo, el de Cayetana Guillén Cuervo en 'El malentendido', el que más le ha costado realizar.

Caprile "no solo construye un traje, sino que lo 'atrezza', adaptando la prenda al momento del espectáculo, rasgando o deshaciendo", ensalza Massó, que enfatiza que el modista no escatima en detalles, la mayoría con pasamanería de sofá o bisutería que consigue en tiendas al por mayor. "Luego aparece en el ensayo con una cajita y me dice, José Luis, cuando termine quiero acercarme a añadir este abalorio". Aunque, si lo ve necesario, "tiene ningún pudor en poner prendas caras", por ejemplo, una toquilla de azabache auténtico que se puede ver en la exposición. Lo fundamental es la elección del tejido. Hay que tener en cuenta que "es ropa de trabajo y se va a usar mucho más que en un traje de fiesta". "Tienen que ser telas que funcionen en el escenario, aunque sean muy baratas", explica Massó.

La experiencia en el teatro, el único lugar en el que viste al hombre -y mejor que a la mujer, según Eduardo Vasco- es única. "He aprendido mucho trabajando para el teatro y lo pongo en práctica en mi taller. Al no hacer 'prêt-à-porter', vuelco en la costura a medida todos esos trucos de la profesión aprendidos en las tablas y visualizo el encargo como si de una obra de teatro se tratara", cuenta el diseñador, entre cuyas fieles está Anne Igartiburu, a la que lleva vistiendo doce años para las campanadas de fin de año. Piezas impecables en el favorecedor rojo Caprile, entre las que Massó rescata el complicado tejido 'gloss' de 2019, las lentejuelas de 2012 y el del año anterior, de pedrería con sus características hombreras 'toreras'. Unos hombros muy reconocibles que también se ven en una chaqueta creada para Penélope Cruz en la película 'Manolete', inspirada en el espectacular traje rosa que llevó la infanta Elena, otra de sus leales, en la boda de Victoria de Suecia. Un maravilloso estilismo que parecía trazado por Francisco de Goya.

Muchas facetas

En la muestra gratuita, perteneciente a Madrid Design Festival y patrocinada por Maniquíes Las Meninas, también se puede disfrutar de vestidos de alfombra roja, piezas de 'Maestros de la costura' o de una pequeña reproducción del taller de Caprile en el momento de construir la falda de novia de 'Ocho apellidos vascos'. Un compendio de muchas facetas en un mismo espacio, que se puede visitar hasta el 13 de abril, para comprender su torrente creativo, que sorprendió al propio diseñador cuando, al inaugurar la exposición exclamó con ilusión: "¡Madre mía, cuantas cosas hemos hecho!".