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La soledad del confinamiento incentiva la búsqueda de pareja en redes y agencias

Las restricciones, las videollamadas y el teletrabajo han hecho que los límites geográficos pierdan relevancia a la hora de encontrar a alguien.

Interfaz cuando se inicia Tinder.
Interfaz cuando se inicia Tinder.
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Coge una flecha, la coloca en el arco, apunta y dispara. Largas jornadas de trabajo tiene Cupido, dios del Amor. En las agencias matrimoniales, donde se ha incrementado la demanda ante la soledad del confinamiento, defienden que la cercanía que ofrecen no es comparable con la que se muestra en el plano digital, aunque algunas se han adaptado a la pandemia. Una de la opciones a través de la red es Tinder, una 'app' que nació en 2012 y que intenta trazar redes más allá del límite de la amistad. A raíz de la pandemia, ha aumentado el número de descargas y las agencias reciben más clientes y más jóvenes.

Inés -nombre ficticio- es una zaragozana de 26 años que se instaló Tinder por primera vez hace 4 años. Desde entonces no ha encontrado a su media naranja, pero "casi". En su caso, lo concibe como una vía de escape contra el “aburrimiento", como lo fue durante el confinamiento. "Desde el inicio de la pandemia he visto que hay más gente. Tenía controlado quién estaba porque me salían continuamente y ahora me salen muchos perfiles nuevos", explica la joven. Otra apreciación que ha encontrado es que muchos de los chicos que le aparecen son de fuera y están en Zaragoza por motivos de trabajo como consecuencia de la crisis sanitaria, ya que son sanitarios o militares.

"Si me quieres coger de la mano, lávate las tuyas"

En cuanto al tema de conversación, Inés señala que la pandemia "se mantiene al margen", aunque Sofía -también ficticio-, de 28 años, se ha topado con lo contrario. "Al fin y al cabo es un tema candente", apunta esta vecina de la capital aragonesa. Según la propia compañía, las frases más recurrentes para ligar hacían mención a la pandemia en marzo: "Cuarentena y relax en casa". Conforme pasan los meses la creatividad ha conquistado a más de uno: "Seamos como la covid y cojámonos mutuamente" o "Si me quieres coger de la mano, lávate las tuyas". El emoji más pulsado fue el de una persona encogida de hombros, como símbolo de incertidumbre al futuro, apuntan desde Tinder. A este le siguieron un corazón negro, una semilla germinando, el tigre, el emoji de pesadumbre con mascarilla, el puño negro, papel higiénico y el carro de supermercado.

En Tinder gusta la novedad. Hemos hecho un experimento: nos hemos abierto una cuenta. En menos de 10 horas se interesaron por nuestro perfil -sin descripción y en el que no se veía ningún rostro- más de 40 usuarios. Tal vez repercutió que fue en las últimas horas del día, cuando se incrementa la actividad en la red social, tal y como coinciden varias personas consultadas. Quien le ha dado a 'match' -como se llaman a los 'me gustas'- aparecen difuminados, aunque se intuyen fotografías dispares.

Entre los candidatos se aprecia mucha mascarilla, hay quien los descarta porque "parece que ocultan algo". En varios casos la primera foto es con el cubrebocas, la segunda con la cara al descubierto y en la tercera con bañador en la playa. Son menos los que se deciden por darse a conocer con una frase de tintes motivadores o con proverbios chinos, aunque también se encuentran.

A veces es imposible saber quién está detrás de la postal de un paradisíaco paisaje y más si su nombre es "R", que puede desde Ramón hasta Raquel. No obstante, las fotografías impersonales pueden ayudar a intuir algunos aspectos de la persona. Por ejemplo, -son todos ejemplos verídicos- un plato de empanadillas puede significar cierto dominio por la cocina y la imagen de un edificio en construcción que es un futuro propietario. Como es habitual en las redes, los usuarios aprovechan también para fardar de viajes pasados.

La edad media de los usuarios que se ha encontrado es de 24 a 27 años, siendo menos los de esa franja hasta 35 y simbólicos aquellos que se escapan de los 40 años. Sin embargo, algunos retratos dan qué pensar sobre si la gente que busca su amor dice la verdad en cuanto a la edad, unos porque se consideran más jóvenes y otros porque apuestan por ponerse más años, tal vez para llegar a los 18.

Tinder es una red social enfocada a encontrar una persona con la que compartir algo más que una amistad, un fin desvirtuado en ocasiones. Hay perfiles en los que solo se muestran grupos de amigos, imágenes más propias de otras como Instagram o Facebook. En la descripción de otras cuentas se incide en el grado universitario estudiado, el máster cursado, la rama de investigación del doctorado que se está haciendo o los idiomas que se dominan, aspectos sobre la persona que casi se aproximan más a un perfil de LinkedIn que de esta plataforma. "Cada vez más me estoy encontrando que lo utilizan como un medio publicitario, se crean cuentas para promocionar sus negocios", analiza Inés.

No es complicado dar con alguien conocido: compañeros de facultad o del colegio, exnovias de amigos, personas entrevistadas en reportajes, etc. Un desliz hacia la derecha si interesa y a la izquierda si es todo lo contrario. La costumbre de ver historias en Instagram -que pasan de forma automática y se puede retroceder a la anterior- implica que alguna vez se haga 'match' sin querer, solo con el afán de regresar al perfil que se ha pasado.

Pronto aparece la opción de verificar cuenta. Consiste en que la aplicación retrata a la persona que gestiona el perfil y comprueba que su rostro coincide con quien está al otro lado de la pantalla. Cuando nadie gusta y la ráfaga -darle de forma continua a que sí o a que no- agota a los candidatos surge un plan B: la globalización, el denominado 'Global Mode'. Esta alternativa permite conocer a personas de todo el mundo, no solo de la ciudad donde se reside. Entre candidato y candidata surge la publicidad. Cuando más concentrado se está, irrumpe un anuncio de alfombras vinílicas o cursos de guitarra. Otra conclusión es que el gotelé sigue poblando muchas paredes españolas y la preferencia de la sociedad por utilizar el baño como 'photocall' para encontrar el amor.

Una media naranja a la carta

En las agencias matrimoniales también se ha intensificado la actividad desde marzo. Javier Pascual Romero, director de La Unión, analiza que hay dos tipos de personas: "Aquellos que han decido ser más cauteloso y prefieren no relacionarse y después las personas de más de 40 años que han experimentado la soledad en el confinamiento". "También están los que han optado por esta fórmula ante el cierre de la hostelería", añade Alicia López, psicóloga y socióloga de Lazos. Pascual considera que las restricciones en bares y restaurantes no ha perjudicado al sector de las agencias, puesto que la gente buscará nuevas fórmulas para compartir tiempo.

A consecuencia de estas circunstancias, López cuenta que ha notado un incremento de "un tercio más de clientes". Otro aspecto que han detectado es la edad de los clientes: "Nos ha llamado la atención que ha aumentado la demanda de personas de menos de 30 años, cuando antes lo usual era de 32 a 65. También hay más mayores".

"Con las nuevas fórmulas se ha podido conocer el alma"

Antes de la llegada del coronavirus, mandaban las citas los viernes y ese fin de semana ya se conocían los clientes, sin embargo, ahora el primer contacto es de forma telemática: videollamadas, llamadas de teléfono o mensajes de WhatsApp. López señala que esto ha demostrado su "eficacia" a la hora de hacer las selecciones, ya que antes podían verse influidos por la primera apariencia y la rapidez podía llevar a no sentir. "Con las nuevas fórmulas se ha podido conocer el alma", apunta esta psicóloga y socióloga. El confinamiento perimetral de las localidades no ha repercutido en estos servicios, de hecho, ahora importa menos la ciudad de origen, puesto que los primeros contactos son telemáticos.

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