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El consumo de cocaína en España sigue sin alcanzar su techo

Los enganchados a esta droga, en máximos tanto entre hombres como entre mujeres, aumentan un 51% en una década, según el Observatorio Proyecto Hombre.

Cocaína.
Cocaína.
Canva

El consumo de cocaína no encuentra techo en España. Se ha consolidado como la droga con más usuarios en programas de desintoxicación y sus adictos no solo se han multiplicado con el avance del siglo sino que cada año van a más. Así lo refleja el Observatorio Proyecto Hombre, la mayor ONG dedicada al tratamiento de las drogodependencias, que ayuda a rehabilitar a 16.000 españoles cada año.

La sustancia principal más consumida entre los adictos es la cocaína, que tiene enganchados a cuatro de cada diez de quienes buscan la ayuda de esta organización. Su peso sobre el total de adicciones no ha parado de crecer, pero se ha disparado en la última década. Ha pasado de ser la sustancia clave del 27% de los usuarios de Proyecto Hombre a condicionar la vida del 41%, un aumento del 51% desde 2013.

La tendencia se aceleró en 2020. Los pacientes que tienen la 'coca' como problema principal están en máximos tanto entre hombres como entre mujeres. En el caso de los varones, su peso sobre el total de drogodependientes ha subido un 10% en solo cuatro años. Pero aún es más llamativo el enorme crecimiento de consumidoras. Desde hace seis años, las adictas se han disparado. Pasaron de ser menos del 25% de las mujeres en rehabilitación al 35,5% actual.

La cocaína, la droga que en los noventa desbancó a la heroína, no para de expandirse mientras el opiáceo prácticamente desaparece de las calles. Las papelinas de 'caballo', que arrasaron una generación de españoles, sobre todo en los ochenta, tienen hoy un público marginal. Las emplean el 2,1% de los adictos que recurren a Proyecto Hombre. Menos de la mitad que hace una década, con un acusado descenso, del 16%, en los dos últimos años.

La segunda droga con más adictos es el alcohol. Lo ingieren de manera abusiva el 35,9% de quienes piden ayuda y es la sustancia principal a la que están enganchados el 24% de ellos. El único dato positivo es que el porcentaje de adictos atendidos no ha sufrido aumentos en una década. Está estabilizado, con muy leve tendencia a la baja. La suma de cocaína y alcohol explica el 77% de los pacientes de la ONG.

La tercera sustancia más habitual es el cannabis. Los enganchados, un 7,6% de los que atiende la organización, iniciaron en la última década un descenso suave, pero con dientes de sierra. Los consumidores son un 13% menor que en 2013, con caídas continuas entre las mujeres y un repunte en 2023 entre los hombres.

Entre las adicciones minoritarias destacó hasta hace poco la anfetamina. Los usuarios que acuden a Proyecto Hombre por culpa de este potente estimulante sintético son hoy pocos, solo el 1%, pero fueron más del doble en el final de la década pasada. En los dos últimos años, sin embargo, se frenó la tendencia, con un descenso del consumo pronunciado en el año pasado.

Hay una diferencia notable en las adicciones según el sexo. Mientras entre los hombres la cocaína es el problema del 41%, entre las mujeres esta droga hace mucho daño, pero la ingesta excesiva de alcohol es la que más condiciona su vida. Lo hace en el 46,7% de los casos. Si los adictos a la cocaína entre ellos son 11 puntos más que entre ellas, la mujeres enganchadas al alcohol son 13 puntos más que ellos.

Adictas ocultas

La edad de inicio del consumo de cada sustancia se mantiene estable. En torno a los 16 años para el alcohol en cualquier dosis y al cannabis. La edad de las primeras rayas de cocaína se sitúa en los 20,7 años. En el caso de las mujeres, las edades de inicio son más tardías. Comienzan a consumir alcohol unos cinco años después y sobre cuatro años más tarde para el resto de drogas.

El perfil mayoritario de los usuarios de Proyecto Hombre es el de un varón de unos 40 años, con trabajo y vida sociofamiliar estable, pero con un nivel de formación bajo. Solo el 16,7% de quienes piden ayuda son mujeres, pero la ONG asegura que es porque en España existe un enorme número de adictas ocultas. Mujeres maduras y de estatus social medio, con serios problemas con las drogas, pero que tiene "normalizado" el consumo (no son conscientes del riesgo) y no se atreven a dar el paso -tardan una media de 18 años en pedir ayuda- porque la sociedad les estigmatiza más que a los hombres, porque tienen menos apoyo social que los varones y porque son más "vulnerables", pues suelen soportar más cargas familiares y pertenecer a colectivos en riesgo de exclusión social.

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