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Colapso digital

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Krisis'24

La semana pasada se vivió un momento de caos informático global. Las afecciones fueron diversas, especialmente en entidades, particulares y organizaciones usuarias de herramientas del gigante Microsoft. 

Así, servicios hospitalarios quedaron inoperativos, con un sin fin de consultas y cirugías canceladas. Aeropuertos bloqueados con mostradores de facturación inservibles y vuelos retrasados o cancelados. Entidades bancarias sin servicio, administraciones públicas paralizadas, tarjetas de crédito inutilizadas, etc.

La compañía norteamericana CrowdStrike provocó un fallo imprevisto de los sistemas operativos Windows. No está claro cómo, pero alguien se equivocó al actualizar el software. Y a partir de ahí, dependiendo de la suerte y de la vinculación a CrowdStrike Holdings, Inc. la cosa tuvo distintos grados de desastre. Afortunadamente y dicho con cierto sarcasmo, sólo fueron unos cuantos miles de vuelos, de usuarios y de desgracias más o menos trágicas que apenas notamos los usuarios de Mac y Linux. No fue un ataque premeditado ni una acción concertada para desmontar el sistema tecno-estructural sobre el que se sostiene nuestra vida cotidiana. ¡Y menos mal!

El ‘accidente’ de CrowdStrike es una muestra de la fragilidad de la sociedad digital. Conviene anticipar planes de contingencia a los problemas que trae consigo la digitalización

El ‘fallo de sistema’ (por lo que se ha dicho) no fue un ciberataque ni un hackeo de informáticos ‘putinescos’. Fue un ‘simple’ error que ha mostrado una parte del lado oscuro de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) contemporáneas. Como bien explicó Paul Virilo, toda tecnología trae consigo su accidente. El tren, el descarrilamiento. El barco, el naufragio… ¿Cuál es el de las TIC? ¿Será el colapso digital?

El ‘accidente’ de CrowdStrike (dedicada a la ciberseguridad, a la protección de la ‘nube’, a la seguridad de los terminales individuales, a la inteligencia de las redes…) es una muestra de lo mucho que está en juego. El paraíso digital tiene sus sombras y sus efectos colaterales en otras capas de realidad de la vida cotidiana, en concreto, la del mundo analógico. Conviene comenzar a pensar en ello.

La ubicuidad de las TIC convierte en críticas su gestión y mantenimiento

Bruce Schneier (1963), experto en criptografía y seguridad informática publicó el año 2018 un libro que ahora merece la pena releer: ‘Click Here to Kill Everybody: Security and Survival in a Hyper-connected World’. Se tradujo como ‘Haz clic aquí para matarlos a todos. Un manual de supervivencia’. Ahí describía tres escenarios: "El primero es un ciberataque contra una red eléctrica. El segundo es el asesinato al piratear por control remoto un automóvil conectado a internet. El tercero es el escenario de ‘haz clic aquí para matarlos a todos’, que involucra la replicación de un virus letal por una bioimpresora hackeada. El primer ejemplo ya tuvo lugar. El segundo, como se ha demostrado, es posible. El tercero está por llegar". Y mientras tanto acabamos de constatar que la seguridad de los sistemas e infraestructuras digitales es un tema serio.

La ubicuidad de las TIC convierte en críticas su gestión y mantenimiento, tanto en lo que afecta a la esfera pública como a la privada. Servicios básicos como transporte, energía, burocracia, atención médica… dependen de la conectividad. Es más, usted puede comprobar cuánto de su vida diaria depende de un colapso digital de grandes dimensiones. Imagine qué puede pasar si dejan de funcionar los dispositivos electrónicos como teléfonos móviles, tabletas, computadoras… Imagine que no puede pagar con su tarjeta de crédito. Imagine que no puede llamar a nadie porque no hay datos, ni fibra óptica, ni energía eléctrica. ¿Ha pensado un plan de contingencia? De crio, en el pueblo, mis abuelos siempre tenían velas. La luz fallaba. ¿Cuántos días puede ‘vivir’ si se colapsan las TIC y sus dispositivos?

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Chaime Marcuello en HERALDO)

Chaime Marcuello Servós es profesor de la Universidad de Zaragoza

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