Opinión
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Refugios climáticos

La parroquia del Perpetuo Socorro se ofrece como refugio climático.
La parroquia del Perpetuo Socorro se ofrece como refugio climático.
Heraldo

Antes no existían ni se hablaba de ellos; sin embargo, hemos incorporado el término a este neolenguaje con el que nos damos a entender quizá con un cierto deje subliminal y apocalíptico. 

Se trata de los ‘refugios climáticos’ que empiezan a organizarse en redes en las grandes ciudades para dar cobijo a las gentes que se exponen más cada vez y cada vez más indefensos ante las altas temperaturas y las olas de calor que nos afectan.

Estos refugios climáticos son espacios al resguardo del sol, con temperaturas unos grados por debajo de los que hay en las calles sobrecalentadas por el exceso de cemento y asfalto, y que ofrecen la posibilidad de poder descansar sentados. Sería conveniente que se pudiera disponer también de agua en estos acogedores sitios.

Los llamados refugios climáticos en las ciudades van a ser cada vez más necesarios ante un aumento de las temperaturas que resulta ya muy evidente

Empiezan ahora a definirse y a reglamentarse, y seguramente pronto serán objeto de detalladas exigencias y regulaciones administrativas. Así, las bibliotecas públicas, los centros cívicos, ciertos espacios municipales, las piscinas, los parques, los museos, las salas de espera de los hospitales y hasta algunas iglesias se han acogido a la denominación de refugios climáticos y ofrecen ya a los ciudadanos la posibilidad de escapar del inclemente sol que nos achicharra. Algunos ayuntamientos publican folletos informativos y listados de dónde encontrar tales refugios. Funciona incluso alguna señal identificativa de estos lugares.

El fenómeno se ha impuesto como consecuencia indudable del cambio climático y del exceso de calor que se acumula en las ciudades, fruto de una urbanización desaforada y una ausencia de voluntad política seria de reforestación, con lo que nuestras ciudades seguramente van a ir a peor y se van a requerir cada vez más esos refugios.

La necesidad de ‘enfriar’ las ciudades será determinante en el urbanismo de los próximos decenios

La palabra ‘refugio’ lleva consigo connotaciones negativas en general. Los refugios suelen ir vinculados a la defensa y la protección frente a graves amenazas. Suena a escondites antiaéreos o antinucleares, peligros a los que vienen ahora a sumarse los derivados de los problemas del clima.

Hasta qué punto el asunto llega a ser preocupante que voces expertas avisan ya de la necesidad de un cambio profundo en el planeamiento urbanístico de modo que haga posible conseguir ciudades más ‘frías’, primando grandes masas arbóreas y el empleo de nuevos materiales en la construcción. A fin de cuentas, y que me disculpen los negacionistas, hemos sido los hombres quienes hemos llegado a estos extremos y somos los mismos seres humanos quienes deberíamos poner en marcha las prácticas y programas que permitan eliminar o al menos reducir los efectos de un cambio climático que, nos guste o no, está ahí y pone en peligro nuestra propia sobrevivencia.

Así que anoten dónde están sus refugios climáticos más cercanos –en Zaragoza hay varias decenas– por si cualquier día de estos se ven en la necesidad de acudir a ellos para ponerse a salvo del calor insoportable que nos agobia.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por José Luis de Arce en HERALDO)

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