Opinión
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Por
  • Enrique Bernad Royo

Un motivo de esperanza

Atril para las declaraciones Rassemblement National (RN).
Rassemblement National (RN).
CHRISTOPHE PETIT TESSON

Para muchos europeístas, este último mes y medio ha sido un periodo lleno de incertidumbre. Con guerra en Ucrania, los habitantes del continente se han enfrentado a dos procesos electorales de importancia innegable: el celebrado para elegir el Parlamento Europeo y el inesperado francés que convocó Macron. 

En ambos, las fuerzas políticas contrarias a la integración europea obtuvieron muy buenos resultados. Se pueden hacer variados análisis, permítanme que ahora me fije, sin embargo, en alguno de los aspectos más positivos de lo que ha ocurrido tras el nueve de junio último.

El auge de una extrema derecha de instintos antieuropeístas en las elecciones al Parlamento Europeo y a la Asamblea Nacional francesa es preocupante

Muchos observadores, preocupados por el futuro de la Unión Europea, han dirigido su atención a los años treinta del siglo pasado. Una serie de acontecimientos durante aquel tiempo son considerados como claves para comprender las causas de la guerra que asoló Europa desde 1939 a 1945: las difíciles, casi imposibles, condiciones para la recuperación económica creadas por el endeudamiento que originó la guerra de 1914-1918; la subsiguiente depresión iniciada en 1929; y las políticas imperialistas que desarrollaron Alemania y Stalin en su zona de influencia. Esos hechos pueden recordar a los años de recesión económica que siguieron a la crisis financiera de 2008, intensificada por las políticas económicas practicadas en los años que siguieron. Además, también a partir de la vuelta de Putin al poder, la política imperialista que éste emprendió en Bielorrusia, Georgia y posteriormente en Ucrania.

Es muy conocida la conferencia que el filósofo Edmund Husserl pronunció en Viena en mayo de 1935, ya con Hitler en el poder y en plena política represiva estaliniana, y en la que el filósofo alemán, de ascendencia judía, se preguntaba por el futuro de Europa, de una Europa constituida como una "supranacionalidad" que se sustentara en un "espíritu de libre crítica y de normas" que podemos asimilar a la democracia y el Estado de derecho. Husserl, aunque volvió a Alemania, tuvo que esconderse en un convento católico hasta su muerte en 1939, pero en su conferencia de Viena terminaba diciendo que "la crisis de la existencia europea solo podía tener dos desenlaces", "o bien el declive de Europa… su caída en el odio espiritual y la barbarie" o bien su renacer a partir de su verdadero espíritu. Ya sabemos qué ocurrió.

Pero la reacción democrática lo ha frenado y ha impedido su acceso al gobierno, lo que nos invita a la esperanza

Si nos centramos en la experiencia alemana, es muy importante recordar que, en 1935, Hitler ya había ascendido al poder, y lo había hecho a través de procedimientos democráticos. Para que ello ocurriera, debieron pasar, entre otras, dos muy importantes para quienes desde 2024 queremos aprender del pasado: que el líder nazi obtuvo una muy importante cantidad de votos populares en las urnas, y que el comportamiento de las restantes fuerzas políticas fue clave para el éxito del dictador. En efecto, el enfrentamiento entre comunistas y socialistas inutilizó el muy considerable número de votos obtenido por la izquierda, a lo que hay que sumar el apoyo a Hitler de los partidos conservadores en la creencia de que el resultado de su elección iba a ser circunstancial.

Nada de eso ha ocurrido esta primavera. Es verdad que el número de votos populares obtenido por los enemigos del "verdadero espíritu de Europa" es muy alto. Karl Jaspers publicó un libro en 1946, en pleno juicio a los nazis en Núremberg, sobre la responsabilidad del pueblo alemán en la destrucción de Europa que los europeos deberíamos leer. Pero la exclusión hoy de la extrema derecha de la dirección de la Comisión Europea o el comportamiento de las organizaciones democráticas en la segunda vuelta de las elecciones francesas dan esperanzas de que sigue en el horizonte la consecución de ese "espíritu de Europa" deseado por Husserl.

Enrique Bernad Royo es miembro del Comité Aragonés del Movimiento Europeo y profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza

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