¿Cómo? ¿De ahí salen las fotos? Pero tienen que ser muy pequeñas, ¿no? Del tamaño de un sello...". Algunos jóvenes se quedan fascinados al ver un carrete de fotos, obviamente, analógico. 

De aquellos que había que colocar con cuidado para que no se velaran si les daba la luz. De los que luego se llevaban a revelar y saltaba la sorpresa: de 36 fotos del viaje de estudios apenas dos o tres no estaban movidas. Acostumbrados a la fotografía digital y, sobre todo, al iconito de la cámara del móvil, a las nuevas generaciones no les cabe en la cabeza eso de los negativos y de la ‘película’, que es como llamaba mi abuela al carrete.

Parecido sucede ya también con la ‘televisión lineal’, porque desde que hay plataformas y servicios de ‘streaming’ ya no hay que llegar a casa corriendo a las diez en punto para ver, por ejemplo, ‘Las chicas de oro’. A veces recomiendo títulos a mis padres de los que están en Movistar (‘La estrella azul’ es una de las últimas incorporaciones) y me dicen que no pueden verlos porque en ese mismo momento están con otra película, un concurso o el programa que sea. Cuesta hacerles entender que no es ‘para ya’, que no se está emitiendo en este mismo instante, que los programas han dejado de tener ‘mando en plaza’.

¿Recuerdan a Doña Adelaida? ¿Aquella ama de casa que comentaba ‘Cristal’ y otras telenovelas? Llevo un tiempo discutiendo con los compañeros si la buena mujer aparecía antes o después del culebrón, es decir, si lo destripaba o si cotilleaba tras el capítulo. ¿Hacía ‘spoiler’ o era una suerte de primigenio Twitter? Parece que lo primero. Pero, entonces, ¿para qué veíamos el episodio si ya sabíamos qué iba a pasar? ¿Por qué nos avisó la revista ‘Supertele’ de que "Chanquete muere el domingo"? Han cambiado tantas cosas...

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