Opinión
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Fallo informático de Microsoft: Cuando se estropea todo a la vez en todas partes

Hemos construido un mundo intensamente interconectado por redes tecnológicas.
Hemos construido un mundo intensamente interconectado por redes tecnológicas.
Gerd Altmann

Pero en manos de qué caprichosos dioses tecnológicos hemos puesto nuestras vidas y haciendas? 

Cuando el fallo de un único programa informático, de Microsoft o de uno de sus subcontratistas, provoca que los aviones se queden en tierra en Estados Unidos, retrasos en los aeropuertos españoles y australianos, paraliza la Bolsa de Londres, apaga la señal de un canal de televisión británico, causa problemas a entidades financieras y en los pagos con tarjeta en los comercios e impide el acceso a los historiales médicos en los centros de salud y las urgencias de Zaragoza, todo al mismo tiempo, habrá que pensar que algo se está haciendo mal. Remedando el título de aquella infumable película, podemos decir que ayer fallaba todo a la vez en todas partes. O casi.

Siempre me ha parecido que esa historieta de la mariposa y la tormenta que tanto se repite era una gran tontería. Si el vuelo de un minúsculo lepidóptero en China pudiera causar un desastre en África, imaginemos la que liaría una familia de buitres batiendo sus alas cerca de Riglos. Pero dejando de lado a buitres y mariposas, parece claro que la dependencia casi total de ordenadores, programas y líneas de comunicación para el funcionamiento de nuestra sociedad presenta riesgos de los que no somos conscientes. Y alguien debería darse cuenta y actuar. Si un único traspiés puede provocar tantas caídas, en sectores tan diversos y en lugares tan distantes, entonces es posible que la red intensamente conectada que hemos construido no sea la mejor de las ideas. La interconexión de sistemas, la computación en la nube, el uso general de la telemática, todo ello tiene sin duda sus grandes ventajas. Pero también implica peligros. En el mundo ‘pretecnológico’, un incendio podía destruir un archivo, pero no había fuerza natural o humana que pudiera bloquear a la vez tantos archivos de una sola tacada. Ahora sí la hay. Y lo que ocurrió ayer se supone que fue accidental, pero no faltan mentes perversas planeando desastres semejantes o peores.

Puede ser que los temores y las dudas que me asaltan, como supongo que les ocurrirá a muchos lectores, sean solo recelos propios de los legos, que no entendemos la arcana realidad de la informática. Pero, en lugar de que, como parece que ocurre ahora, todo esté conectado con todo, ¿no sería preferible y más seguro que determinadas actividades estuvieran aisladas, separadas, que no dependieran tantas cosas de un único programa o proveedor o sistema?

¿Estaremos construyendo la sociedad tecnológica del presente y del futuro con la arquitectura adecuada? ¿O nos estaremos equivocando y creando sin darnos cuenta amenazas ocultas difíciles de contrarrestar? No lo sé, ingenieros hay en el mundo que tal vez lo sepan. O a lo peor no lo saben. Pero tal vez sería conveniente que científicos, técnicos, empresarios, políticos, etc., le dieran al asunto un par de vueltas, antes de que llegue un día en que, de verdad, empiece a estropearse todo a la vez en todas partes y quizá no haya remedio. Y por cierto, ¿qué dirá de todo esto la inteligencia artificial? Casi mejor que se calle.

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