Reapertura del Canfranc: La carrera de fondo de un ferrocarril aragonés

Estamos muy acostumbrados los aragoneses a tener que correr auténticas carreras de fondo para que se nos haga justicia o se nos den medios de desarrollo económico que otras regiones consiguen con mucha más facilidad. Nos ha tocado más de una vez hacer dobles, triples o hasta cuádruples maratones. Las vías de comunicación cuyas obras se hacen eternas y todavía no acaban son el paradigma. Pero el caso del ferrocarril de Canfranc es ya el colmo de los colmos. Su construcción llevó setenta años, desde el inicial planteamiento a mediados del siglo XIX a la inauguración de 1928. Y ahora su paso internacional lleva cerrado más de medio siglo. Por fin, en los últimos años el Gobierno español se ha puesto las pilas y las inversiones para poner a punto toda la línea en su parte española van en serio: doscientos millones de euros, a los que habrá que añadir el acondicionamiento del túnel. Teniendo en cuenta las tensiones políticas entre el Gobierno de Aragón y el central, casi conmueve leer que ayer el presidente aragonés señalaba que «ya estamos trabajando en esta dirección (la de la reapertura) junto con el Ministerio de Transportes y el Adif». No todo está perdido entonces en esta España atrabiliaria y descoyuntada. El caso es que la restauración del Canfranc avanza y parece posible que en un plazo no excesivamente largo vuelvan a cruzar los trenes la frontera por debajo del Somport uniendo Zaragoza con Olorón. Lo que falta ahora es el impulso de la parte francesa. Hace unos años era en ese lado donde avanzaban las obras, pero no por impulso del Gobierno francés, sino por empeño del gabinete regional de Nueva Aquitania, dirigido por Alain Rousset desde 1998. Ahora sí le toca a París hacer su parte en los 33 kilómetros que faltan de reconstruir hasta la frontera con España. En fin, la reunión de ayer de Azcón con Rousset ofreció optimismo. La carrera de fondo no ha terminado, aunque parece que ya se ve la meta. A ver si es verdad.