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  • Inocencio F. Arias

Trump, el debate y el atentado

Trump, el debate y el atentado
Trump, el debate y el atentado
Heraldo

Las posibilidades de que Trump vuelva a ser presidente de Estados Unidos han aumentado considerablemente. El atentando, que ha dado la vuelta al mundo, va a darle un impulso nada despreciable. Y el debate de hace semanas con el presidente Biden fue asimismo enormemente beneficioso para el aspirante republicano.

Los debates son parte esencial de la democracia estadounidense. Ya fueron famosos los que en 1858 realizaron Lincoln y Douglas en las elecciones para el Senado de Illinois. Fueron seguidos por miles de personas y, dos años más tarde, cuando los dos políticos se enfrentaron en la elección a presidente, fueron publicados en un libro. En todos ellos ganó Lincoln, que obtendría la presidencia.

La llegada de la televisión en la década de 1950 acrecentó enormemente el interés de los debates. El que ha hecho historia, el primero, es el que enfrentó al vicepresidente republicano Richard Nixon con el senador demócrata John F. Kennedy. Fue seguido por sesenta y seis millones de personas y es opinión generalizada que resultó decisivo para la victoria de Kennedy, que apareció más relajado y seguro de sí mismo que su rival. Nixon daba la impresión de estar cansado, parecía hosco y, según algunos, hasta las luces del estudio le hicieron una mala jugada con el maquillaje.

Aquel enfrentamiento y su incidencia en las urnas dejó la impresión de que los debates son con frecuenta más perdidos que ganados. Esta conclusión ha emergido de forma irrebatible en el de hace tres semanas entre Biden y Trump. El aspirante, sin deslumbrar y salpicando sus intervenciones con sus habituales mentiras, estaba templado, manejando bien su agresividad, a veces, mordaz. Biden flotaba avejentado, vacilante, confuso a menudo. Esto ha provocado que dentro de sus filas no pocos manifiesten que debe retirarse de la carrera electoral, porque su estado motriz y mental lo encamina a la derrota, y además puede implicar que las dos cámaras pasen a manos republicanas. Hipótesis que aborrecen lógicamente los demócratas a los que comienza a repeler la obstinación de la esposa de Biden, que se empeña en que no abandone. Frente a la pretensión de continuar de Biden hay un hecho terco: horas antes del espectáculo televisivo Trump llevaba una ventaja d e 1,5 puntos en los sondeos. Al día siguiente se duplicaba.

Donald Trump ya iba por delante en las encuestas sobre las elecciones presidenciales de Estados Unidos, pero el debate directo con Joseph Biden y el atentado que ha sufrido el republicano han aumentado sus posibilidades de volver a la Casa Blanca

Y, lamentablemente para el campo demócrata, ha llegado el atentado, que según alguna teoría conspiratoria puede ser maná del cielo para Trump, aunque sus partidarios argumentarán contrariamente que resulta sospechoso que un joven pudiera subirse con un rifle a un tejado próximo al escenario donde Trump daba el mitin sin que el Servicio Secreto lo detectara. Se reproducirán las comidillas que siguieron al asesinato de Kennedy, paternidad y desarrollo que, como el atentado de Atocha, pasados muchos años no produce coincidencia de opiniones.

La bala que hizo sangrar la oreja de Trump no lo mató por un centímetro, y el candidato dio muestras de coraje en ese momento y tiene una foto que pronto será legendaria, como la del grupo izando la bandera en Iwo Jima, por su actitud de líder herido arengando a sus fieles bajo de la bandera de Estados Unidos. ¿Quiere esto decir que el lenguaraz Trump tiene abiertas las puertas de la presidencia? No del todo, porque en tres meses largos pueda ocurrir cualquier cosa.

No sólo se trata de la foto, su conducta y el hecho en sí –un político destacado que sufre un ignominioso atentado, como Reagan o los Kennedy–, sino que otras indicaciones apuntan a que tiene el viento a favor. Los estadounidenses aceptan una idea clave de Trump, la de que la inmigración se ha descontrolado con Biden. Hasta el punto de que los que opinan que hay que reducir la inmigración son ahora el 55% y también son mayoría (53%) los que piensan en ampliar el muro con México.

Nada estará decidido hasta el 5 de noviembre, pero los dirigentes europeos, incluso los que detestan al personaje, deben poner ya a sus numerosos asesores a pensar en lo que puede ocurrir si el inquietante Trump vuelve. Y deben también ser cautos a la hora de juzgarlo en público, huyendo de comparaciones descorteses que pueden salir caras.

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