Opinión
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Tinto de verano

El tinto de verano preparado por Borja Insa.
Tinto de verano
TONI GALAN

Tiempo atrás, los veranos solían ser como los espacios entre paréntesis, es decir, que se abría un hueco al margen del discurso principal. Un periodo del año en que casi todo se paraba. Eran como un ‘coitus interruptus’ que, como su nombre indica, interrumpían el tracto de la actividad. 

En todo caso, los veranos, que ocupaban tradicionalmente los meses de julio y agosto, dejaban un espacio libre, abierto y vacío propicio para la especulación y la fantasía, ante la sequía informativa que solía producirse; las vacaciones de los políticos, la ausencia de noticias de interés y un cierto y tácito acuerdo social para bajar el tono general, daban al verano ese vacío noticioso; pero el indudable ‘horror vacui’ que afecta a las colectividades humanas ante el temor a las inseguridades que produce la desconexión, fruto de la falta o escasez de información, hacía necesario llenar ese vacío; y de ahí la aparición en los veranos de noticias frívolas, increíbles o intranscendentes que dieron en llamarse ‘serpientes de verano’, sin que esté claro el origen de tal denominación, aunque hay quien lo atribuye al hecho chusco de que Nessie, el monstruo del escocés lago Ness, aparecía sistemáticamente cada julio y agosto, para contento y algarabía de una prensa expectante de noticias.

Pero ahora las cosas han cambiado. La globalización, la crispación y polarización política, las guerras con su arrastre a todas horas de terribles noticias, la alocada velocidad en que vivimos, han eliminado en buena medida aquel vacío de los tiempos estivales inundándolos día tras día de noticias complejas, transcendentes y preocupantes. Ya no hay serpientes de verano; no son necesarias. Este verano hay un atentado contra el candidato presidencial estadounidense Donald Trump; España gana la copa de Europa de fútbol; Vox rompe contra sí mismo; en Cataluña más de lo mismo… ¡Casi nada!

En España participamos preocupados por los cambios en el mundo de la información, pero teníamos que introducir nuestro toque particular quizá para aliviar la pérdida de los culebrones veraniegos y para seguir haciendo válido aquello de que somos diferentes

En España, como en todo el mundo, participamos preocupados por estos cambios en el mundo de la información, pero teníamos que introducir nuestro toque particular quizá para aliviar la pérdida de los culebrones veraniegos y para seguir haciendo válido aquello de que somos diferentes. Y nos hemos inventado esa bebida que se ha dado en llamar ‘tinto de verano’, que no es más que la vuelta a la actualidad con etiqueta y precio desmedido de aquel vino con gaseosa que presidía las comidas camperas y familiares de hace ya muchos años en los cálidos y carpetovetónicos veranos. Es la ocasión de vendernos vinos peleones con unas burbujas embotelladas y hacernos creer que es la bebida de moda. Así que no habrá serpientes de verano, pero se servirá en muchas mesas el vulgar tinto de verano.

A mí me parece que, al igual que ocurría con aquellas noticias de relleno en los veranos, este tinto de ahora tiene también algo de ‘fake’, aunque he de reconocer que prefiero un buen trago refrescante de morapio con sifón y hielo que aguantar los embustes noticiosos y las serpientes de verano.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por José Luis de Arce en HERALDO)

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