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  • Lola Ranera

Un pacto para dejar de lado la crispación

La votación, este jueves en el pleno del Ayuntamiento de Zaragoza
Pleno del Ayuntamiento de Zaragoza
Heraldo

Chueca rechaza un pacto para dejar atrás un año de crispación y errores. La semana pasada, asistimos a un Debate sobre el estado de la Ciudad en el que, pese a que a la alcaldesa alardeó de querer llegar a acuerdos, ni siquiera se dignó a valorar nuestra propuesta de alcanzar un gran Pacto por Zaragoza. 

Demuestra así una vez más que entiende la política como una herramienta de márquetin y postureo y no para solucionar los problemas de los zaragozanos.

Un Debate que se celebró, por primera vez en veinte años, en el mes de julio, y que coincidió con el mediático inicio de las obras de La Romareda. Ha quedado claro que, aunque la alcaldesa lo considere una casualidad, ha sido para tapar un año de gestión que deja mucho que desear.

Un primer ejercicio que ha evidenciado su falta de ideas y proyecto de futuro. De una manera frívola, ha convertido Zaragoza en una ciudad de pinta y colorea y en un plató de televisión, donde poder grabar sus ‘reels’ de Instagram.

En esa política de ‘atrezzo’ que tanto gusta a la derecha, hemos visto cómo Chueca ha sido noticia nacional por montarse en el Fuyur de ‘La Historia Interminable’, convertirse en Cupido en San Valentín, comer hamburguesas, cantar y bailar e, incluso, sugerir a los Reyes Magos que "les trajeran aunque sea un libro" a los niños. Un sinfín de momentazos por los que será recordada.

Un año intenso y no muy cómodo para una alcaldesa, que ha tenido que hacer frente a muchos reveses: a punto estuvo de perder 7,5 millones de las ayudas al transporte público, una comisión de investigación constató que había mentido sobre los pliegos del bus, y una sentencia judicial consideró fraudulenta la prórroga de este mismo contrato. Y el último varapalo, el de hace pocos días, cuando un juez consideró discriminatorias las ayudas a la concertada.

En este año, Chueca ha sido fiel reflejo de esa derecha más preocupada por la política nacional que por los zaragozanos.

Porque Zaragoza es una ciudad que va a dos velocidades. La Zaragoza en la que la alcaldesa coloca césped artificial frente a la Zaragoza real en la que viven la inmensa mayoría.

La Zaragoza de triciclos eléctricos frente a aquella de las eternas esperas por las frecuencias del bus. La ciudad del Zaragoza Florece frente a la de los parques que piden auxilio con árboles secos y mobiliario abandonado.

Porque, entre ocurrencia y ocurrencia, Chueca ha decidido subastar la ciudad, venderla por pedazos al mejor postor, desmantelar la cultura y acabar, sin ningún criterio, con cualquier proyecto que huela a gobiernos anteriores, como la Harinera, Etopia o Zaragoza Activa. Pero también se ha puesto de perfil para afrontar el caos en la movilidad, la depuración, la seguridad o el ruido.

Tutelada desde el Pignatelli, Chueca ha sido rehén de los acuerdos que el señor Azcón mantenía con Vox y que en estas últimas horas han saltado por los aires. Un pago a la ultraderecha que ha tenido consecuencias nefastas para la ciudad, al acabar con los avances sociales alcanzados durante años, como el apoyo sin fisuras al colectivo LGTBI o a las mujeres víctimas de violencia machista.

Pero creo, sinceramente, que es hora de cambiar de rumbo, porque los zaragozanos esperan soluciones y están hartos de tanta crispación. De que el PP convierta cada pleno en un lodazal.

Por ello, propuse a la alcaldesa, al calor del Debate sobre el estado de la Ciudad, firmar un Pacto por Zaragoza, que diseñe el futuro de la ciudad sobre varios ejes.

Un pacto por los barrios, donde los ciudadanos se sientan seguros, se apueste por el comercio local y se acometa un plan de regeneración urbana integral.

Pero también un Pacto por la Vivienda, en el que seamos capaces de movilizar la mayor cantidad de suelo público para ofrecer alquileres asequibles, aprobar ayudas a la rehabilitación y poner coto a las viviendas turísticas.

Es el momento también de un gran Pacto por la Movilidad para conseguir un transporte público de calidad o la bonificación del abono para menores de 30 años. Es necesario que la cultura vuelva a ser una prioridad, pero también regular el ruido y ordenar las terrazas y veladores de forma sensata a través de un Pacto por la Convivencia.

No podemos dejar de lado a las familias que deben volver a estar en el centro de nuestras políticas con la gratuidad del servicio de comedor para los escolares de Infantil y primaria, así como un proyecto ambicioso para reverdecer los patios de nuestros coles.

Estos son los desafíos de la Zaragoza real, de la inmensa mayoría de sus vecinos. Y los políticos tenemos que estar a la altura para resolverlos.

Lola Ranera es portavoz del Grupo Municipal del PSOE

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