Al margen del resultado que depare la gran final de la Eurocopa de fútbol que se celebra esta noche en Berlín, la selección española puede mostrarse especialmente satisfecha con su trayectoria en el torneo. 

Por encima de los goles, este equipo se ha convertido en todo un fenómeno social que muestra la realidad de un país diverso e integrador que cuenta entre sus máximas estrellas a dos españoles nacidos de padres que emigraron a España. Lamine Yamal y Nico Williams son el reflejo de una generación más cosmopolita. Defienden con orgullo los colores de la camiseta y, a través del deporte, sirven de ejemplo para otros muchos jóvenes.

La discreción y la autoimpuesta condición modesta de los jugadores de la selección española de fútbol, estrellas en cada uno de sus respectivos equipos de origen, pero que han sabido fomar un combinado generoso y solidario en el juego, resumen a la perfección las claves del éxito cosechado. Este equipo, que ha logrado volver a sacar a la calle a los españoles, no deja de ser el espejo en el que se ve reflejado todo un país. La diversidad en los orígenes y hasta la edad casi adolescente de Lamine Yamal confirman que el deporte y todas las emociones que arrastra pueden servir como sostén de la convivencia, una de las claves indiscutibles que contribuyen a la mejora de una sociedad. España, que a lo largo de los más de cuarenta años de democracia ha sufrido un constante proceso de transformación y modernización, posee en la condición abierta de su ciudadanía una de sus principales fortalezas. Las grandes naciones del mundo lo son por descubrir e integrar las diferencias mientras defienden sus principios y valores propios.