Opinión
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  • Juan Antonio Frago

La jota en América

La jota en América
La jota en América
Heraldo

De 1818, primera edición de ‘la Quijotita y su prima’, de Fernández de Lizardi, es la que puede ser una de las primeras documentaciones del canto y baile de la jota, en la ciudad de México, aún capital virreinal. 

El escenario es una garita de vigilancia, "con la numerosa guardia que cubría entonces aquel punto…, la mayor parte eran gachupines" (españoles); faltaban varios años para que el poder pasara a manos insurgentes, algunos más hasta que la bandera española se arrió en el castillo de San Juan de Ulúa. En la noche de vigía un soldado supersticioso, gallego, contaba historias de muertos, "él, para distraerse, comenzaba a ‘cantar la jota’ u otro de los sonecitos que eran familiares a sus camaradas", lo cual significa que ya fue canción del siglo XVIII. El Pensador Mexicano muchas de sus observaciones las trata con gran realismo; en este mismo pasaje novelesco el habla del gallego lo representa con la característica posposición del pronombre átono y con una temprana manifestación del fenómeno de la ‘geada’: "¿Doncella? ‘Sábelo’ Dios y ella… Como ser ‘Santiajo’ de ‘Jalicia’…".

Seguimos la pista de las antiguas huellas documentales del canto y baile de la jota en diversos lugares: de la ciudad de México a Veracruz

El 18 de diciembre de 1839 llegaba a Veracruz don Ángel Calderón de la Barca, primer embajador de España en México. Nacido en Buenos Aires, aún adolescente se alistó en el ejército de Palafox y, a la caída de Zaragoza, se vio internado en Francia. En el desembarco veracruzano lo acompañaba su bella y culta esposa, la escocesa Frances Erskine, que escribiría las memorias de su residencia de dos años en tierras mexicanas (‘La vida en México…’). Entre ellas la de que al día siguiente asistieron a sesión teatral protagonizada por "doña Inocencia Martínez, madrileña, favorita del público", a cuyo término "ella y su hermana bailaron la ‘jota aragonesa’ con dos españoles, a la perfección". Entusiástica fue la entrada del diplomático en la capital, con agasajos y "el himno nacional de España, con letra apropiada", y con su mujer se renueva la mención de la jota. Sería con ocasión de su visita al colegio de las Vizcaínas, en compañía de damas mexicanas y de la Condesa de la Cortina, andaluza, "que nos deleitó con algunas de las innumerables y divertidas coplas de la jota aragonesa", como esta: "La mujer que quiere a dos / es discreta y entendida, / si una vela se le apaga / otra le queda encendida".

Jota probablemente era también la que refiere del agasajo que recibió en el convento de Santa Teresa, "cuando cantamos una canción más bien profana, ‘La Virgen del Pilar’", datos de 1840. De otro lado, a la Virgen del Carmen de la Rinconada de Silva, en los contrafuertes cordilleranos de la provincia de Aconcagua, "le cantan y le bailan como a la Virgen del Pilar de Zaragoza, pero con jota y coplas chilenas", la segunda de las cuales dice: "Es la Virgen de la Ermita / la que más altares tiene, / porque no hay rinconadino / que en su pecho no la lleve" (Plath, 1996). Y el ‘Diccionario de americanismos’ trae la mención de la argentina ‘jota cordobesa’: "Danza folclórica de pareja suelta y ritmo vivo, que se baila con castañetas y paso de vals".

Lo mucho que tenemos de común historia cultural encuentra diversas maneras de manifestarse

Lo mucho que de común historia cultural tenemos encuentra diversas maneras de manifestarse. Así, el citado folclorista sospechaba que el antiguo canto y baile ‘El aire’, de varios países americanos, "seguramente era de origen español". Pues bien, el primer verso del chileno, "yo me enamoré del aire", es casi idéntico al de una bella canción sefardí de Turquía, que los judíos se habían llevado de España a su diáspora, mientras quienes hacían la Carrera de Indias difundieron por América este motivo folclórico, junto al de la influencia lunar. Anterior a 1627 es la noticia de la seguidilla del ‘lunar junto a la boca’, que en México se haría nuclear de su ‘Cielito lindo’. Estrofa tan popular como esta se encuentra prosificada en el aragonés ‘Vidal Mayor’ (siglo XIII), en referencia a la condición humana: "El telar que es urdido / de malos filos, / más semeilla (semeja) cosido / que non texido". Su cultivo ha sido culto y popular, también en la jota; los de Leciñena (Zaragoza) cantan y bailan 35 seguidillas complejas a su patrona, la Virgen de Magallón.

Juan Antonio Frago es catedrático emérito de Historia de la lengua española de la Universidad de Zaragoza y académico correspondiente de la RAE

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