Opinión
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Por
  • Elena Capapé Poves

Atracción de feria

CHOCOLAT
CHOCOLAT
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Vianne aviva los fogones y la magia se desprende en cada una de las elaboraciones. Sus precisos movimientos al bambolear el chocolate, como un néctar brillante, esparcen el olor de los bombones que, al terminar, exhibe en el escaparate de su chocolatería.

 Vianne es la protagonista de la película francesa ‘Chocolat’ en la que, dado su argumento principal, se muestran deliciosos planos de este dulce; los espectadores, al otro lado de la pantalla, tan solo pueden intuir su sabor y aroma a cacao. A pesar de eso, las películas sobre cocina resultan fascinantes y extrañamente embriagadoras. Sus planos estimulan las papilas gustativas y generan la ilusión de múltiples aromas. El nexo entre cine y gastronomía es sólido y sus referentes son numerosos. Tanto es así que algunos prestigiosos festivales cinematográficos, como el de San Sebastián, cuentan con secciones específicas dedicadas al oficio culinario y el séptimo arte.

Tal y como describe en su obra el teórico de cine Marcel Martin, el olor es una de las pocas apariencias de la realidad que el lenguaje cinematográfico no puede transmitir de forma explícita. Esta clase de experiencias quedan relegadas a otros espacios, como las atracciones de una feria en la que se anuncian propuestas audiovisuales en múltiples dimensiones. En ellas, a la proyección audiovisual se suman el movimiento y efectos especiales como olores, agua o viento. Sin embargo, en el medio cinematográfico, apabullar sensorialmente al espectador no resulta efectivo. El poder y la belleza del lenguaje audiovisual prevalece por encima de cualquier atracción de feria.

Elena Capapé Poves es profesora de la Universidad San Jorge

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