Opinión
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Alcaldes contra la crispación

Así ha quedado la parcela de Casetas tras la demolición.
Alcaldes contra la crispación
H. A.

Hay muchas formas de recuperar el afecto por la política. Una de ellas, una buena comunicación con la sociedad. Para eso, la acción municipal es quizá la más útil y la que probablemente enarbolaría la primera derrota de la crispación. 

Claro que eso exige un paso no siempre agradable, que es explicar las causas de las decisiones, soportar críticas, transparentar plazos y, en definitiva, que los vecinos sepan y se sientan partícipes de todo lo que les afecta. En la crisis de 2008, más lejana en el tiempo que en la memoria, se estableció un imposible de la política cercana, que era aquella cuñadez de no ir en coche oficial; una decisión de escaparate y que evitaba quizá otras más efectivas como una comunicación fluida con el votante. Quince años después, una parte importante se sigue sintiendo marginada de las decisiones rutinarias de sus consistorios.

En Casetas, que sufre el doble filtro de depender no solo del Ayuntamiento de Zaragoza sino de la Alcaldía, los vecinos lo hemos padecido con los designios de la calle Olmo. Una vía céntrica, práctica para moverse en coche, y que durante unos dos años ha tenido que ver con pasividad cómo una casa abandonada, en serio riesgo estructural, era habitada por ‘okupas’ que se dedicaban al menudeo de droga. Una situación subsanada a la que le sucede otra: el citado riesgo estructural de esta casa, unido al derrumbe programado de otras dos, han dejado la calle cortada por la Policía Municipal en un lapso que ya va para más de un mes y, según las reclamadas fuentes consistoriales, "por seguridad", sin fecha de cambio. Así, el centro del barrio ha pasado de soportar sin plazo de cese de actividad el menudeo de drogas; a no saber cuándo podrá volver a transitar una calle en la que hay afectados, al menos directamente, dos negocios.

Detalles que parecen menores que la presentación de grandes proyectos de obras, pero que ayudarían mucho más a que los vecinos se sintieran tratados como adultos, partícipes de ese común que es lo municipal, y respetados como electores de quienes gestionan su día a día.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Juanma Fernández en HERALDO)

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