Opinión
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La noche de San Juan

El fuego es el protagonista de la noche de San Juan.
El fuego es el protagonista de la noche de San Juan.
Francisco Jiménez

Este jueves, a las 22.51 horas, comenzaba oficialmente el verano en España. Justo un día después de que Felipe VI celebrase su décimo aniversario, sus hijas lo felicitasen por sorpresa y se concediese el Mérito Civil a profesionales anónimos de diversas disciplinas (educación, cultura, sanidad, voluntariado, ingeniería, sostenibilidad, agricultura…). 

A una anunciada DANA sigue el pronóstico de uno de los estíos más cálidos y sudorosos. ¿Un año más?

Entre el 20 y el 22 de junio llega a su culmen el solsticio de verano, aquí en el hemisferio norte, cuando el eje de la Tierra se inclina hacia el Sol; en el hemisferio sur es el solsticio de invierno. Siempre unos seis meses antes de la Natividad. Sin embargo, el clímax del ofrecimiento y la petición al rey de la luz es esta noche, la mágica noche de San Juan. Aquí en Aragón, aparte de las tradicionales hogueras, baños de agua con sal, velas de colores, infusiones de hierbas aromáticas. Un culto al fin y al cabo a la fertilidad. Y quemar o sacar de nuestras vidas todo aquello que nos hace infelices.

Irlanda y Reino Unido y los seres fantásticos; Suecia, el folclore y los gustos culinarios; Grecia, México, China y la festividad de las mujeres… Cada entorno geográfico aporta su lectura y su simbolismo aplicado. Lo pagano y la adoración cristiana a Juan Bautista se aúnan. «Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se llamara. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios» (Juan 57, 62-64).

De nuevo la fecundidad, pese a lo longevos de Isabel y Zacarías. La saca y las fiestas de San Juan, las brasas de San Pedro Manrique, las celebraciones en nuestro Centro Soriano de Zaragoza… Mi abuelo Manuel, a quien no conocí, falleció un día de San Juan. Juan es el mayor de mis sobrinos. Ojalá esta noche quememos tanto lastre que nos reseca, y hagamos retoñar los brotes nuevos del árbol de la vida. Es un rito ancestral que sigue reviviendo en cada uno hoy y siempre.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

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