Opinión
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Por
  • María Pilar Benítez Marco

British Library

Patio central del 'British Museum'
Patio central del 'British Museum'
AGENCIAS

Virginia Woolf también se enfrentó a la sensación que produce una hoja de papel en blanco. Lo explica en ‘Una habitación propia’ cuando recuerda que en el folio para redactar la conferencia ‘Las mujeres y la novela’ no había más palabras que las que componían el título. 

Como los estantes de una biblioteca siempre han sido una buena senda para caminar ese espacio vacío, la autora no dudó en ir al British Museum para hallar alguna verdad sobre del tema. Es cierto que sus expectativas no se vieron satisfechas, al comprobar que los libros consultados estaban escritos por hombres desde la subjetividad y desde el rol que estos tenían en la sociedad patriarcal. Pero la visita no fue infructuosa porque su reflexión sobre lo leído abrió paso a buena parte del pensamiento feminista que transformó dicha sociedad.

Tampoco aquella biblioteca del British Museum permaneció detenida en el tiempo. Sus fondos, junto con otros, fueron el origen de la actual British Library, la biblioteca nacional del Reino Unido y una de las más importantes del mundo. Sin dejar de ser un centro para el estudio especializado y la conservación de la producción intelectual, apostó por poner al alcance de toda la población el conocimiento a través de la digitalización. Pero, desde el ciberataque que sufrió en octubre pasado, la British Library también se ha enfrentado a la sensación que produce una hoja digital en blanco. Compartir lo que ocurrió y ayudar a otros a aprender de la experiencia, como lo está haciendo, es, sin duda, la mejor senda para recorrer este espacio vacío y para que la sociedad siga avanzando.

María Pilar Benítez Marco es profesora y escritora

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