La decisión de Alejandro Nolasco de grabar una conversación con el ministro Félix Bolaños sobre la ley de amnistía, una grabación que fue difundida por el equipo del líder de extrema derecha, es un hecho insólito y absolutamente impropio de un vicepresidente del Gobierno de Aragón. 

El propio presidente Azcón ha admitido que Nolasco se equivocó y los partidos de la oposición parlamentaria han reclamado la dimisión del vicepresidente. La estrategia frentista que alienta Vox con sus gestos y declaraciones provocadoras desgasta al Pignatelli e intensifica una peligrosa polarización social.

En una comparecencia llena de contradicciones e inaceptables ataques a la prensa, Alejandro Nolasco ha pedido disculpas, pero ha evitado asumir responsabilidades y les ha echado la culpa a sus colaboradores por difundir ese audio. Ha atribuido el hecho de que en la reunión sectorial de Justicia, celebrada el pasado jueves en Zaragoza, tuviera el micrófono en la solapa a que después iba a hacer unas declaraciones. El caso es que de este modo suma una nueva equivocación al cúmulo de inconveniencias que vienen protagonizando los líderes de Vox en Aragón y en otras autonomías. Actuaciones improcedentes como esta y la falta de lealtad con su socio popular obligan a la formación radical a decidir cuál es el papel que quiere desempeñar en la gobernabilidad de Aragón.

La Comunidad, que siempre ha disfrutado de una clase política que practicaba la negociación tranquila y el pacto constructivo en aras de la concordia, no está hoy para sufrir a quienes protagonizan actitudes alejadas de la institucionalidad propia del cargo que ocupan. Aragón y España en general no necesitan más estériles provocaciones ni gestos propagandísticos, sino estabilidad, entendimiento y sosiego.