Opinión
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Zaragoza, de torre en torre

Foto de la Torre del Agua, icono de la Expo de Zaragoza
Foto de la Torre del Agua, icono de la Expo de Zaragoza
Guillermo Mestre

La idea de reconstruir la Torre Nueva en Zaragoza va calando, pero tiene que recorrer todavía mucho camino para convertirse en un proyecto sólido y operativo. Ayer, en las Cortes, recibió el respaldo de casi todas las fuerzas políticas, lo que supone un buen aval para empezar a andar. 

Y este diario recogía también, sintéticamente, los puntos de vista de personas que, por profesión y conocimiento, pueden dar una opinión autorizada. Hay debate entre los expertos, que no son unánimes. Quien esto escribe se apunta desde luego a la ilusión de que Zaragoza recupere uno de sus símbolos, un elemento característico de su patrimonio que desapareció del perfil de la ciudad, pero no del corazón de sus ciudadanos. Pero comprende también algunas de las objeciones y dificultades que se plantean. Aún hay que hablar mucho, sin duda, y habrá que perfilar más y mejor la propuesta. Pero pienso que el resultado dependerá en gran medida de dos factores: que efectivamente la financiación privada responda y que ilusione a un número tal de zaragozanos que las autoridades no puedan resistirse. Veremos.

Pero mientras soñamos con la resurrección de la Torre Nueva, tenemos abandonada otra torre, esta viva y bien erguida y bien valiosa: la Torre del Agua, sumida en el olvido y despoblada desde hace tres lustros. Ahora el Gobierno de Aragón la quiere rescatar, y también esta idea debería ilusionarnos. Ojalá que llegue a buen fin. En la Torre del Agua hay que reivindicar el mérito estético de su vasto volumen interior, que puede apreciarse subiendo por las rampas. Pero también hay que dejarla ser torre, es decir, mirador, para lo que una terraza accesible debería de ser un elemento fundamental. Y no nos olvidemos de las torres del Pilar, ahora en restauración. La que cuenta con ascensor quizás no ha sido bien aprovechada como el atractivo turístico que puede ser. O las torres de la Seo y de San Pablo, a las que la gente no puede subir... pero, ¿y si pudiera? ¡Qué fantástico sería que, un día, zaragozanos y forasteros pudiéramos recorrer la ciudad de torre en torre, viéndola a nuestros pies desde tantas alturas y perspectivas como se nos ofrecen! Zaragoza fue la ciudad de las torres. ¿Por qué no puede volver a serlo?

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Víctor Orcástegui en HERALDO)

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