El proyecto de la Fundación Ingenio Azul de construir una nueva Torre Nueva en la plaza de San Felipe de Zaragoza ha dado un paso más en el camino que lleva a convertirse en una realidad. La propuesta, lanzada por la fundación que preside el empresario Emilio Parra, tiene ya el respaldo de las Cortes de Aragón. 

Se trata de un relevante aval que debe llevar a los impulsores y a los redactores de la iniciativa (el profesor Juan Ros y un grupo de sus estudiantes de quinto de Arquitectura de la Universidad de Zaragoza) a concretar todos los detalles y a planificar con rigor la ejecución.

El Parlamento aragonés ha aprobado la proposición no de ley (PNL) que insta a los gobiernos autónomo y zaragozano a facilitar que el proyecto de la Torre Nueva se convierta en realidad. Todos los grupos políticos han votado a favor, a excepción de Izquierda Unida (Álvaro Sanz ha votado en contra) y de Teruel Existe (cuyos tres diputados se han abstenido). El Grupo Socialista, el Partido Aragonés y Chunta Aragonesista se habían adherido a la PNL y la han defendido en sus respectivas intervenciones, como el resto de los partidos partidarios de la iniciativa.

Este amplio respaldo político faculta a los promotores a seguir definiendo cuestiones que aún están en el aire, como la cimentación, la inclinación, la presencia del reloj, el chapitel, el ascensor interior… Son detalles relevantes que reabren el debate sobre si la torre debe replicarse con total fidelidad o es suficiente con un grado de similitud que la haga identificable con la antigua. Está claro que una iniciativa valiosa no debe malograrse por falta de rigor arquitectónico. Se trata de recuperar con plenas garantías un edificio emblemático para la ciudad. Por ello tan sustancial es el apoyo político y social como el aval científico y técnico.