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  • Jesús Morales Arrizabalaga

Singularidad, ¿agujero negro?

Singularidad, ¿agujero negro?
Singularidad, ¿agujero negro?
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‘Singularidad’. De todas las palabras que tienen un significado próximo, ¿por qué eligen ésta? ¿Qué palabras se han querido evitar y por qué?

De hecho es una palabra poco frecuente (Corpes XXI). En los últimos años se ha revitalizado en el contexto de la astrofísica: singularidad asociada a agujeros negros. Pese a mi esfuerzo por comprender los conceptos gravitacionales, siguen escapando de mi comprensión. Me quedo en el nivel de divulgación de la BBC: "Es el punto del universo donde las ecuaciones de la física dejan de funcionar".

Singularidad, singular, en su uso común connota excepcionalidad. Unicidad. "Únic a posseir determinades qualitats" (DIEC 2). No es suficiente ser los mayores o mejores en una escala de comunidades autónomas. Son otra cosa: únicos. Y quieren que se reconozca su unicidad. Que no ejercen competencias por delegación de los órganos centrales del Estado; que recuperan unas competencias que les pertenecen por nacimiento y que les fueron arrebatadas por la fuerza en un proceso constante, plurisecular y planificado.

Singularidad. La ambigüedad del término, su falta de fondo jurídico-constitucional, hace que los interlocutores lo manejen en acepciones completamente distintas. Eso debiera hacer inviable el entendimiento, pero hemos visto cosas tan raras en esta política amoral que cualquiera sabe. Veo varias líneas argumentales.

Singularidad es unicidad. Cataluña es constitucionalmente única. No se trata de ajustarle la aplicación de reglas comunes de un pacto fiscal multilateral

1.- Línea argumental aparente: La que habla de ‘justicia’. Sostiene que el que aporta más debe obtener retornos mayores, aproximadamente proporcionales a su contribución. Si fuese un criterio generalizable, debiera poder aplicarse en otros ámbitos. Veamos: de ser así el ciudadano debe recibir servicios del Estado en proporción a lo que aporta por vía de impuestos y cotizaciones. Pero resulta que hay pobres que están recibiendo servicios públicos muy por encima de su aportación, incluso muchos que ni contribuyen ni cotizan. Menos mal que hay progresistas conversos que están atentos para denunciar tamaña injusticia y corregirla.

1b.- Cuando les han saltado las objeciones, el Gobierno de España ha expuesto una línea de defensa que intenta evitar el núcleo clasista con tintes xenófobos del argumento anterior. Responden que no se trata de establecer criterios especiales (singulares) de redistribución territorial de rentas, sino de ajustar su aplicación. Lo dicen, pero saben que no es eso: que esconden la realidad de las negociaciones.

2.- Línea argumental independentista subyacente. No se trata de recibir más o menos en el reparto: se niega el concepto mismo de reparto. Se trata de reposicionar los fundamentos conceptuales de las atribuciones de competencias y gestión presupuestaria.

Habla como Estado. Su lenguaje, aceptado por los interlocutores, es más eficaz que cualquier referéndum

En este discurso, Cataluña se comporta ya como un Estado, en proceso de confirmación, pero que ya ‘es’; que ya ha sido. Que tiene esta condición por nacimiento, por naturaleza. Esta tesis se defiende en el terreno del lenguaje utilizando palabras que suponen la estatalidad de Cataluña. La independencia se está infiltrando por las fisuras de unos conceptos débiles y unas palabras equívocas. El lenguaje del independentismo está más elaborado que el de la contraparte. Ya no lo esconden, basta con querer oírlo. Hablan como un Estado, y lamentablemente los interlocutores del Gobierno central aceptan esa línea de discurso. El ejemplo más nítido: la bilateralidad y lo que la sustenta. Es lo que subyace cuando la diputada Nogueras habla de mediación internacional: de igual a igual, de Estado consolidado a Estado en vías de restitución.

Parece finalmente bien traída la palabra ‘singularidad’ fiscal y constitucional: en su presencia las leyes de la física progresista, las del Estado de derecho y social, no funcionan.

Jesús Morales Arrizabalaga es profesor de la Universidad de Zaragoza

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