Conocer al juez de instrucción vallisoletano Manuel García- Castellón en la sede de Fundación Ibercaja, antes de su charla en el Patio de la Infanta titulada ‘La Audiencia Nacional o la defensa de la democracia’, me ha servido para acercarme a su vida.

No puede olvidar cómo le marcó la historia de Miguel Ángel Blanco, el concejal del PP en Ermua asesinado por ETA dos días después de haber sido secuestrado. Fue a visitarlo después de que lo tiroteasen en una pista forestal de Lasarte, porque murió la madrugada del día después de su hallazgo. Este crimen provocó que dos millones y medio de personas se manifestaran en San Sebastián, Vitoria, Zaragoza (vino su familia), Barcelona y otras ciudades. El juez nos ha contado que acaba de procesar a los cinco dirigentes de la banda terrorista de aquel tiempo y espera que al final lleguen a ser juzgados.

También ha revivido la detención del ‘comando’ Andalucía, que tenía 22 asesinatos en su siniestro haber. El etarra que lo mandaba confesó todos los crímenes después de que el magistrado le pasara un paquete de cigarrillos: "Se rompió psicológicamente".

Su estancia como juez de enlace en Francia, entre los años 2000 y 2017, le llevó a vivir momentos "dolorosos", donde sufrió la influencia del "egoísmo" de nuestros vecinos. Al final, superaron la situación por influencia de Estados Unidos y el 11-S: los países de la UE crearon en 24 horas la orden de entrega europea para facilitar la investigación contra ETA y el Grapo, con el secuestro de Publio Cordón.

No quiere convertirse en un novelista cuando se jubile en octubre, a los 72 años, porque sabe que su vocación de juez instructor le obliga al secreto profesional para siempre. Pero García Castellón puede dar mucho juego para las series de televisión.

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